DyN
DyN
El ex Director de Investigaciones de la Policía Bonaerense durante la última dictadura Miguel Osvaldo Etchecolatz, que ya purga tres cadenas perpetuas por delitos de lesa humanidad, sumó hoy otra reclusión de por vida por el secuestro y las torturas aplicadas a los aún desaparecidos Daniel Omar Favero y María Paula Alvarez.
El Tribunal Oral Federal 1 (TOF1) de La Plata, integrado por los jueces Cesar Alvarez, Germán Castelli y Roberto Lemos Arias, procedente de la Sala I de la Cámara Federal platense, también condenó en la misma causa a 25 años de prisión a ex integrantes de la Brigada de Investigaciones de La Plata y del destacamento Arana.
Los sentenciados en este caso fueron Raúl Machuca, Julio Argüello y Fernando Svedas, mientras otro de los imputados, el ex jefe de la Brigada de Investigaciones Rubén Oscar Páez, murió a los 76 años en febrero de 2012.
El tribunal condenó a Etchecolatz como coautor del delito de desaparición forzada de personas de dos hechos encuadrados en la figura internacional de genocidio.
A los otros tres imputados los sentenció también por desaparición forzada de personas en dos hechos consecutivos constitutivos de la figura internacional de genocidio.
Pese a imponerle la máxima pena contemplada en el Código Penal, los jueces le otorgaron a Etchecolatz el beneficio de que continúe cumpliendo detención domiciliaria.
Daniel Omar Favero había nacido en La Plata el 30 de julio de 1957, era militante de la Juventud Universitaria Peronista, estudiante de Letras, escritor y músico y fue secuestrado junto a su compañera María Paula Alvarez el 24 de junio de 1977 por una comisión policial de la Brigada de Investigaciones de esta capital, comandada por Machuca y ordenada por Etchecolatz. Antes habían privado de la libertad y torturado para que revelaran el paradero de la pareja a los hermanos de Favero, Claudia y Luis.
El histórico presidente del TOF1, Carlos Rozanski, debió apartarse de esta causa porque en abril de 2015 denunció haber recibido intimidaciones graves contra él y sus colaboradores a través de llamados telefónicos, mensajes de voz en los celulares, correos electrónicos y cartas, como respuesta a las sentencias aplicadas en otros juicios a Etchecolatz.