Camas críticas, tapabocas, alcohol en gel; todo era necesario y todo podía escasear frente a un escenario mundial en crisis sanitaria. Los primeros meses de 2020 fueron claves para asegurar elementos de bioseguridad.
Flavio Raina Los equipos de protección personal, habituales en toda actividad sanitaria, se volvieron imprescindibles para dar cada paso en la gestión de la pandemia.
Poco se conocía un año atrás del nuevo coronavirus, de la forma en que impactaría en el país y la región, de cuántas personas se contagiarían, de cómo sería la demanda del recurso sanitario. Pero se seguía con atención lo que pasaba del otro lado del océano y en el hemisferio norte, desde donde las noticias llegaban amplificadas con imágenes de agotamiento y desesperación, mientras nada parecía alcanzar para controlar la propagación de la enfermedad.
En la provincia, la incorporación de equipamiento, insumos y recurso humano se decidió como un paso urgente para evitar el temido colapso. Hacía falta de todo, no porque fuese poco lo que había, sino porque el comportamiento del virus exigía multiplicar cualquier stock y así quedó demostrado en todo el planeta.
Pablo Aguirre El viejo Hospital Iturraspe, recuperado en la pandemia para la atención de casos Covid.
El viejo Hospital Iturraspe, recuperado en la pandemia para la atención de casos Covid. Foto: Pablo Aguirre
Metros de tela y respiradores, camas y equipos para analizar muestras, máscaras y termómetros se incorporaron a la estructura sanitaria, junto con dos hospitales modulares y la fabricación, por parte del Lif, de alcohol en gel, componente indispensable para la prevención de la Covid-19.
Aquí, un detalle de la logística desarrollada por la cartera de Salud en coordinación con Nación, con otros organismos oficiales de la provincia y con el sector privado.