Joaquín Fidalgo
Eugenia Baraldo defendió a los acusados, sus padres y a su hermano, y contó cómo eran las relaciones interpersonales de su familia. Aseguró que se crió con el nene, como un hermano más, porque ella tenía 10 años cuando él nació.
Joaquín Fidalgo
jfidalgo@ellitoral.com
En el marco del juicio oral por el caso Baraldo, este jueves declaró como testigo la tía del niño presuntamente abusado sexualmente por sus familiares. Se trata de Eugenia Baraldo, hija de dos de los acusados (Víctor Hugo Baraldo y Nidia Noemí Morandini) y hermana del restante (Juan Pablo Baraldo). Ella es, además, hermana de la madre de la supuesta víctima.
En primer lugar, esta mujer fue interrogada por el abogado Eduardo Jauchen, quien junto con la doctora Alejandra Forte defienden a los imputados.
Ante las preguntas, la testigo relató cómo eran las relaciones personales entre los integrantes de la familia antes de las denuncias. Así, recordó que ella mantenía buena relación con toda su familia. Reconoció que chocaba a veces con su padre “por mi carácter fuerte”, pero él siempre la “acompañó”.
También señaló que a veces su papá le pegaba, “porque yo era muy terrible. No quería hacer los deberes y no ayudaba en la casa. Me dio algunas cachetadas. También a Fernanda, que era más rebelde que yo, particularmente en la adolescencia. Nos golpeaba para poner límites”.
Luego relató que en una oportunidad hizo una denuncia contra su padre, pero que actuó “porque estaba embroncada. Fue un capricho del momento. Levanté la denuncia al día siguiente, cuando hablé con el juez. Esa vez discutimos porque yo no ayudaba. Me puse rebelde y me dio un cachetazo. Me fui por la bronca a la comisaría”.
A la hora de hacer referencia a su hermana, Fernanda, señaló que “tenían una buena relación la mayor parte del tiempo. A veces nos peleábamos, pero no durábamos mucho enemistadas”.
Sobre su sobrino, presunta víctima, aseguró que “prácticamente me crié con él, como si fuese mi hermano. Yo tenía 10 años cuando él nació. Estábamos todo el día juntos. Íbamos al parque, jugábamos en la compu. Vivía en casa con nosotros. Cuando Fernanda se casó, se fue a vivir con ella, a la casa de mi abuela”.
Narró que cuidó a Bruno durante su adolescencia, por aproximadamente dos años, de lunes a viernes, y que el pequeño quedaba algunas horas solo cuando ella debía asistir al colegio y la madre todavía no había regresado de su trabajo.
Más adelante, Eugenia hizo hincapié en la muy buena relación que tenía su madre Nidia Morandini con el niño. “Era como un hijo más. Pasaba más horas con mi mamá que con Fernanda. A él le gustaba estar con nosotros”, dijo.
Por pedido del doctor Jauchen, la joven recordó cómo se enteró de la causa. “Fue el día del allanamiento a mi casa. Eran las 11 de la mañana, yo tenía 20 años y estaba sola. Me atacaron los nervios y llantos. No entendía nada. Me dejaron llamar a mi mamá y ella tuvo que salir de su trabajo para venir. Mi papá llegó más tarde para tomar sus remedios y lo esposaron para llevarlo”, puntualizó.
Después manifestó que al día siguiente fue citada a declarar en sede policial y que allí le tomaron testimonio dos uniformadas (entre ellas Clarisa Farioli, titular de la Comisaría de la Mujer). “Farioli fue muy agresiva”, señaló la testigo, quien además negó que le hayan informado previamente que tenía derecho a abstenerse de declarar contra sus familiares.
También aseguró que indujeron sus respuestas y que escribieron cosas en el acta que ella no había dicho. “No me leyeron la declaración y no la leí. Firmé sin saber lo que decía”, reconoció.
Finalmente, ella negó que haya visto algún tipo de trato sexual o sensual de parte de alguno de los acusados hacia la víctima y relató que una vez su hermana Fernanda le contó que habían obligado al niño a revelar el nombre del supuesto abusador. “El padrastro (Carlos Gloor) lo tomó de las piernas, lo dejó con la cabeza colgando. El nene le decía que prefería morir antes de que decirles quién era”, dijo. Refirió que Gloor lo habría amenazado de muerte y que recién entonces el pequeño dijo “mi abuelo”.
Contradicciones
A su turno, el fiscal Omar De Pedro (auxiliado en la sala por su par Daniel Filippi) contrainterrogó a Eugenia Baraldo. Entre otras cosas, intentó dejar en claro que ella “materialmente” no podía corroborar o refutar la teoría de la defensa y que al hablar del caso sólo hacía referencia a sus percepciones como integrante de la familia y por el afecto que siente por sus padres y hermano.
Luego de una seguidilla de objeciones planteada por Jauchen ante cada pregunta de De Pedro, el tribunal -integrado por los conjueces Jorge Luis Silva (presidente), Alfredo Martín Olivera y Néstor Darío Pereyra- convocó a las partes. Se generó entonces una nueva discusión (fueron varias a lo largo de todo el proceso) por el modo en el que se desarrollaba el contrainterrogatorio. La audiencia estuvo a punto de pasar a cuarto intermedio, por falta de tiempo, pero finalmente -ante la imposibilidad de dejar aislada a la testigo hasta mañana- se decidió continuar. Para ello, la fiscalía y la querella se comprometieron a acotar su participación.
El fiscal introdujo luego lo declarado por la joven contra su padre cuando hizo la denuncia por la supuesta agresión, para marcar contradicciones con su testimonio. Momentos antes, Eugenia había dicho que no consideraba a su padre una persona violenta.
En el acta, que data de cuando ella tenía 19 años, le dijo a la sumariante que su padre era una persona “violenta”. “Ha llegado a pegarme, pero nunca lo denuncié”, leyó. Siempre en base a lo denunciado en aquella oportunidad, su padre la había golpeado y la agarró del pelo.
Finalmente, De Pedro le pidió a la mujer que reconozca dos frases enigmáticas y llamativas que aparentemente ella había publicado en su perfil de Facebook luego de las denuncias. Ella no recordaba las publicaciones, pero sí reconoció que se trataba de su perfil.
Querella
Al final, en contados segundos, preguntó la abogada querellante Carolina Walker Torres (acompañada por su colega Martín Risso Patrón).
“¿Usted dijo que ama a su sobrino?”, consultó la abogada. “Sí”, respondió la testigo.
“¿Es cierto que dijo que el nene nunca le había mentido?, interrogó Walker. “Sí”, dijo Eugenia.
“¿Es cierto que usted dijo que siempre le creía al pequeño?”, siguió la abogada. “Sí”, reiteró la testigo.
“¿Es cierto que usted dijo que si el menor le hubiese contado sobre el abuso le habría creído?”, lanzó la querellante. “Sí”, reconoció la menor de los hermanos Baraldo.
Finalmente, cuando la doctora Walker le relató con lujo de detalle lo contado por el niño en Cámara Gessel sobre los abusos y le preguntó si le hubiese creído de haberlo escuchado de su boca, la testigo se desdijo. “No”, enfatizó.