Sábado 29.6.2019
/Última actualización 12:43
Hay una frase que dice que “del dicho al hecho hay un largo trecho”. Sin embargo, las Chicas Pink hicieron de esa frase una excepción a la regla: del dicho “habrá que remarla” pasaron al hecho e hicieron del remo una actividad clave en su nuevo estilo de vida.
¿Y por qué nuevo estilo de vida? Porque son mujeres que vivieron en carne propia el cáncer de mama, que escucharon de la boca de un médico que iban a tener que hacer quimioterapia y, en algunos casos, someterse a una mastectomía.
Chicas Pink (o Chicas Rosa) es una agrupación que nació en Santa Fe en 2016 por iniciativa de dos mujeres. Hoy son 15. Se las ve radiantes. Tienen un espíritu que contagia y lucen orgullosas el rosa que las identifica y que también simboliza la lucha contra el cáncer de mama.
“Nosotras somos todas mujeres que directa o indirectamente, ya que amigas nuestras también nos acompañan, estamos vinculadas a la enfermedad y decidimos juntarnos para hacer una actividad física post tratamientos por cáncer de mama”, cuenta Virginia Mezzo.
Para las Chicas Pink el remo es la terapia a seguir después de los tratamientos de rayo y quimioterapia. No importa la edad, cualquier mujer que se encuentre en la etapa final del tratamiento y cuente con autorización médica puede remar. Y es remo, y no otra actividad, “porque está comprobado que con un entrenamiento continuo y progresivo se logra fortalecer torsos y brazos y combatir la inflamación y efectos secundarios que te produce la enfermedad, por ejemplo, sentir la zona de la axila anestesiada”, agrega Virginia.
Sus dichos están avalados en una experiencia canadiense. Según contó, fue un doctor especialista en medicina del deporte el que armó un grupo experimental con mujeres con mastectomías y comprobó los beneficios del remo.
Hoy, las Chicas Pink integran uno de los diez equipos de remo femenino con integrantes vinculadas directa o indirectamente al cáncer de mama. Además forman parte de la Comisión Internacional de Remeras con cáncer de mama y pertenecen al Movimiento Mundial IBCPC en la disciplina bote dragón.
Este grupo de amigas hace remo en la escuela Tupá. Se juntan generalmente los viernes y sábados, o simplemente cuando alguna tiene ganas de remar y lo propone en el grupo de whatsApp. “Después de un cáncer aprendés a valorar cosas que antes no valorabas, como la naturaleza. Lo que a nosotras nos da el riacho Santa Fe y ese paisaje es único. Somos unas agradecidas a la vida por haber tenido la posibilidad de conocer ésto que hoy forma parte de nuestra filosofía de vida, aún sabiendo que surgió como correlato de una dura enfermedad”, finalizó Viviana Cámara, otra de las Chicas Pink.
Si querés contactarte con Chicas Pink podés ingresar a su facebook. Buscalas como Chicas Pink.
“Siempre pensé en positivo”
Luis CetraroVirginia Mezzo, 53 años. Foto: Luis Cetraro
“De chica siempre quise hacer remo. Y sin pensarlo la vida me llevó a él. A los 50 años fui a hacerme el control anual ginecológico, como siempre. Fue ahí donde me detectan un nódulo sólido y arrancaron mis consultas frecuentes al médico. La cuestión es que me hacen la punción y se confirmó el diagnóstico: tenía cáncer de mama.
Por suerte tuve y tengo mucha contención familiar. Pero nunca sabés cómo sigue ésto... Hoy, que tengo 54 años, me hago controles y tomo medicación.
Mi mensaje para todas las mujeres es que respeten los tiempos. Es decir que si la primera mamografía se hace a los 35, que se la hagan. Que no especulen con sentirse bien. Yo no tenía antecedentes, y me tocó.
La operación no fue algo tremendo. Fui feliz y hasta me compré el camisón más lindo que había. Era la primera de cuatro, y yo no lo sabía. Pero siempre pensé en positivo, y eso me jugó a favor”.
“La enfermedad de mi amiga me ayudó a tomar conciencia”
Luis CetraroViviana Marín, 50 años. Foto: Luis Cetraro
“El cáncer de mama me llega indirectamente. Tengo una amiga que padeció la enfermedad y ella fue quien me invitó a sumarme a las Chicas Pink. Y no lo dudé. Sentí que era la forma de acompañarla. Es un grupo hermoso, que las devolvió a la vida a todas ellas.
Yo estoy convencida de que la enfermedad las hizo a ellas aprender a valorar otras cosas. Y a mi a tomar conciencia de los controles. Más que por miedo por prevención”.
“Después de un cáncer valorás más la vida”
Luis CetraroViviana Cámara, 54 años. Foto: Luis Cetraro
“Yo me hacía todos los controles, todos los años. Me acuerdo que en abril de 2014 me hice los controles y todos habían dado bien; pero en Julio me empezó a doler la mama izquierda. Otra vez nuevos estudios y resultados bien. Hasta que en diciembre me palpé algo duro. Sabía que no era algo bueno. Fui al médico y, después de la punción, me dicen finalmente que tenía cáncer de mama. La noticia la recibí el 2 de febrero de 2015. Fue un momento difícil. No tenía antecedentes, ni tampoco otra opción más que enfrentar la situación. Me operaron inmediatamente y el 9 de marzo arranqué con la primera quimio. Soy docente, y ese año me lo tomé. No podía verme sin pelo.
Cuando te dan una noticia así, la cabeza te hace un clic y pensás en lo que hiciste hasta ahora. Valorás más tu vida y disfrutás de todo”.
“Si sos mujer, priorizá tus controles”
Luis CetraroAlejandra Pereyra, 48 años. Foto: Luis Cetraro
“Yo sí tengo antecedentes. Una tía, que salió adelante, y mi abuela, que falleció de cáncer de mama.
En el año 2016, una noche en la que me estoy bañando, me descubro un bulto en la mama izquierda que además latía. Fui a la doctora. En enero de 2017 me hicieron la punción y se confirmó que tenía cáncer de mama, uno bastante agresivo. En marzo arranqué el tratamiento. Hubo que esperar para la cirugía porque tenia en la axila también. Estaba en período de crecimiento y no se podía tocar. Las quimio despiertan terror. Te derrotan. En mi caso fueron fueron 4. Ahora estoy con controles, nada más.
Yo le diría a cualquier mujer que esté dejando pasar el tiempo y no se hace los controles que se priorice. Que sus controles están antes que nada. Después puede ser tarde”.
“Mi marido siempre me insistía con los controles”
Luis CetraroLucila Estrada, 54 años. Foto: Luis Cetraro
“Todos los años, gracias a la insistencia de mi marido, me hacía los controles. Hasta que en uno de ellos salieron células atipias, por lo que el médico sugirió una pequeña intervención para sacar ese tipo de células. Yo externamente no notaba nada. Fue así que me sacaron un pedacito de la mama en una primera intervención. A los seis meses, esa característica en las células persistía y, como no fui dotada de mucha mama, se empezó a hablar de extirpar la mama entera. Era lo conveniente. Uno eliminaba toda posibilidad de que esas células adquirieran características específicas de cáncer. La cuestión es que terminamos en una mastectomía bilateral, o sea de las dos mamas para no correr ningún riesgo. A través de la obra social pude conseguir el reconocimiento de la cirugía y, en simultáneo, la colocación de las prótesis mamarias. Ahora tengo una vida normal, con los controles anuales de cualquier mujer”.