Desde este sábado rige en el país la Ley de Etiquetado Frontal, que obliga a las empresas alimenticias publicar de forma clara en los envases los contenidos de azúcares, grasas totales y saturadas, calorías y sodio en alimentos. La misma rige tanto para los alimentos envasados como para las bebidas.
De esta forma, de acuerdo a lo establecido por la ley 27.642 de Promoción de la Alimentación Saludable, a partir de este sábado deberían aparecer en las góndolas de los comercios las etiquetas en cada producto.
Algunas empresas productoras de alimentos e incluso la sociedad que nuclea a los profesionales de la nutrición han sido críticos desde el principio sobre el sistema que será aplicado y les preocupa los efectos contraproducentes que puede generar.
"El derecho a una alimentación saludable y la prevención de enfermedades crónicas como la diabetes, o la obesidad infantil son fundamentales para nuestra sociedad, pero no puede resolverse solamente con una ley de etiquetado", considera Graciela Olivares, docente y gerente de Asuntos Regulatorios y Desarrollo de una importante empresa alimenticia.
"Es probable que un consumidor interprete mal lo que le están ofreciendo", explica Olivares y considera que es la información de la tabla nutricional a la que deberíamos prestarle atención a la hora de elegir un producto, donde se expone el aporte de nutrientes de un alimento según la porción de consumo recomendada. "Puede suceder que aparezca un sello por algún nutriente crítico que se encuentre en exceso, pero que en realidad si se tiene en cuenta la porción de consumo, no sea perjudicial".
"Los alimentos no son todos iguales en sus proporciones de nutriente a energía y no por ello los que tienen valores superiores son todos desequilibrados por igual", enfatizaron en esta misma línea desde la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN). Una consecuencia no deseada del etiquetado propuesto es que "para muchos alimentos la información frontal puede dar lugar a interpretaciones incorrectas o contradictorias en relación al contenido del nutriente tal como se expresa en el rotulado nutricional obligatorio en la cara posterior del envase", explicaron.
Por esta razón, uno de los fundamentos esgrimidos contra la ley es la posibilidad de terminar penalizando a productos "más sanos", incluso aquellos recomendados por las guías alimentarias elaboradas por el Ministerio de Salud. "Un producto que apenas exceda el umbral límite llevará el mismo octógono que otro que lo hace en cantidades más elevadas", ejemplificó Olivares. De esta manera, un alimento con mayor exceso de nutrientes críticos puede salir beneficiado en detrimento de otro que apenas excede este umbral".
"Es una ley complicada, muy restrictiva que se hubiera preferido que salga en otras condiciones pero está y la tenemos que cumplir", admite Olivares. Para las empresas y pymes significará un proceso que no estará exento de dificultades, mayores costos y contratiempos, por lo cual es muy posible que no veamos las etiquetas negras este fin de semana. "Significa hacer toda una movilización de distintas áreas e industrias: diseñadores, encargados de packaging. Además, todas las empresas van a concurrir a los mismos proveedores por lo que va a ser una complicación dar cumplimiento a la normativa en el corto tiempo que nos piden".
También repercutirá tanto en la exportación como la importación. "Ningún país desea recibir un producto con un octógono, por una normativa que rige en otro mercado. Así que debe verse si se solicita un envoltorio especial para ese mercado o si no ellos tendrán que tapar los sellos con un sticker, lo que no es algo agradable." explicó la gerente. "Para el intercambio comercial es muy complicado y lo mismo sucede cuando importamos. Vamos a tener que colocar stickers porque tampoco ningún mercado va a querer hacernos un envase exclusivo para nosotros".
Otra opción para las industrias, es tratar de reformular sus productos cambiando su composición, para alcanzar así umbrales aceptables que les permitan "salvarse" de la etiqueta negra. Según el Lic. Jorge Comesaña, docente del Máster Internacional en Tecnología de los Alimentos (MITA) y asesor de pymes y empresas en transición a la aplicación de la nueva norma, "las más grandes" buscan reformular, en la medida de lo posible. "Las compañías no quieren estar asociadas a la idea de vender un producto no-saludable y hacen un esfuerzo grande en la reingeniería de los productos, que no siempre es fácil o tiene los mejores resultados en cuanto a sabor y textura".
Como contracara, reveló Comesaña que la nueva norma puede ser una oportunidad para los fabricantes de aditivos alimentarios, como endulzantes o probióticos. Las empresas acudirán a ellos en busca de nuevos ingredientes o reemplazos que les permitan adecuarse al nuevo sistema establecido.
"Se puede hablar bastante sobre el texto de la ley, sobre si es la más adecuada, si podría aplicarse un sistema mejor, pero en mi opinión, es mejor tener una ley que no tener ninguna", opina Comesaña. "Creo que ver estos octógonos negros puede al menos generar una reflexión en el consumidor. Aquello que comprábamos pensando que era saludable quizás no lo es tanto".
Sin embargo, a consideración de Comesaña, con una ley de rotulado no alcanza si no funciona otra pata fundamental de la norma: la educación y promoción de la alimentación saludable. Si se tiene en cuenta los datos proporcionados por la SAN, los alimentos envasados,- los únicos afectados por la ley-, no representan más del 35 % del volumen físico de la dieta promedio de la población. Es decir, que al final de cuentas sigue recayendo en los consumidores el tomar "las decisiones correctas" a la hora de elegir y preparar sus comidas. "Por ejemplo, tomemos algo que le gusta a gran parte de la población argentina: comer bizcochitos de grasa con mate. Si yo los compro a una empresa que los pre-envasa fuera de la vista del público, probablemente termine con cuatro sellos: exceso de calorías, de sodio, de azúcares y grasa. Pero si voy a la vuelta de mi casa a la panadería y compro los mismos bizcochitos, no nos vamos a encontrar con ningún sello de advertencia. Creo que en líneas generales el público tiene poca información y comprensión de lo que significa una dieta y un estilo de vida saludable y para eso se requiere que la autoridad de aplicación lleve a cabo campañas realmente efectivas. Si no, perdemos el foco de la ley".