Danilo Chiapello
dchiapello@ellitoral
Viernes a la noche.
Eran cerca de las 21 cuando al hospital Cullen ingresó un joven con varias heridas de bala. Su estado era de cuidado. Como es de rutina el paciente fue llevado a la sala de shock-room. Allí médicos y enfermeras se pusieron a hacer su trabajo.
Pero, de repente.... la locura.
Un hombre, de unos 40 años, ingresó a la sala y comenzó a increpar duramente a los profesionales. A las palabras le siguieron los insultos y las amenazas.
El punto máximo llegó cuando lanzó un par de trompadas contra una médica. Fue entonces cuando el personal policial presente en la sala se abalanzó contra el individuo y se trabó en lucha.
En medio de la pelea se corrieron camas, se cayeron elementos de trabajo y el lugar fue comenzando a transitar por el caos.
A duras penas, el intratable hombre fue reducido y sacado de la sala. Pero cuando los policías se lo estaban llevando hacia el exterior del nosocomio tropezaron con la peor escena. Un centenar de enfurecidos “personajes” estaban haciendo “el aguante” en el playón de acceso y en el hall de entrada.
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