Lunes 22.7.2024
/Última actualización 13:12
En Argentina, 1 de cada 3 personas con más de 20 años presenta un problema de salud mental, y uno de los más frecuentes son los trastornos de ansiedad. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), son las afecciones mentales más comunes a nivel global. En este contexto, el grupo de investigadores de Neurobiología Molecular del Instituto de Investigación en Biomedicina de Buenos Aires (IBioBA) identificó un blanco molecular totalmente nuevo que podría utilizarse como objetivo terapéutico.
El laboratorio liderado por Damián Refojo publicó sus hallazgos en la revista científica Science Advances. En concreto, lo que lograron fue caracterizar funcionalmente un subtipo específico de ARN denominado “circular”, que es especialmente abundante en neuronas y que está presente en las sinapsis. Se denomina circTulp4 y es una molécula que era prácticamente desconocida y de la que a partir de este trabajo se sabe que funciona como un promotor de la neurotransmisión sináptica, es decir, la base de la comunicación entre neuronas, explican desde el sitio del instituto.
“Cuando estos trastornos son severos son muy limitantes en la vida de las personas. Para ello suelen estar disponibles algunos tratamientos farmacológicos que disminuyen los niveles de malestar y padecimiento. El conjunto de fármacos disponibles hasta ahora utiliza como blancos algunas proteínas cerebrales que regulan la comunicación entre las neuronas, pero muchas de ellas tienen efectos no deseados, tanto en efectividad como el hecho de que pueden producir adicciones”, explica el principal autor del estudio, Sebastián Giusti.
Grupo de trabajoAunque la ansiedad es una emoción necesaria, cuando es excesiva puede convertirse en un problema. Como tal, es causada por una combinación de factores biológicos y eventos de la vida, aclara la Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad (AATA). Al respecto, Giusti suma que “si bien hay un aumento en los casos de trastornos de ansiedad y muchos de los determinantes de esos trastornos no son sólo biológicos, sino también sociales, ambientales, etc., consideramos que el abordaje frente a estos trastornos también tiene que tener múltiples orígenes”.
—¿Cómo se originó el hallazgo?
—Inicialmente, nuestro trabajo comenzó lejos del ámbito de la ansiedad y del estrés. Nosotros nos propusimos identificar cuál es el rol de unas moléculas que se habían descrito hace poco, pero que se desconocía su función, que se llaman ARN circulares. Sabíamos que son muy abundantes en el cerebro y decidimos intentar descifrar cuál es su función. Para ello utilizamos un conjunto amplio de técnicas, que involucró la generación de ratones genéticamente modificados.
Aunque la ansiedad es una emoción necesaria, cuando es excesiva puede convertirse en un problema.—Nos encontramos con que, además de regular la velocidad con la que se comunican las neuronas, esta molécula influye en el comportamiento de los animales. En el modo en el que estos reaccionan ante estímulos que pueden ser aversivos o estresantes.
—Que induce el miedo en los animales. Y esto nos permitió concluir que este ARN circular participa del funcionamiento de los circuitos cerebrales que les permiten a los animales reaccionar frente a estos estímulos aversivos.
—¿Qué aplicaciones podría tener el nuevo conocimiento?
—Desde la pandemia de COVID-19 se ha demostrado que este tipo de moléculas puede utilizarse como un fármaco, que puede ser administrado de manera segura a los humanos. Y a diferencia de lo que ocurría con las vacunas que codificaban para la proteína spike, esos ARN, que son lineales, tienen una vida media reducida. Es decir, son introducidos en un ser humano luego de un tiempo relativamente corto, son degradados y ya no cumplen más su función. Los ARN circulares con los que nosotros trabajamos tienen una vida media mucho más prolongada. Entonces, se abre la posibilidad de utilizarlos como agentes terapéuticos.
Este artículo fue originalmente publicado en RED/ACCIÓN y se republica bajo el programa Periodismo Humano.