Estiman que casi el 5% de los gases de efecto invernadero proviene del sector de la salud
El sistema sanitario atiende, en forma directa, los efectos del cambio climático; pero a la vez impacta con su funcionamiento en el ambiente, por el uso de productos químicos y la generación de residuos patológicos, entre otros factores. ¿Cómo es posible esta dualidad? ¿Qué se puede hacer para modificarla? Enseñanzas de la pandemia, el caso argentino y la clave de la comunicación.
Estiman que casi el 5% de los gases de efecto invernadero proviene del sector de la salud
Los efectos del cambio climático impactan de lleno en la atención del sistema de salud, con una demanda que crece al ritmo de olas de calor, sequías, inundaciones, enfermedades transmitidas por vectores, incendios y la consecuente presencia de humo en el ambiente. De todo eso, en Santa Fe sabemos bastante.
A la vez, la forma de operar de los sistemas de salud impactan en el ambiente, tanto por el manejo de sus residuos como en la procura de suministros y los insumos que utiliza para su funcionamiento.
Se estima que el sector salud representa, al menos, el 4,4 % de las emisiones netas globales de gases de efecto invernadero. "Si el sector salud fuera un país, sería el 5° emisor más grande del mundo, más que Japón o Alemania". Lo afirma Andrea Hurtado, gerenta del programa de cambio climático de Salud sin Daño para América Latina.
El diálogo con Hurtado fue vía zoom; desde El Litoral hacia México viajaron preguntas y respuestas junto con un interesante intercambio de experiencias propias de Santa Fe, aquí en el sur global, y del país ubicado entre Estados Unidos y América Central.
Son miles de kilómetros pero también muchos los temas que acercan a una y otra ciudad. Además, Salud sin Daños tiene injerencia en la Argentina y nuestro país es pionero en algunas medidas, o al menos en la intención, para morigerar la huella de carbono del sistema sanitario.
- ¿Qué es Salud sin Daño?
- Es una ONG internacional que nació hace más de 25 años en Estados Unidos, se inició como un movimiento de personas que trabajaban cerca o dentro del sector de la salud con miras a objetivos específicos como la eliminación del mercurio y de la incineración de los residuos sanitarios in situ. Poco a poco ese movimiento fue creciendo y observó que había un espectro más amplio en los que la salud tenía un impacto ambiental grave. A partir de ahí se construyó la Agenda Global para Hospitales Verdes y Saludables, alrededor de la cual se creó la iniciativa principal de la organización que se llama Red Global de Hospitales Verdes y Saludables, que tiene miembros en 75 países y está conformada por centros de salud, pero también ministerios nacionales y subnacionales, organizaciones académicas, profesionales y otras vinculadas con el sector para reducir su huella ambiental.
La otra parte importante de la misión es movilizar al sistema de salud por la justicia y la salud ambiental, para que se convierta en un factor activo en la toma de decisiones en todos los niveles.
- El sector de la salud es el primero en recibir la demanda por las consecuencias del cambio climático, que se manifiesta en enfermedades.
- La agenda es mucho más amplia porque el impacto ambiental del sector salud trasciende más allá de lo que es propiamente el cambio climático. Hay una agenda de productos químicos que utiliza el sector y son dañinos para la salud ambiental y humana; a eso se suma el consumo de agua y la generación de residuos.
Podemos analizar la vulnerabilidad del sistema de salud desde múltiples aristas: es vulnerable la población a la que atiende en cualquier localidad por las posibles lesiones, muertes y otros impactos que producen los eventos climáticos extremos, y por eventos de degradación ambiental de largo plazo, llámese aumento de las temperaturas promedio, aumento del nivel del mar.
Y todo esto tiene impacto sobre las enfermedades sensibles al clima como las transmitidas por vectores, entre ellos mosquitos, muchas de las cuales son conocidas en la región de América Latina como el dengue, zika y chikungunya que están empezando a aparecer en zonas fuera de su área natural de distribución por las condiciones que ahora permite el aumento de la temperatura promedio global.
Andrea Hurtado Epstein es gerenta del programa de cambio climático de Salud sin Daño para América Latina.
- En este momento en Santa Fe y en la zona central del país estamos atravesando por un período de sequía, bajante del río e incendios que también tienen su impacto en la salud.
- Cuando hablamos de impactos del cambio climático en la salud solemos ir a eventos extremos: huracanes, tormentas o inundaciones. Pero los eventos a largo plazo como la sequía y la desertificación, que se agrava cada año, también van a tener su efecto. La sequía tiene impacto en la disponibilidad del agua y en la seguridad alimentaria y todo eso, a su vez, en la salud humana. Cuando el sector de la salud se ve afectado por el cambio climático están en juego vidas humanas; que esté preparado para responder a fenómenos a largo plazo o extraordinarios, es clave al entender que es la primera línea de defensa.
Para eso es necesario contar con personal capacitado en la comprensión de protocolos de emergencia y evacuación y sistemas de alerta temprana, cosa que en la Argentina se está haciendo muy bien con las olas de calor. Obviamente es necesario que haya evaluaciones de vulnerabilidad de las propias operaciones de infraestructura dentro de la salud.
- ¿Qué pasa si ante una tormenta o inundación perdemos el suministro eléctrico? Soy de México y el año pasado hubo una inundación muy grande en el Estado de Hidalgo; allí se cubrieron de agua los pisos de abajo de uno de los hospitales públicos del seguro social y murieron 17 personas que estaban conectadas a ventiladores porque eran pacientes Covid; eso ocurrió porque se cortó el suministro eléctrico.
Si entendemos que esas inundaciones van a ser cada vez más frecuentes y más severas tendríamos que estar pensando en cómo adaptar la infraestructura de los centros de salud. Muchas cosas salieron mal en ese ejemplo pero no es el primero ni será el último. Entonces, cuando hablamos de adaptación del sector de salud tendríamos que considerar esas tres dimensiones: la comunidad, el personal, y las operaciones e infraestructura.
Es el tema en el que tienen que trabajar ya los sistemas de salud para anticiparse a estos impactos que son inevitables, dado el nivel de calentamiento que ya tenemos.
- Eso desde el punto de vista de la adaptación. Pero Salud sin Daño avanza también en propuestas de mitigación.
- En el año 2019 se hizo la primera estimación global de la huella climática del sector de la salud y se calculó que representa, al menos, el 4,4 % de las emisiones netas globales de emisión de gases de efecto invernadero. Digo "al menos", porque se publicó con datos de 2014. Hoy sabemos que ese número está mucho más cercano al 5 %.
Si el sector salud fuera un país, sería el quinto emisor más grande del mundo, más que Japón o Alemania.
Y tiene sentido si se piensa en la manera en que opera cualquier hospital o centro de salud: las 24 horas del día, con equipos que tienen un consumo energético muy importante, generan un volumen muy significativo de residuos, muchos de los cuales necesitan un tratamiento especial, utilizan químicos tóxicos y que en si mismos son fuentes de emisiones propias como los gases anestésicos que son, muchos de ellos, nocivos para el ambiente. O los inhaladores que nos recetan cuando tenemos una afectación respiratoria, como el asma, que utilizan como propulsor gases de efecto invernadero.