La trama del salvaje robo que sufrió Hugo Schnell (80) es una cruel paradoja. Toda su vida este hombre se caracterizó por ser cauteloso y precavido. Así y todo la noche del miércoles el destino le jugó una mala carta que lo puso al borde la muerte.
El comerciante evoluciona favorablemente ya sin ayuda del respirador. Patricia, su hija, reveló increíbles detalles del suceso.
La trama del salvaje robo que sufrió Hugo Schnell (80) es una cruel paradoja. Toda su vida este hombre se caracterizó por ser cauteloso y precavido. Así y todo la noche del miércoles el destino le jugó una mala carta que lo puso al borde la muerte.
Aquella jornada Hugo estaba terminando su labor en su querida verdulería ubicada en Gral Paz 7400 cuando se retiró del salón de ventas para cerrar la puerta de un depósito en la parte de atrás. Justamente por seguridad le fue a colocar dos candados.
Pero al regresar de dicho trámite encontró a un desconocido que estaba sacando la plata de la caja registradora. “¡¿Qué estás haciendo?!” alcanzó a gritar Hugo sin imaginar lo que estaba por suceder.
El intruso, que estaba armado con una cuchilla, se dio vuelta e inició un criminal ataque. En cuestión de segundos le asestó cinco puñaladas al comerciante. Una de ellas le atravesó el corazón de lado a lado.
“Todavía sigo sin entender el por qué de semejante reacción. Para el ladrón era más fácil escaparse que hacer ese desastre. Creo que lo hizo porque estaría completamente drogado”, opinó hoy Patricia, una de las hijas del verdulero en diálogo con El Litoral.
“Pude hablar muy poco con él, porque aún está delicado. Cuando le pregunté por el robo, me dijo que conocía al agresor. El no se olvida de nadie. Seguramente alguna vez le dio plata o una fruta”, estimó.
Más allá del terrible drama, se puede decir que Hugo tuvo buena fortuna dentro de la desgracia.
“Claro que sí -aprobó Patricia- Desde encontrar a un médico en la farmacia vecina; la ambulancia que lo llevó; luego encontrar a un cardiocirujano esa noche en que había un paro en el hospital. Fue una cirugía a corazón abierto, le tuvieron que suturar el corazón en dos partes, hacer una transfusión de sangre, en fin…”
“Lo único que tengo son palabras de agradecimiento para todos los que atendieron a mi padre. Desde los médicos, enfermeros, los vecinos, todos… no quiero olvidarme de nadie”.
“Esto que nos pasó a nosotros es algo muy fuerte. Pero no somos los únicos. Hay muchas familias destrozadas por la delincuencia. Se necesita un cambio profundo. Yo no veo que se estén realizando cosas positivas contra la inseguridad. Al contrario. Lo que siento es que esto que pasó se podría haber evitado”.
Por último Patricia describió una particular situación que vivió con uno de los médicos que atendió a su padre.
“Yo estaba desesperada y a cada rato aparecía un médico que me decía ‘esto es muy difícil… no hay garantías de que se salve’. Al otro día lo mismo: ‘ no hay garantías’. Entonces en un momento cuando salió un médico de terapia intensiva le dije: ‘miré doctor yo soy una persona de fe, soy creyente y mi padre va a salir adelante. Usted la fe no me la va a sacar’.
“-No, no, señora… no lo interprete así. Desde ya que es nuestro deber explicarle la gravedad de la situación”, respondió el médico.
Al otro día estábamos de nuevo con mi hermano esperando el informe de terapia cuando vuelve a salir este mismo médico. Viene directo a mí y me dice: ‘señora usted tenía razón… los milagros existen. Termino de sacarle el respirador a su padre”.