Un día como hoy, en 1937, en la efervescente ciudad de Los Ángeles, nacía un icono del cine que trascendería épocas y géneros: Dustin Hoffman. Su inconfundible talento le ha hecho merecedor en dos ocasiones del prestigioso galardón cinematográfico, el Oscar, el pináculo del reconocimiento en la industria del séptimo arte.
Uno de los momentos cumbre de su carrera se encuentra en la película "Perros de paja" (Straw Dogs), dirigida por el visionario Sam Peckinpah. Su actuación allí perdura en la memoria colectiva, convirtiendo la película en un verdadero objeto de culto. Aunque sus raíces académicas se encuentran en Santa Monica College y en la Neighborhood Playhouse School of the Theatre, su talento trasciende las aulas para resonar en la pantalla grande.
Dos estatuillas doradas del Oscar adornan su legado. La primera llegó en 1978 por su impresionante papel en "Kramer vs. Kramer", bajo la dirección de Robert Benton, seguida de su segundo triunfo en 1988 con "Rain Man", dirigida magistralmente por Barry Levinson. Sin embargo, es su caracterización del entrañable embustero Rico "Ratso" Rizzo en "Midnight Cowboy" (Vaqueros a medianoche) la que la crítica especializada considera como uno de los hitos más relevantes en su carrera. Este clásico del cine ilustra la amistad y la inocencia en medio del bullicio de Nueva York, y marcó el inicio de una colaboración memorable con Jon Voight. La canción "Everybody's Talkin", interpretada por el legendario Harry Nilsson, añade un componente atmosférico de profunda resonancia a la película, la cual se alzó con tres Oscar en las categorías de mejor película, mejor director y mejor guion adaptado.
A partir de este punto, la trayectoria de Hoffman se erige en una constante ascensión, consolidándose como uno de los actores más carismáticos y queridos de Hollywood. Películas como "Pequeño Gran Hombre" (1970), "Papillon" (1973), la aclamada "Lenny" (1974), basada en la vida del humorista Lenny Bruce, y "Todos los hombres del presidente" (1976) dirigida por Alan J. Pakula, enriquecieron su repertorio.
Destacando su versatilidad, no podemos omitir mencionar la comedia "Tootsie" (1982) del director Sydney Pollack, donde Hoffman enfrenta un cómico dilema de travestismo, lo que le valió un reconocimiento a nivel masivo.
Retornando a sus orígenes, "El graduado" (1967) se erige como su primer gran éxito, si bien las revistas de la época no escatimaron en comentarios sobre su apariencia física, sus dotes actoriales consolidaron un nuevo paradigma en la industria. Como afirmó Life, "si el rostro de Dustin Hoffman fuera su fortuna, estaría condenado a una vida de pobreza". Sin embargo, su legado trasciende las superficialidades, marcando el surgimiento de una nueva ola de actores cuya valía se encuentra en su destreza interpretativa y rigor escénico.
Con su arte, el actor ha dejado una huella imborrable en la historia del cine, desafiando convenciones y rompiendo barreras para redefinir la masculinidad en la industria.