Miércoles 22.4.2020
/Última actualización 19:11
Con tres de los sospechosos en prisión preventiva y una joven con pedido de captura, la investigación por el robo seguido de muerte de Hugo Oldani reveló nueva información acerca del vínculo y el “modus operandi” de al menos dos de los involucrados. Se trata del dueño y conductor del Toyota Corolla blanco, Juan Manuel Ruffino (25), y del recientemente detenido Cristian Bruno Figueroa (21), señalado como el autor del disparo que terminó con la vida del agenciero de turismo el martes 11 de febrero.
La jueza Rosana Carrara impuso la prisión preventiva a Figueroa en una audiencia que se extendió más de una hora y en donde la fiscal Cristina Ferraro detalló el desarrollo de la investigación. Durante el acto, el querellante José Ignacio Mohamad recordó que la Cámara de Apelaciones en lo Penal confirmó la calificación legal, en un fallo que dictó el juez Enrique Álvarez la semana pasada, mediante el cual confirmó la prisión preventiva para Ruffino como coautor de homicidio doblemente calificado (por el empleo de arma de fuego y por ser cometido para consumar otro delito) y robo doblemente calificado (por el empleo de arma de fuego, y por haber sido cometido en poblado y en banda).
Durante su exposición, la fiscal de la Unidad Especial de Homicidios dio a conocer conversaciones de whatsapp que dejan a la vista que existía una organización previa a los asaltos, así como el estrecho vínculo entre los coimputados Juan Manuel Ruffino y Cristian Bruno Figueroa. Los mismos surgieron de un peritaje realizado por el Organismo de Investigaciones (OI) a un teléfono celular del primero, que fue hallado y entregado a la policía por un miembro de su familia.
Si bien el propio Ruffino declaró desde un primer momento que llevaba casi dos meses sin teléfono y así lo ratificaron desde su entorno, su cuñado -quien junto a su esposa (la hermana de Ruffino) administran una empresa de seguridad privada- entregó en fiscalía un teléfono que había quedado sobre el escritorio que ocupaba Juan Manuel, quien también se desempeñaba en la firma. Según declaró, el móvil estaba debajo de una gamuza y al parecer, llevaba allí varios días, tal vez semanas.
De hecho, hasta el momento los investigadores no pudieron hallar en el aparato ningún elemento que refiera directamente al caso Oldani. En cambio, sí surgieron conversaciones previas, que sin dudas refieren a la planificación de una variada gama de atracos.
“Vamos, total son unos segundos, viste como es. Nos va a cambiar la vida este trabajo” le decía Figueroa a Ruffino en una serie de mensajes en los que se los escucha planear distintos robos, utilizando frases como: “Vamos a hacer un kiosco o algo que no tengo un peso partido en dos”; “Me pasaron el dato de un galpón por la costanera”; “Me salió un laburito para darle a un garrafero”; “Después vamos a ver el cierre de alguna carnicería para sacar alguna monedita”; “o agarramos a uno en un cajero”.
“Aunque saquemos 5, 10, 20 o 50 lucas para cada uno no pasa nada, algo hay que hacer” planeaban, y en los mismos mensajes también se los escucha hablar sobre un asalto consumado: “Anoche me dio una bronca, quería pegarle un cañonazo”.
En otra oportunidad, Ruffino le enviaba una foto de un arma a Figueroa, que respondía: “jajaj papá”
Además de los mensajes, en la audiencia de este martes salió a la luz que el acusado de disparar “casi a quemarropas” a Oldani estaba en libertad bajo medidas alternativas a la prisión preventiva, luego de que se le imputara un “robo calificado” en septiembre de 2019. Esto, sumado a que Figueroa se mantuvo prófugo por más de dos meses, que mostró una “conducta de entorpecimiento probatorio” y que la pena en expectativa es la de prisión perpetua, fueron algunos de los argumentos de la fiscalía para solicitar la cautelar de máxima.
El defensor, César Cello, planteó la existencia de “ausencias, inconsistencias y lagunas importantes a la hora de atribuir” delito y consideró que aún no se había establecido quién disparó. Pero el querellante Mohamad replicó que “el arma la llevaba Figueroa, queda muy claro quién disparó”. Las cámaras de seguridad de la galería Rivadavia, ubicada en La Rioja, y las de los comercios de la zona captaron al recientemente imputado llevando el arma homicida.
La tía de Figueroa terminó siendo una testigo clave ya que, el día del asalto a Oldani y como consecuencia de la viralización de los videos de las cámaras de seguridad que reflejaron el hecho, vio a su sobrino y lo comunicó a la policía, ratificando después su declaración en Fiscalía: “Lo reconozco como mi sobrino, Cristian Bruno Figueroa”.
También proporcionó datos como el hecho de que sus sobrinos “vieron a Cristian subirse al Toyota Corolla” de Ruffino el día del robo, vistiendo con la misma ropa con la que aparece en los videos.
La mujer estaba en la casa de su hermana -madre de Figueroa- cuando esta recibió una llamada de su hijo el 12 de enero, en la que le contó que algo “le salió mal” y que “no iba a volver más, que nos olvidemos de él”, haciendo caso omiso al pedido de las mujeres para que se entregara.
“Con certeza podemos decir que hay cuatro personas que participaron activamente en los hechos ilícitos”, sostuvo Ferraro. “No obstante, no descartamos la participación de más personas, ya sea en la planificación previa de lo ocurrido como en alguna cooperación posterior para concretar la huida”, añadió la fiscal. Los primeros en ser detenidos fueron Brian Nahuel Damiani (21) y Juan Manuel Ruffino (25) el 15 y 16 de febrero. Para dar con Figueroa, el 25 de febrero se allanó un domicilio de calle Brasil al 4100, donde vive la madre. Dos meses después, lo detuvieron en una casa de Villa Hipódromo, en Gorostiaga al 3700.