Joaquín Fidalgo
Se trata de una psicóloga que entiende que hubo mala praxis de sus colegas. También atacó las entrevistas realizadas al menor de edad por otros peritos de la Comisaría de la Mujer.
Joaquín Fidalgo
jfidalgo@ellitoral.com
El juicio oral por el caso Baraldo continuó este miércoles en el subsuelo de los Tribunales de la ciudad de Santa Fe.
La causa tiene como imputados a Víctor Hugo Baraldo, su esposa Nidia Noemí Morandini y el hijo de ambos, Juan Pablo Baraldo, como autores del delito de abuso sexual con acceso carnal en perjuicio de un niño, nieto de los primeros y sobrino del segundo.
El menor de edad, que hoy es adolescente, habría sufrido los ataques cuando tenía entre 6 y 9 años y residía en la ciudad de Esperanza (departamento Las Colonias).
Según estaba previsto, este miércoles debía declarar el abuelo de la presunta víctima, pero finalmente quien se sentó en el banquillo frente al tribunal -integrado por los conjueces Jorge Luis Silva (presidente)-, Alfredo Martín Olivera y Néstor Darío Pereyra- fue la psicóloga Elena Carmen Dávoli, quien en primer lugar presentó su extenso currículum en el que se destaca, entre otras cosas, su desempeño como jueza del Tribunal de Ética del Colegio de Psicólogos de Rosario.
Esta mujer realizó un peritaje sobre los elementos de prueba más importantes presentados por la fiscalía. En su análisis, llegó a la conclusión de que ninguna de las cámaras Gesell fue bien realizada por las psicólogas del Centro de Orientación a la Víctima de Violencia Familiar y Sexual.
Cabe recordar, que tanto esas profesionales como otros dos psicólogos de la Comisaría de la Mujer fueron quienes tomaron testimonio al menor de edad luego de las denuncias efectuadas por su madre.
Los cuatro fueron terminantes en sus informes al asegurar que el niño decía la verdad al acusar a sus familiares maternos.
Para Dávoli, el relato del niño fue contaminado justamente por la gran cantidad de entrevistas previas que se realizaron antes de la realización de las cámaras Gessel. Además, -agregó- ello constituyó una revictimización del menor.
Por otra parte, la psicóloga consideró que estos peritajes estuvieron mal realizados, porque las profesionales que entrevistaron a la presunta víctima cometieron “errores técnicos”. También se quejó de fallas en las imágenes y en el audio de las filmaciones.
En su opinión, las actuaciones de sus colegas no se ajustaron a las normas internacionales y tuvieron “sesgo confirmatorio”. “Cuando uno parte de una sola hipótesis (la del abuso) se puede forzar su confirmación”, explicó, al hacer referencia a que sus colegas nunca tuvieron en cuenta la posibilidad de que el niño pudo ser inducido para que mienta.
En otro tramo de su declaración, la mujer hizo hincapié en supuestas contradicciones que ella detectó entre las distintas declaraciones del menor y también entre las denuncias de su madre.
Por lo tanto, estimó que no se puede concluir sobre la veracidad del testimonio del niño.
Este jueves, la doctora Dávoli deberá volver a la sala, esta vez para enfrentar las preguntas de la fiscalía y la querella.