Danilo Chiapello
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Esta mañana la policía concretó varios allanamientos en Guadalupe Oeste los que dejaron como saldo el traslado de tres personas.
Los operativos forman parte de los trabajos ordenados para dilucidar el cruento asalto ocurrido ayer a la mañana en Ayacucho al 1100, donde fue asesinado Rohal Enzo Urrejola (75).
Cerca de medio centenar de uniformados fue el que hoy, con las primeras luces del día, “desembarcó” en el extremo norte de la barriada, en el sector conocido como El Chaqueño.
Uno de los primeros lugares requisados fue una precaria finca ubicada en la zona de Azcuénaga y vías del ferrocarril. Desde el lugar se trasladó a dos muchachos, de 20 y 26 años.
Minutos después se repitió el procedimiento en otra vivienda de Güemes al 7900. Desde este otro lugar la policía se llevó a un joven de 25 años.
Al cierre de esta edición, fuentes confiables precisaron que, en principio, ninguno de los tres arrestados guarda relación directa con el hecho investigado.
Solamente uno de ellos forma parte de una carpeta especial ya que tendría algún grado de parentesco con uno de los individuos que aparece apuntado como sospechoso.
De los operativos en cuestión tomaron parte agentes de la sección Homicidios; Seguridad Personal; también personal de la Guardia de Infantería; Orden Público y Policía Científica. Todos siguiendo directivas impartidas desde el mando de la Unidad Regional I.
Hasta el momento, quienes tienen a su cargo el esclarecimiento de este caso se muestran con prudente optimismo y confianza de llegar a buen puerto.
Esto es así debido a que no fueron pocas las personas que, en un momento u otro de la mañana del domingo, se cruzaron con estos “jardineros” asesinos.
Mañana fatal
Ayer a la mañana, poco después de las 9, tres sujetos fueron los que sorprendieron a don Coco Urrejola en la puerta de su domicilio en Ayacucho al 1100.
Los recién llegados (que se movilizaban a bordo de dos motocicletas) portaban máquinas bordeadoras. Los sujetos ofrecieron sus servicios para cortar el césped.
La primer respuesta de don Coco fue negativa. Así y todo los intrusos no se dieron por vencidos y prosiguieron la charla ahora pidiéndole una herramienta.
Apenas una fracción de segundos bastó para que estas fieras se lanzaran contra su presa.
Una vez en el interior de la casa se desató el infierno.
Don Coco y su esposa fueron maniatados por los delincuentes. Luego, ambos esposos fueron sometidos a una serie de golpes para que revelen el lugar donde guardaban algún dinero.
Toda la carga del drama hizo blanco en el cuerpo de Urrejola que, atormentado por la situación, comenzó a evidenciar síntomas de un ataque cardíaco.
Minutos después se produjo el fallecimiento del dueño de casa.
Mientras, los autores de la criminal acción, ya habían escapado del lugar.