En medio de una pandemia que parece no dar respiro a más de dos años de declarada, la aparición de casos de un tipo de hepatitis infantil de origen desconocido en varios países volvió a poner en alerta a la comunidad médica y científica.
Tras la hipótesis del adenovirus 41F, que cobró fuerza en Reino Unido, los investigadores buscan otras explicaciones que justifiquen los ya 700 casos registrados en todo el mundo.
En medio de una pandemia que parece no dar respiro a más de dos años de declarada, la aparición de casos de un tipo de hepatitis infantil de origen desconocido en varios países volvió a poner en alerta a la comunidad médica y científica.
Con 700 casos registrados en todo el mundo, según informó la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), nueve resultaron en fallecimientos. Mientras los clínicos siguen estudiando de forma retrospectiva los casos de infecciones sin un origen conocido en menores, los investigadores intentan acotar las posibles causas.
La hipótesis de que el adenovirus 41F era el responsable de las infecciones había cobrado fuerza en un primer momento, principalmente en el Reino Unido. Sin embargo, no era compartida por todos los países, y ahora se estableció otra, que sugiere una coinfección de SARS-CoV-2 con el adenovirus.
“Ahora ya se ha conseguido desarrollar una de las opciones que barajábamos en un principio: la suma de COVID más adenovirus”. Antonio Rivero-Juárez es investigador español del CiberINFEC (que concentra el área de Enfermedades Infecciosas del CIBER) y de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Reina Sofía e Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (Imibic),y aseguró que se trata del desarrollo de la hipótesis de cómo la existencia de un cofactor exacerba la existencia previa de un virus.
“Han establecido que el coronavirus ha estado latente en los niños: en el sistema digestivo quedaban algunos reservorios del virus que, al entrar en contacto con otros patógenos, como el adenovirus, han multiplicado la fuerza de su mecanismo patológico”, detalló Rivero-Juárez.
Petter Brodin, del departamento de Inmunología e Inflamación del Imperial College London, y Moshe Arditi, del departamento de Pediatría, división de Enfermedades Infecciosas e Inmunología del Centro Médico Cedars Sinai de Los Ángeles, explicaron que “el SARS-CoV-2 se identificó en el 18% de los casos notificados en el Reino Unido y en el 11% de los 97 casos en Inglaterra con datos disponibles que dieron positivo en el SARS-CoV-2 al ingreso”.
Otros tres casos, en tanto, dieron positivo en las ocho semanas anteriores a la admisión.
Uno de los inconvenientes de esta nueva teoría es que “no se les hizo prueba serológica a todos los niños para comprobar la huella en su organismo del nuevo coronavirus. Y tampoco hay estudios que certifiquen que el coronavirus estaba latente en su tracto digestivo”.
Sin embargo, para los investigadores, “es probable que las pruebas serológicas en curso arrojen un mayor número de niños con hepatitis aguda grave e infección previa o actual por SARS-CoV-2. Se informó que 11 de los 12 pacientes israelíes habían tenido COVID-19 en los últimos meses, y la mayoría de los casos informados de hepatitis fueron en pacientes demasiado jóvenes para estar vacunados contra el coronavirus”.
De acuerdo con la flamante hipótesis, “la persistencia viral del SARS-CoV-2 en el tracto gastrointestinal puede conducir a la liberación repetida de proteínas virales a través del epitelio intestinal, lo que da lugar a una activación inmunitaria”.
“Tal activación inmunitaria repetida podría estar mediado por un motivo de superantígeno dentro de la proteína de punta del SARS-CoV-2 que se parece a la enterotoxina estafilocócica B, desencadenando una activación de células T amplia e inespecífica -explicaron los expertos-. Esta activación de células inmunitarias mediada por superantígenos se ha propuesto como un mecanismo causal del síndrome inflamatorio multisistémico en niños”.
Para Federico Martinón-Torres, miembro del Comité Asesor de Vacunas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y jefe de Pediatría del Hospital Clínico Universitario de Santiago, “lo que se pone sobre la mesa es una nueva hipótesis basada en el mecanismo de superantígenos”.
Y así, vuelve al centro de la escena, el síndrome multisistémico inflamatorio en niños, que es la forma de COVID grave en la población pediátrica y del que tanto se habló durante la pandemia. Martinón-Torres llevó mesura al considerar que se trata de una nueva teoría y que aún no hay evidencias sobre la validez de esta sobre las otras. Para él, los nuevos hallazgos “no cambian nada todavía sobre la alerta, en la que se sigue trabajando para buscar una causa”.
The Lancet Infectious Diseases hizo un repaso a las respuestas encontradas ante el misterio de los actuales casos de hepatitis en niños donde aseguran que “el subtipo 41 de adenovirus anteriormente sólo se ha relacionado con síntomas gastrointestinales de leves a moderados”. Y aseguran que “se están investigando otras causas infecciosas, incluido el papel del SARS-CoV-2″.
Entre las explicaciones a esta argumentación figura que, por ejemplo en el Reino Unido se observó una disminución en los informes de nuevos casos de hepatitis pediátrica de causa desconocida en las dos semanas anteriores al 6 de mayo, precisamente en coincidencia con una disminución en los casos de SARS-CoV-2 en ese país. Además, Martinón-Torres, aclaró que “no parece que vayan aumentando los casos en las últimas dos semanas”.
En el análisis del conjunto de los casos reportados globalmente, los especialistas son cuidadosos, porque otra alternativa que barajan es que puedan ser infecciones que ya existían previamente a la alerta y no se los informaba.
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