El sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede perjudicar a la salud. Una forma de medir este trastorno es en base al llamado índice de masa corporal (IMC). Este se calcula dividiendo el peso en Kg de una persona por el cuadrado de su talla en metros.
Para el caso de adultos, una persona con un IMC mayor o igual a 25 se considera con sobrepeso, mientras que un valor igual o mayor a 30 es considerada obesa.
La obesidad es uno de los principales factores de riesgo para muchas enfermedades crónicas como la diabetes, enfermedad cardiovascular, hipertensión arterial y accidentes cerebrovasculares al igual que para varios tipos de cánceres. En el caso de los niños con sobrepeso, tienen mayor riesgo de obesidad en la edad adulta.
La tasa de obesidad se ha incrementado notablemente desde 1975, aumentando casi 5 veces en niños y adolescentes. Afecta a personas de todas las edades y de todos los grupos sociales del mundo. 800 millones de personas en el mundo viven con obesidad. Se cree que la obesidad infantil aumentará un 60% en la próxima década, alcanzando los 250 millones en 2030. En nuestro país, más del 50% de la población tiene sobrepeso.
Cómo prevenir la obesidad y el sobrepeso
Para afrontar y detener el incremento de las tasas de obesidad, se definieron líneas estratégicas de acción:
Control médico periódico, promoción de la lactancia materna y de la alimentación saludable.
Mejorar la calidad de la alimentación y promover la actividad física.
Disminuir la ingesta de grasas y azúcares.
Aumentar el consumo de frutas y verduras.
Incluir en la dieta legumbres, cereales integrales y frutos secos.
Incorporar actividad física periódica
La obesidad es el resultado de un desbalance entre la ingesta y el gasto energético a largo plazo. Por ello, es necesario observar la alteración de peso desde la niñez para evitar que perdure en la edad adulta. En cuanto a los grupos etarios, entre los 20 y 65 años los adultos tienden a aumentar de peso gradualmente. Luego de esta edad, suele observarse una disminución de peso, pero esto es debido a la pérdida de masa muscular.
La dieta rica en grasas y la falta de actividad física son factores modificables que se asocian al aumento de peso. Además, algunas enfermedades pueden estar relacionadas al aumento de peso como, por ejemplo, alteraciones endocrinológicas.
Por esta razón, se recomienda mantener una alimentación equilibrada que incluya vegetales y verduras de diferentes tipos, lácteos descremados, cereales y legumbres. Incorporar el consumo de agua como hábito saludable y disminuir o evitar los alimentos altos en grasas (fiambres, embutidos), azúcares refinadas (gaseosas, golosinas) y también el consumo de bebidas alcohólicas.
Además, es importante realizar por lo menos las 4 comidas principales: desayuno, almuerzo, merienda y cena y finalmente realizar actividad física para mantener un estilo de vida saludable.