Jueves 9.4.2020
/Última actualización 15:49
¿Cómo actúa el virus SARS-CoV-2 —conocido mundialmente como coronavirus— en el organismo humano? ¿A qué órganos afecta? ¿Puede mutar? ¿Qué implicancias para la salud tendría esto? ¿Por qué hay casos de niños infectados, cuando se sabe que la principal población de riesgo son los mayores de 65 años? Las preguntas sobran, y no todas las respuestas están. Pero algunas sí, y permiten echar un manto de luz —con información de base científica— sobre muchos de los “secretos” que esconde la enfermedad del Covid-19.
El Litoral se comunicó con el Dr. Juan Daniel Claus, bioquímico de la ciudad egresado de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Claus es Doctor con Orientación en Virología de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Y es Profesor Titular de Virología de la FBCB-UNL. El experto respondió a un abanico de preguntas que son un valioso aporte para poner claros sobre oscuros.
Claus hizo primero dos aclaraciones clave: “La primera es con relación al nombre del virus y de la patología, para que no haya confusiones: el nombre del virus es SARS-CoV-2, y la enfermedad que provoca se denomina Covid-19. En segundo lugar, esta es una patología tan nueva (un poco más de tres meses desde la aparición de los primeros casos) que todavía no existe suficiente información consolidada como para ser categórico en las respuestas. De hecho, algunas estarán más basadas en lo ya conocido sobre las infecciones con el virus SARS, otro coronavirus zoonótico (proveniente de un animal) que emergió hace 18 años, que de lo que se sabe sobre las infecciones con SARS-CoV-2. Ambos virus están muy relacionados entre si y producen patologías parecidas, aunque no idénticas”, dice.
—¿Cómo actúa el virus SARS-CoV-2 en el organismo humano, a nivel fisiológico?
—El virus SARS-CoV-2 ingresa al organismo por la vía respiratoria. La primera etapa en el proceso de la enfermedad es la infección de células epiteliales que se encuentran en la parte superior del sistema respiratorio, donde el virus se multiplica (replicación primaria). La multiplicación viral puede estar acompañada de síntomas característicos de una enfermedad respiratoria leve (fiebre, tos y dolor de garganta entre los más frecuentes), o transcurrir sin síntomas. En los casos leves o asintomáticos, la infección queda detenida a ese nivel y el infectado se recupera.
Pero, dependiendo de las características de la persona infectada (edad, existencia de enfermedades crónicas previas, capacidad de respuesta de su sistema inmune), o quizás también de la magnitud de la replicación primaria, el virus puede desplazarse hacia los pulmones. Allí las partículas virales reconocen al receptor ACE2 (enzima convertidora de angiotensina 2), e infectan las células epiteliales de los alvéolos pulmonares, donde el virus lleva a cabo su replicación secundaria.
Esta replicación, junto con una respuesta inflamatoria fortísima, conduce a la muerte de las células alveolares y, en consecuencia, a la reducción de la función pulmonar. Este proceso patológico puede ser agravado por la pérdida de la función de ACE2, esencial para la regulación de la presión arterial a través del sistema renina-angiotensina. En definitiva, estos mecanismos producen daño en el tejido pulmonar, edema, disminución de la función de intercambio gaseoso y reducción de la capacidad respiratoria. En los casos más graves esto se manifiesta con dificultad para respirar, neumonía, síndrome de dificultad respiratoria aguda, falla multiorgánica y shock, que puede resultar en la muerte de la persona infectada.
—¿Cuáles son los órganos que ataca principalmente?
—Los pulmones, como se ha dicho, son los principales órganos afectados por SARS y SARS-CoV-2. Pero no los únicos, ya que se ha demostrado la presencia viral en los riñones, en el hígado, en el cerebro y en el intestino delgado (una de las manifestaciones clínicas que ocasionalmente acompaña a Covid-19 es la diarrea). Además, la interferencia con el sistema renina-angiotensina también afecta la funcionalidad del sistema cardiovascular.
Archivo El Litoral / Agencia Xinhua El registro gráfico muestra un científico trabajando en un laboratorio de detección del nuevo coronavirus en la ciudad cisjordana de Belén. La ciencia tiene en sus manos las respuestas a la pandemia.El registro gráfico muestra un científico trabajando en un laboratorio de detección del nuevo coronavirus en la ciudad cisjordana de Belén. La ciencia tiene en sus manos las respuestas a la pandemia. Foto: Archivo El Litoral / Agencia Xinhua
“Elevada transmisibilidad”
—Este virus, ¿podría ser más potente (respecto del impacto en el organismo humano) que el Influenza o el H1N1, entre otros virus conocidos?
—Una aclaración: H1N1 (subtipo H1N1) es uno más entre todos los virus Influenza.
Con respecto a la pregunta, todavía no existe suficiente información como para hacer estimaciones precisas de la tasa de letalidad respecto a las infecciones (muertes / infecciones), porque no conocemos la cantidad total de individuos infectados debido a la existencia de una proporción no precisada de infectados asintomáticos o sintomáticos leves que no se registran.
No obstante, se sabe que la virulencia de SARS-CoV-2 se segmenta de acuerdo a la edad de la población y a la existencia de comorbilidades (patologías previas): las infecciones son más severas y la letalidad mayor a medida que se incrementa la edad y existen patologías concomitantes, como diabetes, enfermedades pulmonares o trastornos cardiovasculares.
