Dr. Hugo D. Valderrama | Médico neurólogo - Máster en Neurociencias (Mat. 5010)
Dr. Hugo D. Valderrama | Médico neurólogo - Máster en Neurociencias (Mat. 5010)
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Envejecer no hace al ser humano necesariamente sabio, pero sí experimentado, generalmente en muchos errores y algunos aciertos.
Me ha sucedido en de mi consultorio de neurogeriatría no saber si el paciente tenía que pagarme la consulta, o si yo tenía que pagarle una consulta a él. Dentro del interrogatorio neurológico de rutina debo preguntar cuál fue su trabajo principal y a veces aprovecho a pedir un consejo. Con tiempo y satisfacción, los pacientes mayores me han respondido desde su experiencia en las más diversas áreas a las que cada uno se ha dedicado (construcción, contaduría, electricidad, jardinería, etc..).
Existe el viejismo, que con la edad se “pierden” funciones mentales. No se pierde nada, cuando el cerebro se mantiene saludable. Sí, el cerebro es distinto a otras etapas de la vida. Como es distinto el cerebro del adulto, el niño o el edolescente, con sus ventajas y desventajas.
Es noticia en los medios cuando alguien mayor a 80 años decide estudiar una carrera y logra recibirse. No debería serlo, no tendría que pasar de una mera curiosidad, de por qué plantearse ese objetivo a esa edad y no en otra. Seguramente una curiosidad fundada, en que aún no sentimos como puede movilizar al cerebro, alcanzar un gran “pendiente” a puro disfrute y sin presiones.
Teorías antropológicas afirman, que esos reservorios de experiencia en los cerebros añosos explican por qué la especie humana vive tanto luego del fin reproductivo. Los cerebros de los mayores tienen la función de transmitir lo que no se puede googlear. No solo información, sino también emociones. Enseñar cómo se “pararon” sus sistemas límbicos (red neuronal principal de las emociones) para enfrentar las circunstancias de la vida.
Esa ocupación de transmitir, premia la neuronas con dopamina (neurotransmisor del placer) generando un círculo vicioso de pasión por esa labor, a tal punto que si les preguntan la mayoría lo haría sin esperar nada a cambio. Lo cual no significa que no deba ser correctamente remunerado.
“Equilibrio ocupacional” se denomina a un balance justo en las ocupaciones de la vida. Equilibrio entre puntos como actividades significativas para la sociedad, individualizadas a las capacidades e intereses de la persona, el ocio y el autocuidado…. nada fácil.
¿Quién tendrá mayor potencial para lograr ese equilibrio, alguien menor a 65 años o alguien mayor a 65 años? ¿El que vive en la vorágine de formarse, insertarse, competir, triunfar, convivir con una pareja, mantener y educar hijos (generalmente todo eso junto)? ¿O el que ya pasó por esas etapas?
“Las personas mayores consumen y no producen”. Quizás porque solo les damos la oportunidad de producir por cantidad de tiempo e intensidad del trabajo, en vez de aprovechar la calidad de la experiencia, en el tiempo y momento justo. Tenemos que aprovechar el potencial de equilibrio ocupacional de nuestro mayores.
Existen los más variados programas para la adaptación, desarrollo y ocupacionales, para bebes, adolescentes, jóvenes, adultos… ahí parece que se termina la vida. Se terminaba hace dos siglos, cuando la expectativa de vida en la Argentina era de 50 años. Ahora es de 80 años y en aumento, literalmente toda una vida, luego de lo que denominamos jubilación.
¿Cómo cambiaría el mundo, una pyme, o la vida de un joven, con programas de trabajo para nuestros mayores, creados desde el conocimiento neuro-gerontológico? Para que aquellos que tengan la capacidad y elijan seguir brindado a la sociedad, el cómo llegaron, actuaron y pasaron, los aciertos y errores del pasado.
El “ahora entiendo lo que me decían mis viejos” debería ser menos frecuente con cambios socioeconómicos-culturales que permitan generar y aprovechar un equilibrio ocupacional de nuestros viejos en vida. “Entiendo lo que me dicen mis viejos”, hoy.