Una vez que se tiene el diagnóstico se deben hacer algunos cambios en la alimentación debido a que no se debe consumir gluten. Proteína que está presente en cuatro cereales: trigo, centeno, cebada y avena (de ahí surge la sigla TACC).
Vivir sin conocer lo que se está padeciendo genera más incertidumbre, muchas veces, que la enfermedad en sí. La celiaquía puede producir variados síntomas y eso lleva a que haya una confusión en el diagnóstico y en consecuencia una demora en la detección de esta patología.
Para conocer en carne propia lo que implica este proceso, El Litoral dialogó con Lisa Kozlowsky, le detectaron la enfermedad a los 21 años, pero las manifestaciones estuvieron desde siempre.
“Cuando yo era chiquita- comenzó contando Lisa- tenía anemia y si bien recurrí a varios médicos no encontraban ningún antecedente de esa anemia”.
Pasó el tiempo y a los 20 años se presentaron síntomas de rechazo a la harina. La entrevistada contó: “me encantaba comer todo lo que era masita, galletitas, pero a los 21 años empecé con constipación y diarrea oscilaba entre esas cosas, de tanto estar así apareció nuevamente la anemia. En ese tiempo vivía en Rosario y me vine a Santa Fe porque me había aparecido una erupción en la piel, entonces recurrí a los médicos de acá. Pero nadie pudo detectar la celiaquía porque cada médico lo veía desde su óptica. Hasta me dijeron que podía ser un cáncer y me iban a hacer una punción medular, después un gastroenterólogo cirujano me dijo que era una intolerancia a la lactosa”
Entonces -siguió contando Lisa-con el arsenal de estudios que le habían hecho fue a un médico clínico que le habían recomendado en Rosario. El profesional después de ver toda la batería de análisis me dijo “estoy seguro que esto es una celiaquia”. Yo tenía 22 años, no entendía lo que me estaba diciendo en ese momento, hace 19 años atrás, pero fue un alivio que detectasen lo que era, ponerle nombre a esa incertidumbre que me estaba atravesando. Hacía dos meses que estaba en cama, sin fuerzas por los vómitos, comía y enseguida vomitaba no asimilaba nada, entonces fue un alivio que le pongan nombre a lo que yo tenía.
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Foto: Gentileza
Una vez que se conoce el diagnóstico se deben realizar cambios en la vida cotidiana, sobre todo en la alimentación.
“Para mi sorpresa, en ese momento, no solamente era la harina lo que yo debía excluir de mi alimentación. Porque el gluten, que es lo que al celiaco nos perjudica, está presente no solamente en las harinas sino en muchos panificados, embutidos, pasta de diente, cremas corporales que pueden tener trigo, avena. Entonces eso fue un aprendizaje, uno tiene que rediseñar todos los hábitos adquiridos”, comentó Kozlowsky
Para poder comprender y transitar esta nueva etapa de su vida, Lisa empezó a asistir a asociaciones de celíacos. “Fueron de gran apoyo porque ahí pude contener todas mis emociones, pude ver que no era la única, me pude sentir contenida. Me enseñaron desde cómo hacer un pan, masitas”
Recordemos que hace 19 años atrás no existía la oferta que hay hoy para el consumidor celíaco, no había una gran distribución de productos.
Por otra parte, las asociaciones de celíacos -lograron después de mucho tiempo -que en los lugares de paso como las estaciones de servicio, en los ómnibus y demás haya un menú, aunque sea un menú para celíacos.
Ante la duda no lo consumas
El gluten está presente en muchos productos de la vida cotidiana -cremas, pastas de dientes, lácteos, mermeladas- :“A partir del momento en que supe que tenía celiaquía empecé a consumir el producto que tuviera el logo y hay un lema de los celíacos apenas te diagnosticás que es, “ante la duda no lo consumas, porque puede contener vestigios de gluten y te puede afectar el organismo”, relató Lisa