Pero además de esta característica, la singularidad de esta pandemia radica en la elevada transmisibilidad de SARS-CoV-2, circulando en una población humana que no cuenta con una inmunidad previa que permita atenuar, en alguna medida, la rápida propagación del virus. Se debe recordar que, en 2009, el virus Influenza A H1N1, otro virus respiratorio pandémico —contra el cual la población humana tenía una muy débil inmunidad previa— también se propagó rápidamente y afectó con una mayor tasa de letalidad a los individuos más longevos, y que presentaban comorbilidades.
—¿Se puede tener a la vez Influenza o H1N1 y SARS-CoV-2? De ser así, ¿eso potencia los riesgos sobre la salud humana?
—Son virus diferentes, no existe inmunidad cruzada entre ellos; de tal manera que, en principio, es posible que se produzcan infecciones mixtas. De hecho, ya se han documentado infecciones dobles por virus Influenza y SARS-CoV-2 en China, aunque con baja frecuencia. De acuerdo a la escasa información existente hasta el momento, estas infecciones dobles no parecen presentar riesgos adicionales para la salud de los personas que las padecen.
—¿El virus puede mutar? De ser así, ¿qué implicaría esta mutación? ¿Daría lugar a nuevas enfermedades, por ejemplo?
—Las mutaciones son cambios en los genomas, y por lo tanto pueden modificar la información que esos genomas contienen. Todos los virus mutan, y con mayor frecuencia lo hacen los virus que tienen un genoma de ácido ribonucleico (ARN), como los coronavirus. Sin embargo, no todas las mutaciones que se producen en los genomas de los virus se llegan a expresar en cambios en sus propiedades biológicas o patológicas.
El análisis de los genomas de los virus SARS-CoV-2 que fueron aislados hasta el momento en diferentes lugares, o aún en un mismo lugar en diferentes momentos, muestran la existencia de mutaciones. Sin embargo, esas mutaciones no determinaron, hasta el momento, cambios en las propiedades de SARS-CoV-2, ni tampoco en la presentación patológica de Covid-19.
Los niños y adultos mayores
—Por qué hay casos de niños con coronavirus, cuando (se sabe) la franja etaria de las personas mayores de 65 años es la población más vulnerable? ¿Y por qué los niños sufren consecuencias muy leves respecto a los adultos mayores?
—Porque no todos los individuos son iguales. Lo que muestran las estadísticas es que es más probable que un anciano sufra una infección severa, pero no en todos los ancianos transcurre de la misma manera, ni todos padecen enfermedades graves. A la inversa ocurre con los niños y los jóvenes: la probabilidad de que padezcan una infección que curse con una patología severa es baja; pero algunos individuos, un porcentaje muy bajo, también pueden sufrir infecciones sintomáticas.
Es posible especular que, en los adultos mayores, la infección con SARS-CoV-2 ponga de manifiesto deficiencias en la capacidad de respuesta de su sistema inmune, como sucede en las infecciones con otros virus, influenza por ejemplo, mientras que esas deficiencias de respuesta no se manifiestan en las personas jóvenes.
—¿Cree que los adultos mayores van a tener que estar aislados hasta que pase el invierno? ¿O por cuánto tiempo más?
—Es muy difícil hoy predecir la evolución del Covid-19, en nuestro país y en el resto del mundo. Hasta el momento, el aislamiento social preventivo y obligatorio, tal como se implementó en la Argentina, parece ser efectivo para limitar la expansión viral, lo que está permitiendo ganar tiempo para preparar el sistema de salud y dejarlo en condiciones de afrontar las demandas de atención que puede imponer un crecimiento en el número de casos.
Habrá que analizar, en el momento que se evalúe flexibilizar las condiciones de aislamiento, cual es la situación epidemiológica vigente, y en función de ese análisis decidir dónde, cuánto y cómo hacerlo, y qué grupos poblacionales deberán quedar bajo el paraguas protector del aislamiento. Vista la vulnerabilidad de los adultos mayores, y que el invierno impone condiciones favorables para la transmisión de virus respiratorios, como SARS-CoV-2, es muy probable que este grupo deba quedar en aislamiento hasta que la circulación viral se haya reducido a un nivel tal que el riesgo de transmisión se torne aceptablemente bajo.
—¿Siempre es la fiebre el primer síntoma o pueden estar presentes los otros (tos seca, por ejemplo), sin que la temperatura supere los 37°C?
—La fiebre es el síntoma que se presenta más frecuentemente en Covid-19, y por lo tanto todas las definiciones de caso sospechoso la incluyen. Sin embargo, un pequeño porcentaje de casos pueden presentarse inicialmente sin fiebre. Por otro lado, se debe considerar que una proporción aún indeterminada de los infectados con SARS-CoV-2 son asintomáticos, y pueden no presentar fiebre ni ningún otro síntoma.
—Una vez superado el virus en un paciente, ¿qué posibilidades hay de que ese paciente recuperado vuelva a contraerlo?
—No se cuenta con la información suficiente para poder establecer si los infectados con SARS-CoV-2 generan una respuesta inmune que los proteja de ulteriores infecciones con el mismo virus.
“Es muy difícil hoy predecir la evolución del Covid-19, en nuestro país y en el resto del mundo. Hasta el momento, el aislamiento social preventivo y obligatorio, como se implementó en la Argentina, parece ser efectivo para limitar la expansión viral, lo que está permitiendo ganar tiempo para preparar el sistema de salud”, dijo Claus.