Dr. Hugo D. Valderrama*
Dr. Hugo D. Valderrama*
Este experimento es simple y sorprende. Escuche el audio...¿para usted dice yanny o laurel? (escuchará la pronunciación en inglés, pero no hace falta saber nada de inglés para diferenciarlas). Comparta el audio con otras personas, en algún momento alguien le responderá que increíblemente escucha la otra palabra, la que usted no escucha para nada y que es totalmente distinta. Luego lo invito a que continúe con esta columna, para comprender cómo es esto posible en la biología de nuestros cerebros.
Quizás se esta preguntando, ¿pueden influir variables externas que modifiquen este audio? Sí, puede pasar, por ejemplo, por el tipo de parlantes, el volumen o que interfieran sonidos del ambiente. Pero aún así, quitando estas variables, al oírlo un grupo de las personas en simultáneo, del mismo parlante y en el mismo lugar, pueden responder que escuchan palabras diferentes.
Para explicarle, voy a relacionar la respuesta con nuestra visión, y esto ayudará a entender también nuestra audición. ¿Existen los colores en nuestro mundo o en el universo? La respuesta es no. Los objetos no tiene color. Solo existen en su cerebro. En el universo simplemente hay radiaciones de luz (electromagnéticas) que se absorben o “rebotan” en los objetos. Cuando las radiaciones que rebotaron en un objeto llegan a sus ojos, las células de su retina la transforman en impulsos electroquímicos, para poder viajar hasta las neuronas. Sus neuronas le darán una interpretación, crearán un color y se lo asignarán a esa frecuencia de luz. De hecho, algunas especies animales crean colores que los humanos no podemos imaginar.
Steven Shevell, neuropsicólogo investigador de la Universidad de Chicago, especializado en el color y la visión, afirma que “el color es construido por el cerebro, de la misma forma que son construidos los significados de las palabras. Sin los procesos neuronales no seríamos capaces de comprender los colores de las cosas, al igual que somos incapaces de comprender una lengua que no conocemos”.
¿Entonces, si todo es interpretación de nuestro cerebro, como coincidimos en lo que nuestros sentidos captan habitualmente? Por suerte, la arquitectura base del cerebro es similar en todos los humanos. En lo pragmático, los estímulos sensoriales serán interpretados de manera similar o igual, excepto…. aquellos que a nuestras neuronas les resulten ambiguos. Palabra clave: ambigüedad.
Evolutivamente, nuestro cerebro aprendió a tomar decisiones automáticas inconscientes, frente a determinadas ambigüedades. “Yanny” y “lauren”, aunque sean palabras que no aparentan escucharse similares, las frecuencias sonoras que fueron utilizadas para pronunciarlas en este audio en particular, si lo son. Su cerebro tomó esa decisión: si escuchó “lauren”, priorizó la mínima diferencia de frecuencias graves, si por el contrario escuchó “yanny”, las agudas. Así es, su cerebro eligió sin preguntarle nada.
¿Y qué factores pueden llegar a influir en nuestro cerebro para que tome la decisión? Algunos posibles: si escuchamos “lauren” o “yanny” o sonidos similares antes, en qué contexto y a qué lo asociamos; cuántas veces escuchamos el audio, ya que nuestro propio cerebro puede llegar a priorizar distinto con las repeticiones; nuestros estados de ánimo, cambiando el balance de los neurotransmisores que alteran la elección inconsciente.
Los mismos principios explicados en esta columna se aplica a imágenes ambiguas que se han viralizado como “el vestido dorado o azul” o “las zapatillas rosas o grises”, en las cuales al observarlas se prioriza una frecuencia de luz sobre otra.
Albert Einstein afirmaba, “La realidad es simplemente una ilusión, aunque una muy persistente”.
*Médico Neurólogo - Master en Neurociencias (mat. 5010)