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El odontólogo Ricardo Barreda, quien asesinó a su familia hace 22 años, y su pareja, Berta André, comparecieron hoy ante la Cámara del Crimen de La Plata sobre problemas de convivencia que podrían derivar en un cambio de la situación del condenado, actualmente beneficiado con libertad condicional, y se retiraron juntos, acompañados por su abogado Eduardo Gutiérrez.
Como lo hicieron a su ingreso a la sede judicial, pasadas las 11 de hoy, ninguno de los dos se expresó sobre el trámite que cumplimentaron ante los jueces Raúl Dalto y María Oyhamburu, de la Sala I de la Cámara, donde abordaron cuestiones relacionadas con presuntos conflictos conyugales.
A su ingreso a los tribunales de calle 8, ambos negaron tener los problemas de relación sobre los que el mismo Barreda alertara en abril pasado, temiendo que una denuncia de Berta pueda hacerle perder la libertad condicional de la que goza, habida cuenta de que su pareja es su garante ante la Justicia.
De la audiencia también participó el equipo de psicólogos que elaboró un informe a los magistrados sobre la relación de la pareja, donde advierten algún tipo de desavenencia.
Con los datos recogidos hoy la Sala resolverá sobre el futuro de cuádruple homicida. Las opciones son que continúe con la situación actual o que dé intervención al Patronato de Liberados para que se haga cargo del tema, habida cuenta que Barreda no cuenta con el dinero necesario para subsistir -cobra una jubilación mínima de 2.500 pesos-, por lo que en los últimos mesas inició trámites para reclamar su parte de los bienes que actualmente están en proceso judicial.
En noviembre pasado el juzgado en lo Civil y Comercial 17 de esta capital que tramita la sucesión de los bienes, entre ellos la residencia de la calle 48 y 11 donde asesinó a su esposa, a sus dos hijas y a su suegra y una casa en Mar del Plata, lo declaró ‘indigno‘ y en primera instancia lo excluyó de la herencia.
El 15 de noviembre de 1992 Ricardo Barreda mató con disparos de su escopeta de caza a su esposa Gladys McDonald (57), a su suegra, Elena Arreche (86), y a sus dos hijas, Cecilia (26) y Adriana (24). En 1995 fue condenado a prisión perpetua y en los primeros meses de 2008 se le concedió el beneficio del arresto domiciliario por su buena conducta y por ser mayor de 70 años, prerrogativa que le fuera revocada en un par de oportunidades por haberla violado.
A fines de 2011 el tribunal que lo condenó y del que participaba el juez Dalto, le otorgó la libertad condicional y se fue a vivir al departamento que su actual pareja tiene en el barrio de Belgrano, en la Capital Federal.