Pandita on road, la historia de la santotomesina que recorre el país en una moto “para los mandados”
La motoviajera, es creadora de contenidos audiovisuales y estudiante independiente de diseño gráfico. Refleja el mundo que la rodea en las redes sociales y de ese modo, genera los recursos para seguir en la ruta.
La santotomesina recorre el país mientras genera contenido para sus redes sociales.
Sofía Lugón, es una joven oriunda de la localidad santafesina de Santo Tomé, que desde hace algunos años decidió darle un giro a su vida y se enfocó en lo que para ella es lo más importante: viajar en moto y recorrer el país. Pero no lo hace en cualquier vehículo, sino que lo hace arriba de un rodado de los que comúnmente vemos en la calle para un uso laboral, de paseo o como le gusta a ella misma definirla: “Para hacer los mandados”.
Con una Honda Biz 125 centímetros cúbicos cuya velocidad en ruta alcanza los 80 kilómetros por hora, ya superó los 70 mil kilómetros recorridos, pasando por 14 provincias de Argentina: Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, San Luis, Mendoza, Catamarca, La Rioja, Buenos Aires, Río Negro, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Neuquén y La Pampa. Y también, un tramo de países limítrofes, como Chile.
“Antes de dedicarme a esto que amo y tener este estilo de vida, trabajé como empleada en varios negocios de Santa Fe. La mayoría en atención al público donde el trato era bastante malo, simplemente para subsistir”, recordó Sofía en contacto con El Litoral.
En esa búsqueda de independencia laboral, había estudiado varias cosas de las cuales nunca pudo conseguir trabajo e intentó abrir emprendimientos por su cuenta que terminaron fallando. “Después de todas estas malas experiencias y de haber superado una depresión de casi dos años, decidí dejar de querer generar dinero de manera tradicional y enfocarme en lo que realmente me gustaba hacer, que era viajar en moto y compartirlo”, aseguró.
La idea para empezar a viajar, surgió en el 2016, cuando compró su actual moto. La llamó cariñosamente “Pandita”, como el oso chino, porque es blanca, negra y “gordita” por tener baúl: “Ya hacía tiempo que por Santo Tomé veía pasar motoviajeros con sus motos enormes y sus trajes especiales. Los veía con mucha admiración. En ese momento pensaba qué hacían esos hombres grandes y con dinero. Y yo no era nada de todo eso. Pero sí me gustaba viajar”, remarcó.
La santotomesina Sofía Lugón recorre el país mientras genera contenido para sus redes sociales.
La santotomesina, -hoy radicada en Funes, a 15 kilómetros de Rosario-, cuenta que siempre viajó en tours en colectivo o en auto con la familia. “El problema era que ya no tenía familia con quien viajar ni la suficiente plata para pagarme un tour. A mi moto la compré para ir a trabajar, es una moto de ciudad, pero se me ocurrió, en aquel momento, la loca idea de que tal vez se pueda viajar en una moto pequeña. Así que con millones de dudas me puse a buscar en Facebook grupos de ‘moteros’, ya que en ese momento ni sabía que existía el término ‘motoviajero’”.
Por esa red social, conoció personas que la inspiraron como Pablo Imhoff (que para su sorpresa también es de Santo Tomé) y a “Yago por América”, quien le habló por chat contándole de sus viajes por toda América Latina en su Honda Biz 105. “Me animé a hacer mi propio viaje. Me sentí muy identificada con sus experiencias ya que mi moto también es una Honda Biz pero 125. Y si él pudo viajar tanto, ¿por qué yo no?”.
Las primeras pruebas
Decidida y con ganas de probar, en el 2016, comenzó a hacer viajes cortos de 30, 50, hasta 160 kilómetros. Fue a Paraná, Esperanza, Rosario y después de unos meses de agarrarle la mano a la ruta, hizo su primer viaje largo a Cuesta Blanca, Córdoba, unos 410 kilómetros de ida. “Desde ese viaje empecé a amar viajar en moto, me sentí fuerte, independiente y en completo contacto con mi entorno, fue una experiencia que definitivamente quería volver a vivir”, admitió.
Su moto, está completamente original en cuanto a motor y ciclística. Las únicas modificaciones que le hizo fueron los anclajes para baúl, alforjas, bolsos y las defensas que mandó a diseñar para también poder colocar dos faros auxiliares que ayuden a ver mejor de noche. Además, le colocó un parabrisas para viajar más cómoda sin que el viento esté golpeando de frente todo el tiempo.
En cuanto al equipaje, lleva un baúl de 32 litros en la parte de atrás, dos alforjas a los costados de 30 litros cada una, un bolso estanco de 45 litros arriba del asiento del acompañante y un bolso pequeño en la pedana (cubre piernas). “La mayor ventaja de viajar en una moto como la mía es lo económica que es, en todo sentido. En promedio consume 1 litro de nafta súper cada 40 kilómetros, los repuestos son baratos comparados con cualquier moto más grande y se consiguen en cualquier lado, incluso fuera del país. El mantenimiento es tan sencillo que no se necesitan herramientas raras ni mecánico para hacerlo, cualquiera lo podría hacer”, describió.
