Dr. Hugo Valderrama (*) | Especial para El Litoral
Dr. Hugo Valderrama (*) | Especial para El Litoral
Nuestras pupilas puede pasar de palabra en palabra ordenadamente durante minutos y aún así no registrar nada, el cerebro puede leer sin entender y sin memorizar.
Podemos crear las suficiente conexiones neuronales para reconocer las palabras y la sintaxis, hasta automatizar la lectura y leer sin prestar atención al contenido. Incluso, llegar al final de las páginas y darlas vueltas, sin darnos cuenta.
El entendimiento de lo que estamos leyendo, requiere de nuestra atención selectiva consciente. Si tenemos un problema, algo que resolver, “pendientes”, o incluso algo que nos entusiasma mucho, nuestra focalización se va desviar a esos pensamientos y la lectura seguirá en piloto automático, pero sin sentido.
¿Puede ser un problema en la memoria, en vez de la atención? Sí, pero tiene que tener claro que la atención es una función cognitiva básica, que no puede ser salteada cuando está la intención de memorizar. Si se desvía no podemos memorizar, al menos de manera consciente.
Ahora, si percibe que estaba concentrado, que comprendió el texto y tiene alguna duda sobre si cambió su capacidad para retener o evocar la información, debe realizar una consulta médica neurológica, con la finalidad de evaluar los síntomas de un posible proceso, ya no fisiológico, sino patológico. Lo mismo si nota que su capacidad para mantener la atención no es la misma y no encuentra un motivo de por qué pierde continuamente el foco.
Cuatro puntos clave:
-Que sus pensamientos divaguen, por momentos, en una lectura por placer es normal: si logra un ambiente confortable para leer, es posible que el lóbulo frontal de su cerebro se distienda. Se activará una denominada “red neuronal por defecto” para analizar su vida sin darse cuenta y esos momentos son necesarios, e incluso de ellos surge mucha creatividad.
-Entrenar el tiempo de atención: inicie con pocas páginas por día y luego vaya en aumento. Tanto la atención como la memoria son redes neuronales que se ejercitan. No va poder pegar un salto con sus neuronas de dos metros sin practicar a un metro antes.
-Haga pausas que contemplen movimiento del cuerpo: cuando su atención comienza a desviarse y quiera seguir leyendo, utilícela para caminar o realizar movimiento físico por unos minutos. Ello incrementa el rendimiento, por ejemplo, a partir del aumento de los denominados “factores neurotróficos neuronales”.
-Dele un objetivo a su cerebro: el desafío es mantenerse en el tiempo, en los casos que lee algo que no es de nuestro agrado, pero es necesario. Si es así, piense si se trata de un escalón para alcanzar un objetivo que lo hará sentir bien en el futuro y mantener esa meta presente. En cambio si el texto lo emociona, lo intriga o le encuentra una utilidad inmediata, no requerirá esfuerzo alguno, y espero que sea lo que le sucedió con esta columna.
(*) Méd. Neurólogo, Máster en Neurociencias. (Mat. 5010)