Una de las declaraciones clave para comprender cómo fue el hallazgo del matrimonio asesinado en su casa de Barrio Sur y el rescate de su hijo, que terminó falleciendo, fue el de la empleada que alertó a la policía.
La mujer fue quien, tras varios días sin poder contactar a la familia, se acercó a las autoridades la noche del 24 de octubre de 2018 en la que terminaron irrumpiendo en la vivienda de Barrio Sur.
Una de las declaraciones clave para comprender cómo fue el hallazgo del matrimonio asesinado en su casa de Barrio Sur y el rescate de su hijo, que terminó falleciendo, fue el de la empleada que alertó a la policía.
La mujer asistió a la tercera jornada del debate a cargo de los jueces Sebastián Szeifert, Pablo Ruiz Staiger y Pablo Spekuljak, como testigo común de los fiscales Ana Laura Gioria y Andrés Marchi y el defensor Dionisio Ayala. En el banquillo de los acusados, la escuchó atentamente el pintor Omar Gabriel Albornoz (44), quien se enfrenta a un pedido de condena a prisión perpetua.
La empleada señaló que conocía a Mónica Rampazzo y Rafael Espino desde 2010, cuando había comenzado a trabajar en su casa, cuidando a su hijo Rodrigo, quien necesitaba atención constante debido a su parálisis cerebral. Para 2018, asistía tres veces por semana, por la tarde, y además realizaba tareas de limpieza los sábados por la mañana. Debido a que había pintores trabajando en la casa, en octubre le habían suspendido estas últimas tareas.
El domingo 21 de octubre de 2018, a la mujer le llamó la atención que Mónica no le respondiera el mensaje que le había enviado en la mañana deseándole un felíz día de la madre. Cuando el lunes se presentó a trabajar, nadie la atendió. Lo mismo sucedió el miércoles, por lo que empezó a inquietarse. Para ese entonces ya le había consultado a la enfermera y al kinesiólogo de Rodrigo si sabían algo, ya que “nosotros tres éramos casi los únicos que entrábamos a la casa”.
Además, si la familia se iba de viaje, la mujer aseguró que le avisaban con anticipación. Esa noche volvió al lugar, junto a su marido, y al notar la luz del garaje prendida se acercó y observó que faltaba la camioneta. Fue entonces que sintió un fuerte olor, nauseabundo. Se acercó al negocio de una vecina a preguntar si habían visto al matrimonio, aunque sea paseando al perro. La mujer le dijo que le consultar a otro vecino,a quien siempre le dejaban la llave de su casa para que alimentara al perro cuando se iban de viaje. El hombre tampoco sabía nada de ellos.
Fue entonces que la empelada se dirigió hasta la Comisaría 2da para dar aviso de la situación, y fue trasladada en un móvil policial hasta la casa de Francia al 1180. Tras acceder al patio trasero de la vivienda, un policía observó dos cuerpos en el interior. Luego ingresaron por el garage, con testigos, y encontraron al matrimonio en el suelo de la cocina comedor y a Rodrigo, muy débil, en su cama. Entre lágrimas, la empleada pidió “justicia, no merecían morir así”, y se acongojó ante el recuerdo de la familia.
Luego, declaró un abogado amigo de la familia, quien había estado junto a Rafael Espino la mañana del sábado previo a que lo asesinaran. Visitó la casa familiar para tomar unos mates, y fue entonces que su amigo le comentó que estaba preocupado porque los pintores sabían que tenía dinero en la vivienda.
También señaló que tras enterarse del crimen se acercó a los investigadores y les aportó el nombre y teléfono de Albornoz, ya que él le había recomendado a Espino que contratara al pintor. Durante su declaración, reconoció al hombre, que no modificó su semblante.
El juicio continuará este lunes con más testigos civiles. Se prevé que antes de que finalice la semana, el tribunal dé a conocer su veredicto.
El pintor se enfrenta a un pedido de condena de prisión perpetua, acusado como autor del “doble homicidio calificado criminis causa” del matrimonio, “robo” y “abandono de persona seguido de muerte” en perjuicio de Rodrigo Espino.