El jabón se convirtió en el primer arma de destrucción del mortal coronavirus... y lo sigue siendo. De hecho, contra Ómicron y su prevalencia en la boca, la saliva y la garganta, el jabón vuelve a la primera línea, esta vez en forma de colutorios y enjuagues bucales. Así lo han demostrados los trabajos del grupo de investigación de la Universitat de València que lidera el catedrático de Bioquímica y Biología Molecular Ismael Mingarro.
Su investigación, publicada en Journal of Oral Microbiology, determina que hay un compuesto en los enjuagues bucales romper la membrana del SARS-CoV-2 y provocan que el virus pierda su capacidad de infectar. "Estos virus, el Covid como la gripe, el rotavirus, el virus del herpes simple o de la hepatitis Bs, tienen una capa lipídica, de grasa, que necesitan para infectar nuestras células. Lo que hace el compuesto que llevan los enjuagues es deshacer esa capa y, por tanto, arrebatarles esa capacidad", explica el profesor Mingarro.
¿Cuál es ese compuesto con tales propiedades? Se llama Cloruro de Cetilpiridinio (CPC) y es un antiséptico para eliminar bacterias y microorganismos más común de lo parece. "Es un surfactante, un detergente, compuesto de moléculas con afinidad al agua y capacidad para deshacer las grasas, por eso deja al Covid sin su cubierta lipídica necesaria", resume. Pero, como advierte este bioquímico, este es el compuesto en el que han centrado su estudio, aunque hay otros análogos presentes en los enjuagues de venta en el mercado que pueden tener propiedades similares. "Lo más probable es que si vas a comprar un colutorio a una farmacia, el que te den lo tenga sin necesidad de mirar la composición", explica.
De hecho, sus trabajos los han hecho por encargo de la compañía Dentaid y en colaboración con su centro de investigación e I+D+I sobre salud bucal. Sus enjuagues tienen este componente y también alguna de sus pastas dentífricas, y esta investigación permite corroborar su eficacia también frente al SARS-CoV-2 que provoca el Covid-19. "Hemos generado partículas pseudovirales que contienen las cuatro proteínas estructurales, el tamaño y la morfología de las partículas del SARS-CoV-2. La única diferencia es que no tienen el material genético, lo que no infectan y podemos trabajar con ellas en el laboratorio con seguridad", argumenta el bioquímico. Su equipo ya había logrado replicar sin riesgo el Nipah, otro virus con una alta tasa de mortalidad detectado en la India que se transmite por fluidos, por lo que vieron posible hacerlo con el Covid.
"Esas partículas vimos que estallaban al contacto con el CPC, algo que algunos trabajos sugerían pero de lo que no había demostraciones directas", apunta Mingarro. Esta comprobación permitiría acabar con el SARS-CoV-2 en la boca y la garganta si se mantiene un enjuague bucal al menos dos veces al día.
¿Es un método que previene de la enfermedad o la cura? Ninguna de las dos cosas, pero sí puede contribuir a evitar la expansión del virus y especialmente de la variante Ómicron. "Los enjuagues son más efectivos con esta variante porque se concentra en la boca y en la saliva más que en las vías respiratorias. Si una persona infectada tiene más carga viral en la boca y se hace enjuagues, la eliminaría y eso no cambia significativamente su estado pero sí baja su capacidad de infectar", admite Mingarro.
El enjuague con colutorios con antisépticos como el CPC ya era recomendado como primer paso en los tratamientos dentales durante la pandemia y los investigadores de la Universitat de València reafirman que puede ser un instrumento útil para evitar la posible transmisión por parte de portadores del virus asintomáticos.