La crisis económica también impacta en la salud mental
Sectores con trabajo formal pero empobrecidos; grupos vulnerables con nulo acceso al sistema privado de salud frente a una altísima demanda a un sistema público colapsado; los efectos de la pandemia; la necesidad de otorgar a este indicador sanitario la importancia que tiene, y una recomendación: siempre buscar ayuda.
La crisis económica también impacta en la salud mental
Hace apenas una semana, un nuevo informe del Observatorio Social de la UCA acaparó la atención de medios de todo el país: la pobreza, que en diciembre de 2023 se ubicaba en una cifra altísima del 49,5 %, llegó dos meses después al 57,4 % por efecto de la devaluación dispuesta por el nuevo gobierno a 48 horas de asumir y por el vertiginoso aumento de precios.
No es un indicador que surgió de un día para el otro ni una situación nueva en la Argentina. La UCA viene relevando las "deudas sociales crónicas" y "desigualdades crecientes" desde el año 2004. Pero no son las variables económicas las únicas que analiza, sino también las condiciones psicosociales en que viven las y los argentinos.
De eso trata el capítulo dedicado al "malestar subjetivo y las carencias en capacidades psicológicas" que la institución viene sosteniendo también desde hace dos décadas y cobra particular relevancia en el actual contexto de crisis aunque, aclaran desde la institución, aún no hay un análisis de los efectos en la subjetividad del primer tramo de la nueva gestión.
El estudio de la UCA está centrado en cuatro indicadores: Malestar psicológico, Creencia de control externo, Déficit de proyectos personales y Sentimiento de infelicidad. Una de las conclusiones a las que llega en el estudio de las últimas dos décadas es que "a lo largo de toda la serie (2004-2023), alrededor de 1 de cada 4 adultos presenta sintomatología ansiosa y depresiva. Se observa también un incremento notorio en los últimos dos años respecto a la serie. El malestar psicológico alcanza su pico máximo en 2023, con un valor de 26,7%".
Imagen ilustrativa. Las personas con menor nivel educativo, las mujeres y el segmento etario de entre 35 a 59 años son las que presentaron mayor malestar psicológico, de acuerdo a las conclusiones alcanzadas por el informe de la UCA.
El Litoral dialogó con Solange Rodríguez Espinola. Investigadora y coordinadora del equipo Capital Humano y Bienestar del Observatorio de la Deuda Social Argentina UCA quien, entre otras cuestiones, destacó la importancia de buscar ayuda, y recordó que a nivel nacional está habilitada la línea gratuita 0800-9990091 que funciona las 24 horas todos los días del año para contención y ayuda en salud mental.
- ¿Cómo puede afectar la crisis económica en la salud mental de la población?
- La salud, en especial la salud mental, refleja el bienestar de una sociedad en que las personas pueden ser más efectivas, tener una proyección a futuro, con mejores recursos para salir adelante. Lo que está sucediendo es que tenemos una sociedad que está colapsando y el deterioro de la salud mental va en aumento.
Más allá de tener un empleo, si no estamos bien no vamos a producir ni vamos a ser felices, que es lo importante en el marco del desarrollo humano y social.
- ¿Aún estamos atravesando los efectos sobre la salud mental de la pandemia por Covid?
- En los estudios a nivel poblacional vemos que la incidencia en la sintomatología ansiosa y depresiva tiene una tendencia estable a lo largo de 2004 hasta la fecha, en situación post crisis de 2001. Cuando llega la pandemia estos indicadores tienen una variación en cuanto a los grupos donde se observan estas condiciones de mayor vulnerabilidad emocional, afectiva y ansiosa.
Respecto a lo que sucede en la pandemia, la posibilidad de morir o que se muera alguien cercano, de la pérdida en el poder adquisitivo o del trabajo, de la intensidad de actividades en el hogar en función de estar encerrados, tuvo una expresión posterior que significó un aumento de estos indicadores de malestar psicológico.
