Algunas personas siempre parecen estar más calurosas o frioleras que otras; ¿Por qué? Un equipo de expertos en dermatología de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) explicó que esta variación en la percepción de la temperatura puede estar influenciada por factores genéticos y la composición corporal de cada individuo.
Algunas personas siempre parecen estar más calurosas o frioleras que otras. Crédito: Pablo Aguirre.
El cerebro juega un papel crucial en la regulación de la temperatura corporal, manteniéndonos en un rango de confort entre 35 y 37 grados centígrados. Cuando hace calor, se activan mecanismos biológicos como la sudoración, y cuando hace frío, sentimos la necesidad de abrigarnos o consumir alimentos que nos ayuden a mantener la temperatura interna.
Sin embargo, dentro de una misma familia, es común observar diferentes respuestas ante la misma temperatura. "Todas las personas percibimos de manera diferente el frío debido a nuestras respuestas biológicas únicas", explicó la Dra. Jenny Dávalos Marín, miembro del Grupo de Trabajo de Dermatología de la SEMG.
Qué factores influyen en la temperatura
La genética desempeña un papel fundamental en la regulación de los mecanismos compensadores de la temperatura. La cantidad de grasa corporal, por ejemplo, puede proporcionar mayor protección contra el frío. Aquellas personas con una tendencia genética a tener una mayor proporción de grasa corporal estarán más protegidas frente a las bajas temperaturas. Por otro lado, las personas delgadas o con un bajo índice de grasa corporal pueden sentir más frío, ya que tienen menos aislamiento térmico.
El cerebro juega un papel crucial en la regulación de la temperatura corporal. Crédito: Pablo Aguirre.
Por otro lado, las diferencias en la sensibilidad al frío también pueden estar influenciadas por el género. Las mujeres, en general, tienen una mayor proporción de grasa subcutánea y cierran los vasos sanguíneos de la piel en respuesta al frío, conservando así más calor en su cuerpo. Aunque están mejor preparadas para afrontar temperaturas extremas, las señales que llegan al cerebro provenientes de la piel se traducen como frío, lo que les hace sentir la necesidad de abrigarse.
Según el estudio, la reacción al frío o al calor puede variar a lo largo de la vida de una persona. Aunque los niños no son más sensibles al frío que los adultos, los recién nacidos son una excepción debido a la inmadurez de su sistema nervioso central. A medida que envejecemos, perdemos masa muscular y es importante mantener cierta cantidad de músculo para ayudar a regular la temperatura corporal.
Las diferencias en la sensibilidad al frío también pueden estar influenciadas por el género. Crédito: Manuel Fabatía.
Es importante destacar que abrigarse en exceso no es perjudicial en sí mismo, pero puede resultar incómodo debido a la acumulación de sudor entre las capas de ropa. Sin embargo, vestirse en capas ligeras puede ser una estrategia efectiva para adaptarse a diferentes temperaturas ambientales y regular la sensación térmica.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.