El objetivo de la columna de este domingo, es que cuente con mayor información simplificada, para detectar síntomas y realizar la consulta médica correspondiente. Las causas de temblores son muchas, pero nos centraremos en las tres más frecuentes:
El objetivo de la columna de este domingo, es que cuente con mayor información simplificada, para detectar síntomas y realizar la consulta médica correspondiente. Las causas de temblores son muchas, pero nos centraremos en las tres más frecuentes:
1 de cada 5 personas mayores de 65 años lo padece, es muy frecuente. Esta frecuencia aumenta con la edad a partir de los 40 años, pero puede presentarse en más jóvenes.
La clave para diferenciarlo del Parkinson es que se produce sólo frente al movimiento, no en reposo. Se exacerba frente a movimientos finos, como levantar una tasa, pintar, enhebrar, etc.
Se lo denomina también “temblor benigno”, por ser sus consecuencias no mayores a los propios inconvenientes que produce el temblor. Generalmente es leve y se manifiesta en las manos. En otros casos, se suma con el correr del tiempo, temblor en la cabeza y de la voz (temblor laríngeo, al afectar las cuerdas vocales).
Para los casos donde dificulta una labor necesaria, o afecta la calidad de vida, existe tratamiento farmacológico, con muchas posibilidades de reducción de la sintomatología. El propranolol es el medicamento más aplicado.
El mecanismo del temblor esencial, esta en relación a la alteración de las redes neuronales, que controlan los movimientos musculares. El origen es principalmente genético, ya sea por herencia en la familia en la mitad de los casos, o por mutaciones de genes ya identificados.
Es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente (se dañan redes neuronales que regulan el movimiento), luego de la enfermedad de Alzheimer. Se presenta en 1 de cada 100 personas mayores de 65.
Es importante remarcar, que en un 30% de los casos, la enfermedad no se manifiesta por temblor, sino por otros dos síntomas igual de importantes para detectarla. Son la bradicinesia, que significa lentitud en los movimientos y la rigidez.
A diferencia del temblor esencial, que es en movimiento, el temblor del Parkinson se exacerba en reposo. Por ejemplo, cuando están relajadas las manos al costado del cuerpo, sobre el regazo o descansando sobre una mesa. El temblor puede continuar al desplazar los brazos, pero disminuye o frena al tomar acción las manos en alguna tarea.
Al inicio puede notarse cómo la persona balancea menos un brazo y la pierna de un mismo lado, puesto que predominan los síntomas sobre una mitad del cuerpo.
Hay otros síntomas asociados como ser, cambios en la postura, el equilibrio, el habla, la expresión, la escritura, algunas veces sobre la conducta y funciones mentales.
Esta patología aún no tiene tratamiento curativo, pero sí tratamiento farmacológico, sumado al no farmacológico (basado en el ejercicio físico) y en determinados casos quirúrgico, que logran disminuir en muchas casos los síntomas y su velocidad de progresión.
Seguramente le ha pasado alguna vez de temblar, frente a una situación que le provoca miedo, ansiedad, o incluso sorpresa frente a una alegría intensa. Dependiendo de la cantidad de adrenalina liberada por parte del cerebro, puede ser un temblor poco perceptible en las manos, como también más evidente y en todo el cuerpo. La característica principal de este temblor fisiológico, normal, es que está limitado a esas emociones eventuales, que suelen sucedernos en la vida.
Hay que tener en cuenta que la liberación de adrenalina, también aumenta francamente el temblor, de aquel que ya padece de enfermedad de Parkinson o temblor esencial, pero sólo mientras dure ese momento de ansiedad, no de manera permanente.
Como aclaré al inicio, además de estas tres causas más asiduas, existen otras como el hipertirodismo, efectos adversos de medicamentos, alcoholemia, tumores o diferentes enfermedades que producen daño neuronal. Consulte siempre frente a la duda de padecer algún síntoma, para que su médico especialista determine el diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento evolutivo.