En la medida en que fuimos saliendo de esa situación estos indicadores no decrecieron, sino que fueron en aumento y en el último período estudiado alcanza el valor más alto de la serie de todos estos años que venimos estudiando; 26,7 % en 2023. Con lo cual resignificamos una cantidad de estresores que se suman a la post pandemia, en una Argentina donde la capacidad adquisitiva decrece, los trabajos informales están al tope, o la cuestión de una inflación en aumento, y una planificación económica del hogar que supera lo que puede la persona en función de la situación crítica desde diciembre a esta fecha.
La expresión habitual es que cuando uno tira mucho de la soga, se empieza a deshilachar en función de estas condiciones en las cuales, si bien se encuentran algunas formas de supervivencia, hay cosas que empiezan a impactar en la salud mental. Especialmente hablamos de grupos vulnerables como las mujeres; las personas adultas que son responsables del hogar y están entre los 35 años a 50, y una franja de población de sectores económicos medios que atraviesan estos cambios que alteraron sus condiciones de vida impactando en su salud mental.
- ¿Cómo buscar ayuda teniendo en cuenta que los costos de atención son altos y el sistema público de salud no alcanza a dar una respuesta a una demanda creciente?
- Ese es un gran tema. El acceso a la salud está colapsado, la demanda en salud mental ha aumentado en forma considerable pero no alcanza la respuesta desde el Estado, e incluso desde lo privado donde también observamos cierto desajuste. No todas las personas que tienen alta sintomatología ansiosa y depresiva están recibiendo atención en salud mental, sea porque no la identifican, no la buscan o no pueden acceder a ella.
Solange Rodríguez Espinola. Investigadora y coordinadora del equipo Capital Humano y Bienestar del Observatorio de la Deuda Social Argentina UCA.
Por otra parte, al ser más accesible a personas con algún ingreso, queda más acotada a cierto nivel económico dejando más espacio de falta de atención y garantía de acceso a los sectores más vulnerables.
Es posible que la persona esté angustiada, tenga problemas ansiosos o habite un hogar donde alguno de los miembros padece una situación de salud mental, pero ésta no es identificada como tal y no se busca ayuda. O se entra en una instancia en la cual todo se aguanta, todo es "parte de la vida", y no hay conciencia de que es necesario tener un bienestar emocional, y que eso tiene que estar garantizado por derechos mínimos de acceso a la salud.
Es importante aclarar que en personas mayores los controles en salud fueron postergados en pandemia por un colapso del sistema y la imposibilidad de acceder a los cambios tecnológicos, tema que pudieron superar quienes tenían asistencia o ayuda. Con lo cual, en personas mayores la asistencia a una consulta médica no repuso los niveles previos a pandemia, sino que han dejado de asistir a un control en el año. En este mismo sentido se ubica la cantidad de gente que ha dejado de comprar medicamentos y de hacer tratamientos médicos en función de a restricción económica frente a las necesidades básicas.
- ¿Se tiende a un mayor individualismo en condiciones como las actuales?
- El individualismo en la sociedad está, si bien se observa que en la Argentina, en situaciones de crisis, hay una mayor interacción de unos por otros, una empatía o construcción social de ayuda mutua que es un efecto protector en la salud mental. Trabajar por otro crea bienestar en los individuos, resulta una red de apoyo y una condición de bienestar personal frente a la ayuda hacia el prójimo.
Somos una sociedad participativa, aparecen una mayor cantidad de grupos con formas de emprender, asociarnos y relacionarnos en función de necesidades. Sin embargo tenemos una historia como sociedad que hace que determinados aspectos impacten con mayor pesimismo o con el efecto de "esto ya lo vivimos" que hace que muchas veces nos haga caer en un pozo e inacción o de no saber cómo resolverlos porque desde lo personal uno nada contra la corriente del contexto.
- ¿En este contexto, tiene más importancia fortalecer los vínculos sociales?
- Los vínculos sociales son un efecto protector, de asistencia y detección sobre todo en salud mental ya que muchas veces la persona no tiene la capacidad para buscar ayuda o no visualiza que tiene un problema, con lo cual muchas veces es ese otro el que ve o busca ayuda. Tener una red social de apoyo es sumamente importante para la salud mental.