Por qué necesitamos dejar de asociar a los TCA con un tipo de corporalidad de bajo peso
Creer que los trastornos de la alimentación se dan únicamente en personas de cuerpos pequeños deja por fuera a muchas que realmente están lidiando con el problema. Uno de los principales signos de alerta es que pensar en la comida o en el cuerpo empieza a dominar otras áreas de la vida de una persona, indica la nutricionista especialista en TCA Agustina Czaban.
Por qué necesitamos dejar de asociar a los TCA con un tipo de corporalidad de bajo peso
“Es por salud” es la frase que suele justificar la pérdida de peso por encima de todo y esconder una catarata de prejuicios que no hacen más que perpetuar una falsa asociación entre los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y un tipo de cuerpo, uno pequeño. Independientemente del tamaño y tipo de corporalidad, los TCA afectan a personas con distintos pesos e índices de masa corporal (IMC).
“Es importante dejar de asociar a los trastornos alimentarios con un tipo determinado de apariencia porque no siempre tienen esa presentación y porque muchas veces el asociar la corporalidad con cierto tipo de TCA, algo que también sucede entre profesionales de la salud, deja por fuera a muchas personas que realmente están lidiando con un TCA, pero que por no encontrarse en un bajo peso o no encontrarse en una corporalidad pequeña no sienten que tengan un problema, no busquen ayuda y no tengan un tratamiento que realmente necesitan”, explica Agustina Czaban, nutricionista especialista en TCA y codirectora del centro Nogal Nutrición en TCA.
Hoy es el Día de Acción por los TCA y este año el lema que une a organizaciones de todo el mundo es "esperanza, recuperación y ciencia por los trastornos de la conducta alimentaria". “La idea es que en este día haya un esfuerzo colectivo entre centros que trabajan con la patología, profesionales, personas que están transitando un trastorno de la conducta alimentaria y sus allegados de hablar de la problemática, desmitificar sobre a quiénes afecta, cómo puede manifestarse, cómo se puede prevenir”, señala Czaban. El objetivo es, también, demostrar que hay tratamientos que cuentan con evidencia científica y que demuestran que la recuperación es posible.
—¿A qué crees que se debe la asociación entre TCA y la corporalidad pequeña?
—Tienen que ver con cómo se fue mostrando a los trastornos de la conducta alimentaria a lo largo del tiempo. Antes había un sesgo muy importante y solo se hablaba de anorexia nerviosa y de bulimia, por ejemplo, en publicaciones, revistas, en películas utilizando imágenes de ciertos cuerpos. Se ha vinculado a la anorexia nerviosa con un cuerpo de una mujer pequeño, delgado, huesudo. Desde el querer informar a veces se cometen errores, esto se llama sesgo de peso.
—¿Qué lugar ocupan ahí los profesionales de la salud y, específicamente de la nutrición?
—Incluso dentro del DSM 5 la anorexia nerviosa en cuerpo grande es denominada anorexia nerviosa atípica. Esto hace mucho ruido entre profesionales que creemos que no debería diferenciarse de la típica, porque parece que no es tan tomada en serio. Tenemos la deuda pendiente de quitar este sesgo de peso. Inclusive veo flyers de de ciertas formaciones cuya imágenes son de una mujer blanca, con un cuerpo huesudo, que no tiene nada en el plato. Cumple con todos los estereotipos. En realidad, lo principal de una anorexia nerviosa es el miedo intenso a recuperar peso, independiente desde donde arrancó.
—¿Es difícil detectar anorexia nerviosa en cuerpos grandes?
—Muchas veces esas personas con cuerpo grande tienen prescripta la pérdida de peso. Entonces se los felicita, se los alienta a seguir haciendo lo que están haciendo, perdiendo de vista que esa persona está teniendo un cuadro de trastorno de la conducta alimentaria. Además, esa anorexia nerviosa no tiene nada de distinto en cuanto a la gravedad frente a una persona que de repente se la ve visiblemente adelgazada.
—No creo desde mi rol como nutricionista que sea beneficioso utilizar esa palabra porque la creo estigmatizante. Considero que existe diversidad corporal en los seres humanos y que no por ello habitan una patología. Es decir, creo que existen personas de tamaño corporal grande que tienen salud y personas de tamaño corporal chico que pueden tener procesos de enfermedad. Los trastornos se dan en diferentes espectros de la corporalidad y no tienen nada que ver con el tipo de cuerpo de una persona.
—Se suele decir que la Argentina es el segundo país con más presencia de trastornos de la conducta alimentaria, ¿qué hay de cierto en esto?
—En realidad no hay estudios con buena metodología que puedan justificar que Argentina sea el segundo país con más presencia de trastornos de la conducta alimentaria. Pero es cierto que es un país donde hay mucha sobrevaloración del cuerpo y tiene gran tasa de tratamientos pesocentristas, pero no tenemos un estudio que respalde tal enunciado.
—¿Cuáles son los signos de alerta a los cuales estar atentos para lograr la detección precoz y, por lo tanto, una pronta recuperación?
—Si una persona comienza a cambiar algunos hábitos alimentarios y, de repente, empieza a estar más interiorizada en la calidad de los alimentos, en el valor nutricional, en cuánto come; aumenta su interés en recetas que antes no tenía, investiga sobre distintas dietas; se vincula de una manera obsesiva y rígida con la actividad física; presenta cambios anímicos, se aísla y tiene irritabilidad que puede asomarse de manera más abrupta en el momento de la mesa; quizás pueda llegar a tener algún cambio abrupto en su corporalidad. Más que nada es observar que el pensar en la comida o en el cuerpo empieza a dominar otras áreas de su vida y tiene menos energía disponible para realizar otras actividades.