Miércoles 21.9.2022
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"¿Pensaste en donación?", interroga el cartel desde la puerta de la Unidad de Procuración y Trasplante del Hospital José María Cullen. Allí, la Dra. Eugenia Chamorro, coordinadora del Cudaio en ese efector de salud, explica la razón por la que es necesario pensar y decidir en un tema sobre el que pesan varios mitos y una certeza: "Es más probable que estemos en una lista de espera, aguardando por un órgano que en situación de donar".
La explicación está en los números: de cada 1000 fallecidos, 5 pueden ser donantes, mientras que 14 personas ingresan cada día a las listas de espera del Incucai.
La ley nacional 27.447, conocida como Ley Justina, dinamizó este proceso al establecer que toda persona mayor de 18 años es donante de órganos o tejidos salvo que haya dejado constancia expresa de lo contrario.
Fuera de esa decisión se podría pensar que la procuración de órganos no reviste mayor dificultad: si no está expresada la voluntad contraria, todos somos donantes. Sin embargo, hay una tarea de acompañamiento, diálogo y concientización de la comunidad en general y de la familia en particular una vez que se produce el deceso de un ser querido. En esa tarea y en la aceitada coordinación que involucra un trasplante trabaja, desde hace un par de décadas, Chamorro.
"No se toma conciencia de la importancia de donar órganos si no le ocurre a alguien cercano", advierte la médica cirujana Eugenia Chamorro, integrante de la Unidad de Procuración y Trasplante del Hospital Cullen. Crédito: Flavio Raina"Al lado de Oftalmología, frente al bar" está la Uprot. Allí es la cita con El Litoral para repasar algunos temas que siguen pendientes, más allá de la ley sancionada en 2018. "Antes del año 2000 se pedía autorización a la familia de la persona fallecida para que autorice la ablación. A partir de 2005 con otra ley que estuvo vigente antes de la actual, el artículo 19 bis establecía la figura del donante presunto, por lo que había que pedir testimonio a la familia para saber qué había manifestado esa persona antes de fallecer.
Con la nueva norma, "primero se le informa a la familia del fallecimiento y después de la posibilidad de donación".
"Una muerte es una noticia de alto impacto que puede generar diversas emociones. Para informar hay que tener cierto entrenamiento y herramientas; sobre todo, la empatía para ponernos en lugar de esa familia", señala Chamorro desde la Unidad que fue creada en el año 2012.
El proceso de donación, procuración y trasplante tiene que cumplir una serie de pasos logísticos articulados que no se pueden alterar ni obviar, informa: "Primero es necesario establecer si la persona fallecida puede o no ser donante. Una vez certificada la muerte se informa a la familia".
El Cullen es uno de los hospitales pioneros en el país en procuración de órganos y la provincia lidera, junto con Buenos Aires y Córdoba, la práctica dentro del país.
La unidad está conformada por médicos del hospital, en general terapistas, "y más allá de la actividad de generar donantes, tenemos que capacitar y difundir sobre donación dentro del hospital".
- ¿La familia se puede negar a la donación de órganos?
- No hay margen para eso. Cuando la familia se niega, en realidad a lo que se está negando es a la noticia de la muerte. Por eso nuestro abordaje es, primero, para contener esa reacción y lograr que comience el duelo que se inicia con la aceptación. Luego se va anoticiando de la posibilidad de donación.
- No siempre es posible esa donación.
- No siempre. Primero, si la persona que falleció registró su oposición a ser donante esa decisión se respeta.
En el Registro Nacional de Donantes (Renadon) casi el 80 % de quienes se manifestaron están a favor de la donación y un mínimo porcentaje está en contra. Esa información está en un sistema que registra toda la actividad de procuración y trasplante.
- La manifestación expresa de la negativa es una razón por la que la donación no es posible. ¿Cuáles son las otras?
- Existen contraindicaciones médicas. Puede ocurrir que la persona fallecida tenga patologías que impiden la donación (el Covid fue una contraindicación). Entonces, debemos tener la seguridad de que ningún órgano que se pueda procurar tenga una enfermedad transmisible para un receptor. Además, pueden existir contraindicaciones legales, como el caso de que se trate de una paciente que está cursando un embarazo, o casos de muerte dudosa que requieren una autopsia del cuerpo.
- Más allá de la ley, ¿Hay mayor conciencia acerca de la importancia de la donación de órganos?
- Creo que sí pero la clave está en la difusión continua, no por una campaña específica, porque todavía hay mucho desconocimiento. Y cuando se desconoce hay temor y no se puede decidir. Entonces, la información permite desmitificar.
- ¿Cuáles son esos mitos, por dónde tendría que apuntar una difusión correcta?
- Primero, no se toma conciencia de la importancia de donar órganos si no le ocurre a alguien cercano. Y en realidad, es más factible que estemos en una lista de espera, necesitando un órgano para vivir o mejorar nuestra salud, que en situación de donarlo. De cada 1000 personas fallecidas, 5 pueden ser donantes. Mientras tanto, ingresan 14 pacientes por día a lista de espera en el país. La balanza es muy dispar.
Por otro lado, la ablación es posible en personas fallecidas, pero el mito es que "te matan" para sacarte los órganos. Eso es imposible porque la primera misión del médico es salvar una vida, pero cuando el daño es irreversible y el paciente muere se establece la necesidad de la donación; no antes.
Generalmente, quienes están en condiciones de donar son personas con daño cerebral irreversible por traumatismos, sea por accidente de tránsito o hemorragias severas.
Además, en un proceso de procuración y trasplante interviene una cantidad significativa de personas de todo el país. Porque es probable que el órgano que se procura en Santa Fe sea trasplantado a una persona que vive en otra provincia. En el último operativo excepcional que se desarrolló hace unas tres semanas intervinieron 100 personas de todo el país. Fueron seis equipos: uno por cada órgano, de ellos, 5 eran para otra provincia y se requirieron 6 vuelos sanitarios.
Solamente se ablacionan los órganos a los cuales se asigna un receptor. Esos órganos posibles de trasplantar son pulmón, corazón, hígado, páncreas, intestinos y riñones. Y los tejidos son córneas, válvulas cardíacas y huesos.
- ¿Qué pasos siguen luego de informar a la familia?
- Luego de hacer la contención de la familia de la persona fallecida y de informar sobre la posibilidad de que sean donados los órganos, se denuncia al Incucai, se informan las características del donante (edad, serología, estudios por imágenes de los órganos) y el organismo nacional abre las listas de espera. Hay una lista por cada órgano. Es un operativo que requiere de una comunicación muy rápida y ajustada.
- ¿Qué cambió en los 20 años que estás en esta función?
- Las mejoras fueron las políticas que se establecieron para que esta sea una actividad más dentro del hospital. La Unidad funciona desde el año 2012 y esta es una actividad médica asistencial. Cuando hay un potencial donante tenemos doble responsabilidad: por un lado para ofrecer a los pacientes que están esperando la mejor calidad de órganos, y por el otro con la sociedad para darle una oportunidad.
- ¿La ley fue un avance significativo?
- Si, en el sentido de que tuvo un gran impacto. Se sancionó en agosto de 2018 y en 2019 se observó un descenso marcado en la negativa, de un 40 % se pasó a un 16 o 18.
El acto de donar es altruista, solidario y gratuito. Para mi el gesto más grande de la persona es manifestarse como donante.