La santotomesina Sofía Lugón recorre el país mientras genera contenido para sus redes sociales.
“Otra ventaja muy importante a la hora de viajar es la comodidad. Al tener el asiento ancho es muy cómoda. Es bajita y liviana lo que en cualquier caso es una ventaja enorme, sobre todo para maniobrar o ante una emergencia que haya que levantar la moto o transportarla a algún lado”, aclaró.
Aunque también, hay cosas en contra: “De las peores desventajas que le veo es que al ser una moto de ciudad va muy mal en caminos de ripio, empezando por la cantidad de plásticos que tiene que se aflojan todos y ya perdí varios tornillos y también por la suspensión que no amortigua como lo haría una moto tipo enduro y causa mucho dolor de espalda en esos caminos. Además, por la misma ciclística en ripio es muy inestable y es más probable sufrir una caída”, reconoció.
“Otra desventaja de querer usar una moto tipo CUB (del inglés Cheap Urban Bike, o lo que es lo mismo, motocicleta urbana barata) para viajar, es conseguir anclajes para el equipaje. Al no ser motos que se utilizan usualmente para eso, viene muy poco prefabricado, por lo que sí o sí hay que mandar a hacer todo con un herrero. Y por último, pero no tan relevante, tiene un tanque de combustible de solo 4 litros que suele rendir unos 160 kilómetros lo que en algunas rutas desoladas sobre todo de la Patagonia y el norte no alcanza para llegar a la próxima estación de servicio. Lo bueno es que al tener un baúl enorme bajo el asiento te permite llevar un bidón de hasta 5 litros y aumentar el rendimiento a 360 kilómetros”.
Pondera que “existe una comunidad hermosa detrás de las dos ruedas” que no vio en ningún otro lado, “llena de amor, solidaridad, compañerismo y hermandad”, por lo que elige –y seguirá eligiendo- la moto siempre. “No me veo manejando ni viajando en otro vehículo”, aclaró.
Conexión
“Pandita”, dio sus primeros pasos acompañada de una pareja anterior y luego emprendió viajes sola, aunque en muchos tramos conocía gente que la acompañaba. “Hice viajes con amigos y actualmente viajo de vez en cuando con mi esposo, pero mis mayores proyectos son viajes que emprendo sola”.
Asegura que “hay toda una mística en viajar en moto” que solo al que le apasiona este estilo de viaje y de vida llega a entender: “Cuando vas en la ruta solo con tu moto experimentas cosas que con un auto, camioneta o bus, no te pasa. Tenés un campo de visión completo de lo que te rodea y aprecias cada detalle del paisaje. Sentís el viento, el sol, sufrís el frío, el calor, la lluvia y lo más duro del clima”.
La santotomesina Sofía Lugón recorre el país mientras genera contenido para sus redes sociales.
Pero valora, que “aunque parezca algo malo” en realidad son “experiencias únicas e inolvidables”. “Te hacen dar cuenta de todo lo que podés soportar y que nada es tan malo. A parte de estar en contacto con la naturaleza, viajar en moto te hace estar en contacto con la gente. Siempre que paro en algún lado a descansar o cargar nafta hay alguien a quien le llama la atención la moto toda cargada de equipaje y les entra esa curiosidad de preguntarte ¿A dónde vas?, ¿De dónde venís? Y se crean charlas y hasta amistades muy bonitas”, sostuvo.
Entre las cosas “a favor” de viajar en moto, Sofía pone en primer lugar el ir en la ruta sola escuchando su música con el ruido del motor de fondo, “cantando como loca o a veces charlando y reflexionando conmigo misma dentro del casco”. “Son momentos de pura intimidad que te permiten conocerte mejor y estar a gusto en soledad”.
Y agrega: “Creo que es el vehículo más práctico, accesible, pequeño, económico y sobre todo divertido. La moto me dio mucha independencia y me enseñó muchas cosas. Aprendí a manejarme sola, a apreciar mi tiempo, mi vida y aprendí mecánica, lo que me hace sentir más confiada a la hora de viajar. Me dio cientos de amigos y familia del corazón por todo el país. A través de la moto conocí al amor de mi vida y actual esposo”.
