Joaquín Fidalgo
Esteban fue asesinado hace exactamente 12 meses, en las calles de barrio San José, por delincuentes que le robaron la moto. El crimen permanece impune y todo parece indicar que así seguirá. A pesar de todo, su padre no deja de luchar.
Joaquín Fidalgo
Jorge Toffolini cumple hoy 64 años, pero no va a festejar, como no lo pudo hacer el año pasado y como tampoco lo hará en lo que le resta de vida. Es que este miércoles se cumplen 12 meses de que se hiciera realidad su peor pesadilla, la más temida por cualquier persona: perdió a su hijo, asesinado durante un asalto en barrio San José.
Esteban tenía 29 años, era alto y corpulento. Repartía su vida entre el deporte, el trabajo y el estudio. Ese martes 29 de abril de 2014, cumplió con su trabajo a la mañana en la Secretaría de Extensión Universitaria y por la tarde asistió al Instituto Superior Nº 12, donde cursaba la carrera de “Archivística”.
Cerca de las 22, salió del establecimiento, se calzó la mochila al revés (hacia el frente) y abordó su moto. Estaba apurado porque su padre cumplía 63 y estaba esperándolo en su departamento de barrio Las Flores II, junto al resto de la familia (su madre y sus dos hermanos).
En su recorrido, Esteban tomó una decisión que sería fatal para él. Seguramente para acortar camino, tomó por calle Espora, sin saber que una banda de delincuentes estaba agazapada esperando una presa.
Al llegar a la cuadra del 4200, los ladrones le salieron al cruce y le apuntaron con un arma de fuego. Aparentemente, el joven no se detuvo y trató de eludir a los atacantes, pero entonces se escucharon dos “cañonazos” y el motociclista cayó al suelo. Los ladrones tomaron la moto y desaparecieron, para siempre. Esteban se levantó, caminó unos pasos y cayó sin vida.
Le dispararon con una pistola de uso militar, calibre 11.25. Uno de los pesados proyectiles impactó en su brazo izquierdo, cuando probablemente trató de cubrirse en una reacción instintiva. El otro atravesó sus carpetas de estudio, se clavó en su pecho y le destrozó la arteria aorta, sellando su suerte en el acto.
“Nosotros estábamos esperando a Esteban en mi casa para celebrar mi cumpleaños. Pensé que se había demorado en el instituto. Cuando sonó el timbre, me levanté y fui a recibirlo, pero me encontré con un policía que me dijo que lo habían matado. Me pasé la madrugada buscando el cuerpo, pero estaba en la morgue, donde le hicieron la autopsia”, recuerda Jorge con ojos llorosos.
Le cuesta hablar del tema y hace largos silencios, para tomar aire y fuerza. “Hay un rumor en el barrio sobre lo ocurrido. Algunas personas mencionan nombres de los presuntos asesinos, pero nadie se anima a aportar datos ante la Justicia. Los vecinos tienen miedo de lo que pueda pasarles. Hoy se cumple un año de la muerte de Esteban, un hecho que marcó la vida de nuestra familia. También hace un año que reclamamos para que se esclarezca el caso, pero no tenemos respuesta alguna”, se quejó.
“Me gustaría preguntarle a la fiscal (Cristina) Ferraro si dio la orden de investigar el arma con la que mataron a mi hijo. No es una pistola común. Si se sigue esa pista posiblemente se llegue a algo. La moto tampoco apareció nunca. ¿La habrán buscado? Hasta ahora, lo único que escuché fue: ‘No hay novedades, no hay testigos’. A las pruebas las tenemos que buscar nosotros, las víctimas, sin conocimiento específico de cómo hacerlo. Lo hacemos por la necesidad que tenemos de encontrar justicia. No hay otra salida, porque no existe la investigación judicial”, aseguró.
“Sé que lo que le pasó a mi hijo no es un hecho aislado. La matanza es generalizada. Todos creemos que vamos a zafar, hasta que nos toca. Yo nunca pensé que me iban a matar un hijo. Yo quería ayudarle a comprar un autito, pero por temor a los accidentes de tránsito. Jamás imaginé que me lo iban a asesinar por la moto. De haberlo sospechado, nunca le hubiese permitido que la comprara. Hoy sé que la moto es muy fácil de negociar en el ‘mercado negro’. Esto sigue y va a seguir sucediendo. Pareciera que la injusticia y la mentira son más importantes que la justicia y la verdad. Y el problema de fondo es que el tejido social está destruido. Hay que reconstruirlo y eso va a llevar tiempo... ¿Cuándo empezamos?”, se preguntó Jorge Toffolini para concluir.
Foto: Archivo
"El año pasado, el día de mi cumpleaños, sonó el timbre y me levanté para recibir a mi hijo, pero me encontré con un policía que me contó que lo habían asesinado”. Jorge Toffolini. padre de Esteban.
Amenazado Desde el crimen de Esteban, su padre se cansó de recorrer las calles de barrio San José en busca de indicios sobre los asesinos. Aparentemente, esta “investigación” incomodó a algunas personas. Un día, mientras Jorge hacía compras en un negocio cercano a su vivienda, pasó un desconocido y le susurró: “Te voy a matar”. El sujeto desapareció antes de que Jorge pudiera salir de su asombro. “No es vida la mía, pero no voy a aflojar. Tampoco voy a dar un paso atrás”, disparó.