Es en el marco del Día Mundial contra las Hepatitis Virales, que se conmemora este viernes. Los testeos son hasta el viernes, sin turno previo, en el Cemafe, el Iturraspe y el MIT. El operativo se despliega en 18 provincias.
En el marco del Día Mundial de las Hepatitis Virales, que se conmemora este viernes 28 de julio, durante toda la semana habrá actividades de concientización y detección en Santa Fe y a nivel nacional. La Sociedad Argentina de Hepatología (SAHE) lanzó una campaña de detección de hepatitis C que incluye testeos gratuitos desde el lunes 24 al viernes 28 de julio -sin turno previo- en 68 puntos de testeo de 18 provincias del país.
En la ciudad de Santa Fe los puntos de testeo son tres: el Cemafé, el hospital Iturraspe y el laboratorio del Grupo MIT. Mientras que en Rosario, se pueden realizar los testeos gratuitos en el hospital Centenario y en la Plaza San Martín.
De la iniciativa participan además las provincias de Buenos Aires, Catamarca, Chaco, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa, La Rioja, Misiones, Neuquén, Río Negro, Salta, San Juan, San Luis, Santiago del Estero, Tierra del Fuego, y Tucumán. También se realizan los testeos en CABA.
“La hepatitis C es una enfermedad que la mayoría de las veces no da síntomas, por eso es tan importante realizarse el test por lo menos una vez en la vida. Campañas como la que estamos lanzando a nivel nacional son oportunidades inmejorables para hacerlo. Si el testeo -que es rápido e indoloro- da negativo, la persona sigue con su vida. Si, en cambio, da positivo y luego se confirma el diagnóstico, los profesionales de la salud la acompañaremos para que pueda curarse y evitar complicaciones potencialmente severas a futuro”, sostuvo Sebastián Ferretti, presidente de la Sociedad Argentina de Hepatología (SAHE).
Preocupa el elevado subdiagnóstico en Argentina y en el mundo. Se calcula que -en nuestro país- entre 6 y 7 de cada 10 personas que tienen el virus lo ignoran, lo que refleja la necesidad de trabajar en mejores mecanismos de detección y en seguir concientizando a la comunidad para que cuide la salud de su hígado tanto como cuida la de su corazón u otros órganos.
“El estudio para detectar hepatitis B y C es sencillo, pero lamentablemente no se encuentra entre los análisis de rutina que el médico de cabecera solicita en un chequeo habitual. Sobre ese punto también tenemos que trabajar los hepatólogos, gastroenterólogos e infectólogos, que somos los que estamos más cerca de esta enfermedad todos los días. Tenemos que comprometernos a difundir la importancia de pedir este estudio entre los demás profesionales de la salud, como los clínicos, cardiólogos, endocrinólogos, ginecólogos y geriatras, entre otras especialidades”, remarcó Esteban González Ballerga (MN 78.316), vicepresidente de la SAHE.
La Organización Mundial de la Salud había propuesto el ambicioso objetivo de eliminar la hepatitis C en el mundo para 2030 y Argentina ha tomado múltiples medidas orientadas a ese objetivo, más allá de la dificultad que representa. El desarrollo de constantes iniciativas de testeo a la comunidad es una de las iniciativas que contribuyen a lograrlo.
“Una persona puede tener hepatitis C y no saberlo durante décadas. Si se deja estar y pasan los años, lamentablemente llegará al diagnóstico cuando el daño hepático sea avanzado y tal vez presente grados de cirrosis, riesgo de cáncer de hígado y necesidad de recibir un trasplante. Todo esto puede evitarse testeándose a tiempo”, explicó Manuel Berbero, miembro de la Comisión Directiva de la SAHE.
Cualquiera pudo haberlo contraído
Por prejuicio o desinformación, muchas personas creen que no estuvieron expuestas al virus o que están protegidas por las vacunas, pero la hepatitis C no es de las hepatitis que pueden prevenirse con vacuna (esas son la A y la B) y ésta se transmite por contacto con sangre contaminada.
Durante muchos años, este virus circuló, pero no se lo conocía, y además no existía la conciencia actual sobre las medidas de esterilización de instrumental que entraba en contacto con sangre. Por lo tanto, miles de personas contrajeron hepatitis C -sin saberlo- en tratamientos odontológicos, cirugías, al realizarse tatuajes, piercings y otros tratamientos de belleza, al recibir transfusiones, compartiendo jeringas, cepillos de dientes, afeitadoras o canutos para aspirar sustancias ilícitas, entre otros elementos cortopunzantes.
Barbero aclaró que hoy “es mucho más habitual la esterilización adecuada de todo el instrumental que se utiliza en cada intervención de salud o estética, y las personas tienen más conciencia sobre los riesgos de entrar en contacto con sangre ajena, por lo que hay menos transmisiones que en los años 80 y 90. De todos modos, todos, aunque fundamentalmente los mayores de 35 o 40 años, con mayor o menor conocimiento, pudimos haber estado expuestos al virus, lo que amerita la realización del test para sacarse la duda”.
“Vale la pena salir a buscar a los pacientes porque hoy contamos con medicaciones que curan prácticamente a todos en pocas semanas, casi sin efectos adversos, y que son cubiertas por obras sociales, prepagas y por el Estado. Entonces, si se diagnostican antes de que la enfermedad progrese, podrán curarse a tiempo y evitar poner en riesgo su vida”, reconoció Ferretti.
Otro aspecto crítico en esta enfermedad es que hay un grupo significativo de pacientes que tiene diagnóstico hace varios años o décadas, pero no ha vuelto al profesional de la salud para curarse porque ignora que hay medicaciones que curan, porque recuerda los duros efectos adversos de las medicaciones anteriores, porque cree que deberá pagar los tratamientos actuales de su bolsillo, porque posterga su salud por otras prioridades o, simplemente, porque no le da importancia ya que esta enfermedad durante muchos años no da síntomas ni duele.
“Para contrarrestar esta situación, múltiples hospitales de nuestro país están llevando adelante acciones de ‘revinculación’, que es una estrategia internacional exitosa que consiste en revisar historias clínicas archivadas y convocar a aquellos pacientes con hepatitis C que no han vuelto a la consulta, para que lo hagan y se curen pronto”, explicó González Ballerga.
Otra propuesta también consiste en ir a buscar pacientes a comunidades de mayor riesgo, sin estigmatizar, pero valiéndose de estadísticas globales de mayor incidencia, en grupos como veteranos de guerra, población carcelaria, personas con VIH, pacientes dializados o que han recibido transfusiones de sangre y hemoderivados, como las personas con hemofilia, entre otros.
“Quienes durante décadas no podíamos darles respuestas a las personas con hepatitis C, hoy hacemos todo lo posible para encontrar más pacientes porque la cura es una realidad, está al alcance de la mano y puede cambiarles verdaderamente la vida”, concluyeron desde la SAHE.
Búsqueda de pacientes
Otras iniciativas también exitosas para contribuir a eliminar este virus son la búsqueda de pacientes que ya tienen diagnóstico hace años, pero que no han vuelto al consultorio para curarse, y dirigir las campañas de testeos a población con riesgo aumentado de haberse expuesto al virus, como veteranos de guerra, población carcelaria, pacientes dializados y aquellos con VIH o hemofilia, por haber recibido múltiples transfusiones, entre otros.