Con esta moto, recorrió toda la costa de Argentina por la ruta 3 atravesando la estepa patagónica desértica hasta llegar a Ushuaia, que además de ser el sueño de todo motoviajero y el “Fin del Mundo” es un lugar paradisíaco. “De lo más hermoso que vi en vida. Montañas nevadas, lagos de colores brillantes, bosques super verdes y flores de mil colores, una locura. De ahí comencé la vuelta por la ruta 40, empezando por los 260 kilómetros de ripio que hay que hacer para llegar al kilómetro 0 en Santa Cruz, seguidos de otros 95 kilómetros de ripio yendo a Río Turbio y pasando los famosos 73 malditos yendo a Gobernador Gregores. Recorrimos gran parte de la Patagonia por la ruta 40 hasta Bariloche, Río Negro”.
Y siguió: “Siempre digo que lo que más disfruto en un viaje son los caminos más que los destinos y los más fascinantes y emocionantes que hice fue el paso Garibaldi en Tierra del Fuego, los caracoles de Villavicencio junto con la ruta 7 hasta el Cristo Redentor de Los Andes en Mendoza y la Cuesta del Portezuelo en Catamarca. Son de esos caminos que, a mi parecer, no se disfrutarían tanto si no los haces en moto”.
La santotomesina Sofía Lugón recorre el país mientras genera contenido para sus redes sociales.
Monetizar las redes
Como muchas personas que se dedican a esto de viajar en moto, Sofía lo refleja diariamente en Instagram y en YouTube, desde donde logra generar ingresos y también, sumar equipamiento o indumentaria. Si bien los primeros viajes los solventó con ahorros y un alquiler mensual por un inmueble que posee, la idea es poder costear los viajes trabajando a través de las plataformas (o de lo que pueda).
Si es a través de internet, puede monetizar los videos que sube a YouTube (que a esta altura le da un ingreso cada algunos meses en su canal PanditaOnRoad que supera los 23 mil suscriptores) y haciendo publicidad en Instagram (15 mil seguidores) para alguna empresa que esté interesada en promocionar sus productos, vendiendo algo en el camino o trabajando en algún lugar de lo que sea. “Hay muchísimas opciones a la hora de generar dinero viajando y al contrario de lo que piensa la mayoría, se gasta menos dinero viajando que viviendo fijo en un lugar, solo hay que encontrarle la vuelta”.
En la red social que está más activa y más actualizada es en Instagram (panditaonroad), donde sube fotos y videos de todos sus viajes. A la gente le suele gustar mucho ese contenido y apoya a través de donaciones en Cafecito.app, lo cual ayuda y siempre agradece un montón.
“Quisiera tener un sponsor de alguna marca que realmente me guste y me sienta cómoda trabajando. Mis críticas a cualquier producto o marca siempre van a ser completamente sinceras porque mi objetivo principal es alentar y ayudar a los demás motoviajeros a viajar con cosas que le sean realmente útiles y de calidad y si hay alguna marca que cumpla con esos mismos objetivos estaría feliz de trabajar con ella. Actualmente estoy hablando con algunas empresas, pero todavía no hay nada formalizado”, amplió.
Por delante
Hoy por hoy, se encuentra en su casa en Funes, con el esposo (también motoviajero), esperando a que pase un poco el invierno para retomar viaje a fines de agosto. La idea es volver a Esquel, Chubut, donde en el viaje anterior faltaron lugares por conocer y de ahí seguir subiendo y recorrer por la ruta 40 hasta la provincia de San Juan. Esto sería hasta noviembre más o menos y en otra etapa hacer el resto de la ruta 40 hasta La Quiaca y de ahí el noreste argentino.
“No tengo un lugar específico en mente a donde quiera llegar. Disfruto muchísimo los caminos. Mi sueño sería recorrer cada ruta y camino del país, un poco ambicioso pero cada lugar nuevo al que llego para mi es un logro y un placer. En ese sentido fluyo con lo que me ofrece la vida y el momento. Si pinta recorrer otro país lo haré cuando sienta que quiera hacerlo”.
Entre las cosas que tiene claras, está no soltar a “Pandita”: “Con todo lo que viví con ella, decidí hace varios años no venderla ni cambiarla nunca. Esa moto morirá conmigo. Obviamente llegará el día en que la tenga que jubilar de los viajes por el desgaste de los años, pero mientras viajaré todo lo que pueda con esa moto”.
De hecho, tuvo una moto más grande, una Bajaj Rouser NS 200cc, y por más “hermosa y potente que sea, con esa moto me di cuenta que la alta cilindrada no es para mi, no para viajar por lo menos”. “Yo mido 1,56 y peso 50 kilos. Y las motos grandes suelen ser eso, grandes y pesadas”.
Por eso, insiste: “A fines prácticos si quiero viajar sola por mucho tiempo es mucho más cómoda una moto bajita y liviana que pueda maniobrar fácilmente y que no sea imposible de levantar en caso de alguna caída. Si tengo otra moto para viajar sería una de tipo enduro que me permita andar por caminos de ripio más rápido y cómoda, pero no mayor a 150 de cilindrada, por eso me gustaría mucho tener una Honda XR algún día”.
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