LOS ÁNGELES, California, Estados Unidos (Enviado especial)
Con una multitud argentina y fuerte presencia santafesina (hinchas de Colón y Unión juntos), la cumbia pisó fuerte en Hollywood. Los Palmeras, ovacionados, se llevaron el Oscar del corazón: se los entregó la gente.
LOS ÁNGELES, California, Estados Unidos (Enviado especial)
Se esperaba, por esa gran colonia latina que hay aquí en Los Ángeles, que el show de Los Palmeras fuera el más “futbolero” y popular de todos. Pero lo de la ciudad de los Oscars superó todas las expectativas. Fue un show ciento por ciento argento, con camisetas de distintos clubes, la infaltable sabalera de muchos mezclada con hinchas de Unión con gorros y casacas. “La verdad que con tanto amor de ustedes, no nos va a quedar otra que volver en julio”, dijo emocionado Marcos Camino. Como lo anticipó El Litoral, tienen una propuesta para estar de nuevo acá en un par de meses. “¿Quieren que estemos de nuevo en julio?”, preguntó el padre del acordeón. El “siiiiiiii” de la multitud retumbó con todo.
El sprint final, con los temas del rock nacional, el popular “Sabalero”, el coro del Himno Nacional Argentino y el remate con “Muchachos…” fue algo imponente de un público de todas las edades que no paraba de cantar, saltar y emocionarse. Todos los santafesinos se acercaban a este enviado de El Litoral y contaban sus experiencias. Los años que hace que están acá, porqué se vinieron, qué hacen y cómo la llevan a la distancia. El exilio puede ser por convicción o por obligación. El relato es el mismo, poque la historia nuestra es cíclica: “Me vine cuando nos fundimos con el riojano”; “Me vine con la crisis de De la Rúa”, explican los más grandes. Entonces, ese Deja Vu surge solito: “Nos conectamos con ustedes, a través del sitio de El Litoral; con los colores del fútbol y esa pasión; con el mate que nunca se abandona y con la cumbia de Los Palmeras”. Casi todos la pasaron mal de entrada, están bien de guita ahora con el laburo pero se nota en ese brillito casi lágrima en los ojos cuando hablan con alguien de Santa Fe que el recuerdo, el cariño y gran parte de los sentimientos se quedaron allá…en la ciudad de Garay. No son villanos ni héroes. Tomaron una decisión de vida y punto. Uno siempre piensa, cuando hace las cosas, que las hace para bien. Nadie quiere que le vaya mal en esta cumbia llamada vida.
Con ese plus emocional del público, nada podía salir mal. Los Ángeles, con cuatro horas menos que Argentina, nos recibió con frío. Adentro, en el lugar del show era verano de enero en Santa Fe por el calor de la gente. Se cantaron todo de principio al final. Se sabían cada letra, cada canción. “Cuando abrimos las puertas, a las 9 de la noche, ya había 100 personas afuera; es algo que nunca pasa. El show, para que tengan una idea del aguante y la vigilia por Los Palmeras, arrancó a la medianoche”, cuentan los organizadores a El Litoral.
Otro dato que sorprendió en cada uno de los lugares de la gira: más allá de la gente de entre 40 y 50 años, se pudo ver mucha familia. “Te das cuenta lo que son Los Palmeras porque viene gente a estos escenarios que no viene cuando llegan bandas argentinas o movidas de este tipo en Estados Unidos”, agregan.
Como lo contamos, el final de la gira es durísimo: un show por día. Subirse y bajarse de aviones; cambiar la hora a cada rato. “Menos mal, loco, que lo hace solito el celular”, se ríe Marcos. De un lado para el otro, a pura adrenalina. Adrián Forni, como mánager, un crack total: tiene todo preparado y está en cada detalle. Dallas, Los Ángeles y Salt Lake City en el sprint de cierre.
Si Miami lo confirmó en la capital del sol, lo de Los Ángeles como la ciudad de los Oscars fue consagratorio para esta gira. Fue el show más emocionante de todos, por el ida y vuelta con la gente. Hubo Argentinidad al palo en California con la cumbia de Los Palmeras.
Alguna vez hace muchos años, en Viña del Mar, le preguntaron a Joan Manuel Serrat “¿dónde vivió usted en los años de exilio cuando se fue de España?”. Y el “Nano”, con una respuesta magistral, dijo: “Cuando uno no está en su tierra no está en ningún lado”.
Para esta colonia argentina en Los Ángeles, con fuerte griterío de cumbia de Santa Fe, cantar, saltar y bailar con Los Palmeras fue como volver a casa por dos horas. Allá arriba, en el escenario, Marcos, “Cacho” y los chicos se llevaron de esta California Somnolienta su propio Oscar. A Los Palmeras le dieron el Oscar del corazón. El mejor de todos. El que desde hace más de 50 años les entrega la gente. No importa en el lugar del mundo que suenen.