“Cerebro ciego”: cuando el amor
hace tropezar con la misma piedra
“Hay una mayor predisposición a caer en errores de valoración en relación a la persona que genera el enamoramiento”, dice el neurólogo Hugo Valderrama.
Románticos. Una cena, una copa de vino, un encuentro con esa persona. Archivo.
Enamorarse. Sentir ese encanto. Ese estado ordenador que llena de mariposas el ambiente. ¿Cómo impacta en las decisiones cotidianas de la vida? Esta y otras cuestiones son las que explica Hugo Valderrama, médico neurólogo, máster en neurociencias (Mat. 5010), en una entrevista sobre el amor y la razón.
-¿Razonamos mal cuando estamos enamorados?
-Hay una mayor predisposición a caer en errores de valoración y juicio crítico, en relación a la persona que genera el enamoramiento. La evolución y la selección natural, organizaron las emociones en nuestro cerebro para que actuarán de una manera más automática y rápida, respecto a lo que serían prioridades para nuestra especie.
-¿Por qué nuestros cerebros evolucionaron de esta manera, cuál es objetivo?
-Desde un punto de vista biológico e incluso antropológico, las distintas fases del enamoramiento, como también las del apego, nos han permitido afianzarnos como especie. Principalmente para dar prioridad a dos tipos de impulsos: el colaborativo y el reproductivo.
Nuestros cerebros pueden aprender mucho, pero no pueden aprender mucho de todo y menos aún, contar con el tiempo para hacerlo todo. Es por eso que evolutivamente tenemos más posibilidades de sobrevivir como especie, si nos complementamos con otra persona.
No quita, por supuesto, que aquellos que no formen parejas tengan las mismas posibilidades de generar una gran calidad de vida. Distinto es vivir aislado, ya que el ser humano necesita vivir en sociedad con otros, para desarrollar todas sus capacidades y posibilidades. Incluso se enciende el mismo grupo neuronal para dar alarma cuando nos falta líquido, que cuando pasamos demasiado tiempo aislados.
-¿Qué pasa en nuestros cerebros, para que puedan suceder estos errores o sesgos?
-Principalmente un cambio en el balance de las sustancias que conectan nuestras neuronas, los neurotransmisores, produciendo un funcionamiento menos racional y ejecutivo. Estas capacidades están estrechamente ligadas al sector frontal del cerebro, que en las primeras fases del enamoramiento tienden a alterarse.
-¿Significa que podemos llegar a tropezar muchas veces con la misma piedra?
-El cerebro se ejercita, más allá de nuestra genética es muy moldeable. No siempre la razón podrá contener impulsos emocionales, pero tendrá más chances aquel que más se entrene su razonamiento. El que ponga su voluntad y esfuerzo en analizar sus errores y evaluar sus consecuencias, para luego poder planificar y ejecutar acciones de una manera más eficaz, o al menos más saludable.
Las emociones llevan miles de años más en nuestros cerebros, pero la razón es más joven porque forma parte de nuestra mejoría evolutiva. Pero la razón tiene un talón de Aquiles y es que necesita tiempo y, normalmente, no se lo damos.
-¿El avance neurocientífico está descifrando lo relacionado a emociones y sentimientos en nuestro cerebro?
-Podemos decir que cada vez hay más herramientas y datos, gracias al trabajo científico en transdisciplina, en la búsqueda de comprender cómo funcionamos. Pero el cerebro sigue siendo el sistema más complejo que conocemos, principalmente porque cambia según su entorno y sus propias acciones.
Aún conociendo todos las partes y funcionamiento de una bicicleta, parece imposible conocer todas las variantes de caminos que podemos recorrer con ella, cada uno de nosotros. Sumemos además que esa bicicleta, se vaya transformando a sí misma según los caminos que recorra.