Pablo Rodríguez
Se trata de una joven oriunda del sur provincial. Desde el primer día, reflejó en redes sociales la evolución de su cuadro médico. “Por momentos sentía que me moría en terapia intensiva, por otros luchaba hasta más no poder para vivir”, admitió.
Pablo Rodríguez
A finales del 2020, Brunella Rufino, una joven santafesina que por aquel entonces tenía 25 años, sorprendía a la provincia con su duro testimonio: había sufrido un ACV. Tuvo que empezar su vida otra vez de cero, aprendiendo a caminar, hablar, escribir, comer y gesticular.
Hoy, con 26, la oriunda de Elortondo dejó atrás gran parte de la recuperación para superar ese accidente cerebrovascular y fue despedida del centro donde realizó la rehabilitación, “Pilares del Rosario”, como lo que es: una sobreviviente y una luchadora.
“Me toca finalizar una etapa de mi vida donde me encontré personas hermosas, donde me hice amigos y compañeros maravillosos”, dijo en primer lugar en una publicación realizada en la red social Instagram, que rápidamente se llenó de comentarios y muestras de cariño.
“Agradezco mucho todo lo que hicieron por mí. Volví a nacer. No escribía, no caminaba, ni siquiera podía expresarme. Usaba pañales y gracias a ustedes hoy puedo hacer todo eso y más”, remarcó. “Los voy a extrañar muchísimo a todos, gracias por sacarme adelante, los quiero mucho”, destacó en su posteo, dedicado especialmente a los profesionales que la asistieron y a las personas que estuvieron a su lado en este tiempo.
Ahora, según contó a este medio, completará una etapa más cerca de su casa, en Venado Tuerto. Lo hará en el Centro Interdisciplinario del Adulto Neurológico “INKA”, donde se realizan tratamientos intensivos de alta calidad terapéutica con tecnología en rehabilitación de primer nivel, en jóvenes y adultos con trastornos del sistema nervioso central o periférico, tanto en su fase aguda como crónica.
El comienzo
La historia empezó el 22 de septiembre del 2020, cuando almorzaba junto a su familia. Empezó a darse cuenta de que no hablaba bien, luego se acostó y sorprendió a todos cuando no podía caminar. Enseguida la trasladaron a la guardia del Hospital del pueblo y de allí, la derivaron de urgencia a Rosario, donde llegó en estado crítico. Ingresó directo a terapia intensiva y permaneció ahí bajo cuidados especiales, hasta el 25 de septiembre de ese año.
En una anterior entrevista brindada a EL Litoral, Brunella había reconocido que en su familia no había antecedentes similares y que los médicos le explicaron que pueden haber sido varios los causantes del ACV. Desde entonces, le prohibieron tomar anticonceptivos (por la cantidad de hormonas), fumar o beber alcohol.
“Creían que esa suma puede haber sido la causante del ACV, acompañado de poco descanso o stress. Quiero hacer hincapié en esto y sobre todo en el tema de los anticonceptivos, para que las mujeres consulten a sus ginecólogos”.
De hecho, profesionales de la salud consultados por este medio, aseguran que la combinación entre tabaco y anticonceptivas es “explosiva” y que es importante la prescripción por un especialista de estas pastillas. “A cada mujer le corresponde una anticonceptiva diferente”, afirman.
Contrapunto: secuelas y buenas noticias
Entre otras cosas, Brunella perdió el control de esfínteres en un primer momento (luego de abandonar el quirófano) y luego el habla por varios días. Debió rehabilitar la pierna derecha y el brazo del mismo lado, y aprendió a escribir con la mano izquierda. La pasó rodeada de especialistas en kinesiología, fonoaudiología, psicología, enfermeras y terapistas ocupacionales.
Pero en todo lo malo, también rescata lo bueno: “Conocí en el camino gente maravillosa. Me trataron muy bien. Hice muchas compañeras y amigas”. Y cerró: “Me quedan las residencias y dos materias para terminar el profesorado de Educación Primaria, que en definitiva, es lo que más deseo para este 2022”.