A finales de octubre se cumplirán dos años del trágico final de la familia compuesta por Rafael Espino, Mónica Rampazzo y el hijo de ambos, Rodrigo.
La detención de un sospechoso tira algo de luz a cuestiones aún poco claras. Todavía hay puntos “grises” por resolver entre los cuales se encuentra el destino del dinero y si hay otro involucrado en el caso.
A finales de octubre se cumplirán dos años del trágico final de la familia compuesta por Rafael Espino, Mónica Rampazzo y el hijo de ambos, Rodrigo.
El 24 de ese mes de 2018, el barrio Sur de la ciudad de Santa Fe vivió momentos de suma angustia al conocer que esta familia apareció muerta dentro de su propia casa (el chico, con parálisis cerebral, fue hallado en condiciones muy débiles y falleció a los pocos días).
En esos primeros momentos no se conocían mayores detalles de lo sucedido, sin embargo El Litoral consiguió de manera exclusiva ingresar a la vivienda de calle Francia al 1100 y mostrar la escena.
Los distintos ambientes de la casa estaban todos revueltos; tal como quedan cuando ladrones desvalijan una casa. Cuando El Litoral difundió esas imágenes una alta fuente de la entonces llamada PDI dijo que "todo eso es producto del trabajo policial". Y agregó: "Cada cajón que se abrió y cada paso que se dio dentro de esa vivienda quedó debidamente filmado. Esto es una medida de seguridad para nosotros y para la vida de la propia investigación".
El "secreter" de un placard forzado y una importante mancha de sangre (a modo de explosión) en la pared de la cocina no hicieron más que acrecentar el misterio.
La sospecha del robo en un contexto de suma violencia se hizo aún más fuerte. Sin embargo tanto sea la fiscal del caso como los policías a cargo de la investigación, negaban esa hipótesis de manera terminante.
"No hubo robo"; "No hay violencia en los cuerpos", respondían sin vacilar. Acto seguido subían la apuesta y proclamaban a viva voz que los integrantes del matrimonio habían sufrido "muerte súbita al unísono por causa desconocida". ( ? )
Pasaron los días, los meses y se cumplió el primer aniversario del triste episodio. Por ese entonces, los familiares de las víctimas hablaron con El Litoral y daban cuenta de lo poco que se sabía de lo sucedido. Lo que sí tenían en claro era el móvil del robo; "A mi hermano lo mataron para robarle", dijeron los hermanos de Rafael Espino a El Litoral.
Llegó 2020 y nada se supo sobre la causa hasta este fin de semana que pasó. Se logró detener a un hombre, que hacía trabajos de pintura en la casa del matrimonio. Además, la fiscal que investiga la causa, indicó que las muertes de los Espino se produjo por "asfixia".
Ahora bien, si la conclusión del cuerpo médico forense fue que los esposos murieron asfixiados, no queda claro aún cuál habría sido la mecánica que utilizó el matador con sus víctimas. ¿Fue asfixia por sofocación? ¿Los ultimó con sus propias manos? ¿Utilizó una bolsa, una almohada o algo similar?
Tampoco cómo fue la secuencia criminal. Está claro que primero tuvo que matar a uno y luego a otro. ¿A quién mató primero?
Cuesta creer que un hombre de la contextura física de Rafael Espino haya sido ultimado de esa manera (asfixia). Y de ser así que no hayan quedado rastros.
"Rafael era un hombre de una fortaleza física importante. Era alto y pesaba más de cien kilos. Era un "rinoceronte", según lo definió un familiar suyo. "Me lo imagino defendiéndose ante un ataque de esa magnitud y es imposible que no quedaran huellas. Para doblegarlo hacía falta más de una persona", conjeturó.
En este punto también se debe prestar atención. ¿El matador actuó solo o tuvo la complicidad de otra persona? ¿Quien condujo la Renault Duster que sacaron desde el garage de Francia al 1100 y que luego apareció en Azopardo y La Rioja, en barrio Santa Rosa de Lima, con sus chapas patentes arrancadas.
¿Qué había dentro del "secreter" del placard que apareció violentado ? ¿Y qué pasó con las otras dos cajas de seguridad que fueron halladas dentro de la propiedad?
En los días previos a la tragedia se supo que Rafael cargaba con una fuerte angustia porque había advertido que personas ajenas a su familia, habían descubierto el lugar donde guardaba una fuerte suma de dinero en dólares, la que tenía destinada para una operación inmobiliaria.
Atribulado por esa situación Rafael compartió su pesar con un sacerdote que gozaba de la máxima confianza de la familia y con su abogado, a quien le solicitó consejos respecto a los pasos a seguir.