Viernes 26.8.2022
/Última actualización 3:35
Este viernes por la tarde el juez Leandro Lazzarini dispuso la prisión preventiva del único imputado por el transfemicidio de Alejandra Ironici -militante y referente trans en la provincia-, luego de acreditar tanto la agravante de violencia de género como la de crimen de odio.
La cautelar fue solicitada por la fiscal Alejandra Del Río Ayala, quién asistió a la audiencia junto a su par Carla Cerliani, y adelantó que "probablemente se amplíe la imputación -por abuso sexual-, estamos esperando fundamentalmente una pericia genética".
Además, aseguró que pese a la complejidad del caso, fue una investigación "en tiempo récord", por lo que tras obtener los resultados de algunas medidas que se están llevando a cabo estará en condiciones de presentar la acusación formal contra Héctor Damián Barrero.
El hombre de 32 años fue imputado como autor de "transfemicidio, agravado por el vínculo y por mediar violencia de género", cuya pena en expectativa es la máxima: prisión perpetua. Las defensoras públicas que lo asisten solicitaron que transitara el proceso en libertad, lo que fue rechazado por el magistrado al advertir la "clara" existencia de los peligros de fuga y entorpecimiento probatorio.
Dos asociaciones civiles se presentaron como querellantes en la causa: la Colectiva de Abogadas Translesbofeministas y el Instituto de Políticas Públicas LGBT+, quienes se adhirieron al planteo fiscal.
El crimen
La fiscalía expuso durante casi un hora todos los elementos con los que cuenta hasta el momento, que le permitieron reconstruir lo sucedido e imputar a Barrero. Así, señaló que la reconocida militante del movimiento LGTBIQ+ fue asesinada la madrugada del pasado domingo 21 de agosto, aproximadamente a las 3, en el dormitorio principal de su domicilio, ubicado en calle Presbítero Dusso al 7200 de la ciudad de Santa Fe.
Fue atacada por la espalda con un objeto punzocortante y recibió un total de 46 puñaladas. Las heridas más graves fueron las de su cuello, que le provocaron la muerte debido a la gran pérdida de sangre. No presentaba heridas defensivas, lo que evidencia lo sorpresiva que fue la agresión.
La fiscalía señaló que "el asesinato de Alejandra se produjo a las 3.30, el imputado se retiró y luego volvió cerca de las 10 para prenderla fuego". Esto surgió a raíz del relato de una testigo de identidad reservada, que esa madrugada escuchó un golpe fuerte y los gritos de la víctima, pero que en ese momento siquiera se imaginó que su vida corría peligro. Sumado a que una vecina sintió olor a quemado alrededor de las 10.30.
El intento por destruir las pruebas no funcionó porque Barrero cerró la puerta del dormitorio, por lo que el oxígeno de la habitación se extinguió rápidamente y, con este, las llamas. El fuerte olor a quemado fue lo que alertó al sobrino de la víctima, que llegó a la casa cerca de la medianoche del domingo y fue el primero en encontrar a su tía sin vida.
El auto
Barrero mantenía una relación de pareja con Ironici desde marzo, aproximadamente, y convivía con ella y su sobrino. Tiene problemas de adicción, y un testigo recordó que hace un tiempo desapareció llevándose consigo algunas pertenencias de la mujer. Cuando regresó, ella continuó con el vínculo pese a los reproches de su sobrino.
Después de matarla, el asesino se llevó toda su ropa, junto a la computadora, el celular, el Fiat Palio gris y las llaves de la casa de ella. Mantuvo el teléfono encendido y se comunicó con el sobrino de la víctima -haciéndose pasar por ella- para averiguar cuándo volvería a la casa, y así poder regresar a prenderla fuego sin ser descubierto. Luego se refugió en la vivienda donde fue detenido la mañana del lunes, ya que había estacionado el automóvil en la vía pública.
De las pericias realizadas al Fiat Palio, surgió que había restos de sangre en el volante, el piso y el techo. En cuanto al examen físico que se le realizó al imputado, le encontraron dos excoriaciones, y restos de sangre en sus zapatillas. De la casa de la víctima se secuestró un cuchillo que estaba guardado en un mueble de la cocina, y también tenía sangre.
"Miedo de morir"
Entre los testimonios recabados, se mencionó el de la madre del imputado, quién habló muy bien de Ironici y no sabía que ella era una mujer trans -un dato importante al momento de escoger la calificación legal-.
También el de la hermana de la víctima, que dijo que Alejandra había viajado a Tostado -donde nació- a principios de mes para presentar a Barrero ante su familia, y recordó que no pudo hablar con ella porque él no se le despegaba. "No la vio bien, estaba muy seria y le dijo que tenía miedo de morir", mencionó la fiscal.
Si bien no describieron episodios de violencia física, las amistades de la víctima señalaron situaciones raras, remarcaron que ella estaba enamorada y que él solía desaparecer. La fiscalía investiga un hecho ocurrido un semana antes del transfemicidio, en el que Barrero habría amenazado de muerte a Ironici en la vía pública.
Crimen de odio
En cuanto a la calificación legal, especialmente a la figura del "transfemicidio", denominado tradicionalmente como "crimen de odio", la fiscalía resaltó: "Nos interesa traer la palabra transfemicidio porque lo que no se nombra no existe".
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) lo denomina como "crimen por prejuicio o discriminación" y establece requisitos para que se de esta agravante. "Porque el 'odio' nos llevaría a buscar evidencia subjetiva de qué pensaba Barrero al momento de darle muerte a Alejandra", mientras que en el "crimen por prejuicio" -que tiene que ver con el contexto y la mayor exposición que tienen las diversidades sexuales en las sociedades actuales- las evidencias tienen que ser objetivas, explicaron las fiscales.
En su informe, la CIDH hace mención de algunas evidencias y "en el caso de Alejandra están presentes por lo menos tres: la brutalidad con la que se da el crimen -46 puñaladas, la mayoría en el rostro, cuello y zona pectoral-, el estatus que tenía la víctima -no era cualquier mujer ni cualquier mujer trans, era la máxima referente de la comunidad LGTBIQ+ dentro de la provincia, una militante reconocida socialmente-, y el lugar en dónde ocurrió -en la propia intimidad del hogar, a lo que se suma la circunstancia de que Barrero decidió prender fuego y lo hizo sobre el cuerpo-".
A esto se suma la presencia de la probable violencia sexual, y la violencia estructural que atraviesan las personas trans. "Está probado que Alejandra toda su vida tuvo que avanzar contra las violencias institucionales y estructurales", y últimamente "le preocupaba llegar a la vejez sola. Esto es algo que tiene que analizarse en el contexto de la proyección de vida de las personas trans, que en Argentina es de 35 años. Alejandra tenía 43 y se sentía grande. Vivir esa vida en soledad hacía que se aferre a este joven, a quien ella quería ayudar y de lo cual él se aprovechaba".