Del miedo a la contención: cómo es la vida cuando el diagnóstico llega a tiempo
El testimonio de un joven que supo a los 21 años que tenía el virus de HIV permite confirmar la importancia de una prueba oportuna, la posibilidad de tener una buena calidad de vida y de desmitificar un tema que, para muchos, todavía remite a la oscura historia de los '80.
El Día Mundial de la Lucha contra el Sida se conmemora este 1 de diciembre.
Una cirugía programada, un examen prequirúrgico y un diagnóstico inesperado: VIH positivo. La vida de Pedro, con 21 años por entonces, se conmocionó. Primero fue la sorpresa, luego el llanto, el miedo (por él pero sobre todo por su familia) y casi al mismo tiempo la contención y el acompañamiento médico. Todo para recibir el tratamiento adecuado en el momento justo y alcanzar un nivel de virus indetectable apenas unas semanas después. "Indetectable quiere decir que no puedo transmitir el virus y que puedo tener relaciones sexuales seguras y sin riesgo".
Parece fácil y rápido. Pero cuando el resultado es positivo cada momento cuenta, tanto en la oportunidad para iniciar el tratamiento y en la importancia de asimilar que los controles periódicos van a ser parte de la vida, como en la indispensable tarea de asimilar un diagnóstico del que aún no se habla en muchos ámbitos.
Al desconcierto sobrevino un proceso largo de aceptación. "Fueron muchos años en que prefería estar solo para asimilarlo bien. Ahora estoy en pareja y él, como conocía el tema, también lo pudo asimilar".
Hoy Pedro estudia Medicina y en este punto advierte que esta no es una materia que se aborde con suficiente profundidad en la carrera. Además es voluntario, una tarea que lo lleva a prevenir e informar sobre sífilis. Esta infección de transmisión sexual viene registrando un alto crecimiento desde antes de la pandemia, de la mano de un relajamiento en el uso del preservativo (principal barrera para prevenir esta y otras ITS además del VIH) y de un subdiagnóstico producto de una mínima, casi nula concurrencia a los centros de salud durante la crisis sanitaria por Covid-19.
"La tarea que tenia en un principio era hablar con la gente y contar cómo es la vida después de ser positivo", dice.
- ¿Y cómo es la vida después de recibir un diagnóstico positivo?
- En un principio fue un poco depresivo pero con el tiempo lo fui asimilando y me di cuenta de que no es tan grave como en los años '80; la diferencia es muy grande. Ahora, con un tratamiento en pocas semanas podés tener una carga viral muy baja y una calidad de vida muy diferente.
- ¿En qué consiste el tratamiento?
- En una pastilla (tres drogas) por día de acá hasta que me muera. No tiene ningún efecto secundario; el primer tratamiento de inicio sí lo tenía y luego me cambiaron a unos nuevos medicamentos que son mucho mejores.
- Hablás mucho de la preocupación que tuviste, en un primer momento, por tu familia. ¿Cómo tomó la novedad de tu diagnóstico?
- Lo tomaron como si estuviéramos en 1980. Tenían temor y me dijeron "vas a tener cáncer". Por un lado sabía que no era así pero la preocupación de ellos fue impresionante; fueron dos años de esa situación en los que no me decían nada pero era notorio que se preocupaban. Con el tiempo les fui explicando cómo era el tratamiento y la calidad de vida que podía tener. Fue un cambio de mentalidad y ya saben que no estamos en 1980.
- ¿El tema de VIH se conversa en círculos de personas jóvenes como vos?
- Es un tema que maneja mucho mejor la gente que trabaja en la calle, las trabajadoras sexuales y el colectivo LGBT. Son las personas que van a hacerse el test una vez al año. Hay personas mayores que hacen por primera vez la prueba y encuentran que les da positivo; a lo mejor tienen más de 60 años y no estaban enterados de que podían tener el virus.
- ¿Cómo es tu vida?
- Estudio, trabajo en el tiempo en que puedo por el estudio y tengo una vida normal. No tengo limitaciones para hacer actividad física más que el tiempo que me demanda la universidad. Salgo a todos lados, sin problemas. Soy conciente de lo que tengo pero sin que ello signifique una limitación.
- ¿Te parece que en algún lugar está presente todavía el fantasma de los '80?
- Si, más que nada en los pueblos. En algunos talleres y capacitaciones en las afueras de la ciudad, la gente no quería ir al lugar donde hacíamos las charlas. Teníamos que pedir permiso especial de los padres para que asistan sus hijos. En algunos lugares todavía hay muchos tabúes.
- ¿Qué podemos hacer desde los medios de comunicación para contribuir a una mejor información?
- Pueden apoyar las campañas de difusión y explicar que el VIH se transmite de persona a persona en una relación sexual; no se contagia como la gripe.