El Litoral / AFP-NA
La enfermedad, que es tan mortal como el ébola, solo se diagnostica en un cuarto de los casos y es extremadamente difícil de tratar.
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La tuberculosis multirresistente, tan mortal como el ébola y difícil de tratar incluso en los mejores hospitales, es una amenaza mundial creciente, advierte Peter Sands, director del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y el Paludismo en una entrevista a la AFP.
La tuberculosis multirresistente, con una tasa de mortalidad de 50% comparable a la del ébola, solo se diagnostica en un cuarto de los casos y es extremadamente difícil de tratar.
"Si piensa en las amenazas contra el riesgo sanitario mundial aquí la luz roja tendría que encenderse", advirtió Sands en Nueva Delhi, donde el viernes habrá una reunión preparatoria para los próxima conferencia trienal de financiación del Fondo Mundial.
Este organismo, creado en 2002 como una colaboración entre poderes públicos, sociedad civil, sector privado y enfermos, se preocupa especialmente por los casos de tuberculosis resistente a los antimicrobianos, estimados a 600.000 en todo el mundo.
Esta enfermedad "no conoce fronteras ni necesita visado, ni se fija en cómo se encuentra de salud. Por el momento, cerca de 25% de estos 600.000 casos están diagnosticados y en tratamiento", precisó Sands, quien dirige el Fondo Mundial desde el año pasado.
El número de muertes debido al sida y al paludismo se redujo aproximadamente a la mitad desde principios de siglo. La tuberculosis, actualmente la enfermedad infecciosa más letal en el mundo con 1,3 millones de muertos por año (excepto coinfecciones por el VIH), causó en 2016 alrededor de 20% de muertos menos que en 2000.
Pero estos avances siguen siendo demasiado modestos teniendo en cuenta el objetivo de erradicar estas tres epidemias antes del 2030, fijado por la ONU.
"Si comparamos la curva en términos de nuevas infecciones y de muertes respecto a la que tendríamos que tener, debemos acelerar el movimiento", insistió Sands.
El riesgo de descuido de las autoridades sanitarias, el estancamiento de las inversiones de ayuda internacional dedicadas a la salud y el desarrollo de formas de enfermedad resistentes a los tratamientos podrían frenar los avances conseguidos hasta ahora y conllevar un aumento de las epidemias.
Coca-Cola y medicinas
En este contexto, el Fondo Mundial busca conseguir 14.000 millones de dólares para el período 2020-2022, es decir 1.800 millones más que el monto alcanzado para 2017-2019. Un presupuesto totalmente insuficiente, según las oenegés.
En su acción, el organismo intenta establecer acuerdos con empresas privadas, que van más allá de la simple donación, especialmente en África subsahariana, donde se concentran dos tercios de las inversiones del Fondo Mundial.
La multinacional Unilever utiliza la reputación de su marca de productos higiénicos Dove para hacer campañas de prevención del VIH entre los adolescentes y las mujeres jóvenes en Sudáfrica, las poblaciones más vulnerables al virus.
En varios países africanos, el Fondo Mundial utiliza también la poderosa red de distribución del gigante de bebidas Coca-Cola para aportar medicinas a clínicas aisladas.
"En los sitios más remotos de la mayoría de países, puede encontrar una Coca-Cola, ¿no? Utilizar sus camiones, su cadena de suministros, nos ayuda a transportar medicinas a sitios donde la gente los necesita", explica Sands.