El can antinarcóticos "Facu" detectó dos kilos de cocaína debajo del asiento de un ómnibus
Ocurrió en un control vehicular realizado en ruta 34, a la altura de la localidad santafesina de Luis Palacios. El colectivo de larga distancia circulaba desde Jujuy hacia la provincia de Buenos Aires.
El momento en que el perro "marca" el lugar del hallazgo.
En un control vehicular efectuado sobre la Ruta Nacional N° 34, en cercanías a la localidad santafesina de Luis Palacios, integrantes del Escuadrón 46 "Rosario – Victoria", detuvieron la marcha de un transporte público de pasajeros con itinerario San Salvador de Jujuy – Dellepiane (Buenos Aires).
Al registrar el interior del ómnibus, los uniformados observaron que el can detector de narcóticos "Facu" reaccionó cuando olfateaba debajo de unos asientos.
Los agentes proceden a realizar los peritajes con el estupefaciente hallado.
Ante tal situación se decidió profundizar la inspección, detectando dos paquetes que estaban adheridos en la parte inferior de los asientos, los que contenían 2 kilos 68 gramos de una sustancia blancuzca que arrojó resultado positivo para cocaína.
Se dio intervención al Juzgado Federal N°3 de Rosario, a cargo del Dr. Carlos Vera Barros, quien orientó se realicen las actuaciones de rigor y el secuestro de la droga, no logrando identificar responsables.
¿Cómo se entrenan estos perros?
Actualmente, en la República Argentina, tanto las fuerzas armadas como las de seguridad cuentan con canes detectores de narcóticos debido al incremento del tráfico de estas sustancias en nuestro país, ya sea como tránsito hacia otros países o para consumo interno.
¿Cómo se entrenan? Los métodos con que se realizan estos entrenamientos en nuestro país en estos momentos son de dos tipos, permitiendo ambos la detección de las sustancias tanto en personas, en equipajes, en diferentes embalajes utilizados normalmente.
Así estaba la droga oculta debajo de uno de los asientos.
Su eficacia y eficiencia es excelente, aún a pesar de utilizar, los traficantes, distractores de toda índole, como por ejemplo sustancias de muy fuerte aroma (café, perfumes, comida, etc.), olores sexuales de animales y humanos, y de introducir las drogas dentro de lugares insólitos como herrajes, puertas, vísceras de animales, incluido las de los caninos, en diferentes medios de transporte como autos, aviones, barcos y trenes.
Un juego
El primero y más aceptado es por medio del juego. Mediante este método el perro literalmente no busca la droga, sino que busca un juguete con el que está acostumbrado a jugar y al que durante el adiestramiento se le adosa el olor de la droga a buscar. A este método se lo llama asociación de olores. A través de él, -por un sistema controlado de diferentes juegos- el perro comienza a utilizar su olfato para encontrar su preciado juguete.
Como recompensa a su esfuerzo tendrá "el juego" alegre y activo con su guía. El animal disfruta de esa manera de su trabajo. Para el entrenamiento se utilizan sustancias con olores similares a las de las drogas para evitar que el animal se encuentre en contacto con las mismas y pueda sufrir alguna intoxicación.
Comida como recompensa
El segundo método, basado en el condicionamiento operante como el primero, consiste en recompensar el encuentro de las drogas con comida, utilizando de esta manera la motivación primordial biológica de todo animal.
Los dos "ladrillos" que fueron incautados.
Esto no quiere decir que si no encuentra droga no come, pues existen una serie de ejercicios destinados a que el animal encuentre las sustancias y de esta manera reciba su ración diaria, sin afectar la base de su entrenamiento. Este último método está dejándose de usar ya que el de la motivación por el juego lleva a mejores resultados.
Los perros detectores de narcóticos, son animales de difícil selección, elegidos por su carácter jovial y predisposición al trabajo, descartandose para este entrenamiento a los animales agresivos.
No son drogadictos
Esta creencia difundida hace tiempo, por personas que nada sabían sobre el adiestramiento de estos perros, sin que nunca tuviera una razón coherente para sustentarse.
Un adicto no puede recibir órdenes y su vida útil es corta e ineficiente luego de haber recibido adiestramiento de meses. Jugar con la adicción del perro en la detección sería un acto de crueldad pero también una absoluta incoherencia práctica y operativa.
Para reafirmar que la creencia de la adicción de los perros detectores no tiene sustento práctico, revisemos algunos de los síntomas que se manifestaría en el perro frente al consumo de las drogas más habituales y veremos que resultaría imposible que un perro en estas condiciones responda a orden o tarea alguna.
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