Danilo Chiapello
dchiapello@ellitoral.com
Un vecino de barrio Guadalupe dejó de existir hoy poco después de ser sorprendido por un grupo de delincuentes que pudo ganar el interior de su domicilio.
Todo comenzó cerca de las 9 cuando tres individuos, que se conducían en dos motocicletas, llegaron hasta el domicilio de Enzo Urrejola (75), ubicado en Ayacucho al 1100, esto es, entre Avellaneda y Dorrego, en el corazón de Guadalupe Oeste.
Portando máquinas bordeadoras, los recién llegados entraron en conversación con el dueño de casa a quien le ofrecieron sus servicios como cortadores de césped.
Pese a que “Don Coco” (tal como lo llamaban en el barrio) no se mostró interesado en contratar dicho servicio, estos supuestos “jardineros” siguieron insistiendo. Primero solicitaron un vaso de agua, luego pidieron un rastrillo.
Fue entonces cuando, aprovechando un descuido, los sujetos “atropellaron” al hombre hasta lograr introducirlo dentro de la vivienda.
Lo que siguió fue el infierno.
En cuestión de segundos, Enzo fue reducido y maniatado por los delincuentes. Idéntica fue la suerte corrida por su esposa, María Luisa Vaio, de 76 años.
El hombre fue atado con sus manos hacia atrás mientras que la mujer, además de ser inmovilizada, fue amordazada con una remera.
Logrado el control del lugar, los malvivientes revolvieron cada una de las dependencias de la casa, donde provocaron un gran desorden.
En su recorrida, se hicieron de una suma de dinero (se estima unos 4 mil pesos) y sumaron a su botín el monitor de una computadora.
Cruel paradoja. El dinero robado era para un viaje de vacaciones a Mar del Plata que justamente esta noche iba a realizar el matrimonio.
Concretado el robo sus autores escaparon a bordo de las motocicletas.
Una vez que María Luisa logró zafarse de la mordaza, comenzó a pedir auxilio. Fueron sus gritos los que alertaron a unos vecinos que se acercaron para ver qué había ocurrido.
Apenas ingresaron a la casa se toparon con el horror: María Luisa estaba atada, con señales en su rostro de haber sufrido algunos golpes y don Coco agonizaba a su lado en medio de una crisis cardíaca.
Entre los vecinos que se acercaron a ayudar había una médica, la que le practicó a Enzo maniobras de RCP mientras pedían por una ambulancia. Pese a los esfuerzos realizados finalmente se produjo su deceso.
Sospechando lo ocurrido con su esposo, la mujer se descompensó y recibió una primera asistencia a bordo de una ambulancia que llegó hasta el domicilio y que luego la trasladó hasta un nosocomio.
Minutos después, la fisonomía del lugar se había alterado radicalmente con la presencia de gran cantidad de uniformados y vehículos policiales.
Dada la magnitud del suceso, se hizo presente el jefe de la Unidad Regional I, comisario Rafael Grau, quien informó de todo lo actuado al juez de instrucción en turno, Jorge Patrizzi, además del fiscal Rubén Díaz, estos últimos también presentes en el lugar.
Al cierre de esta edición, los efectivos practicaban una serie de redadas en toda la zona denominada como El Chaqueño, sin resultados hasta el momento.
Enzo Urrejola era un jubilado ferroviario y su esposa también ya había dejado atrás el tiempo en que se ganaba la vida como maestra.
Ambos residían en el barrio desde hace más de 30 años, donde supieron ganarse el respeto y el cariño de sus vecinos, los que hoy no podían superar la congoja por lo acontecido.