Juan Manuel Ruffino, el conductor del Toyota Corolla, se lo confesó a un amigo el día del crimen mientras tomaban mates. La fiscal Cristina Ferraro fue enfática al sostener que el hecho “no fue casual” sino “planificado”.
Su padre es un comisario retirado, su hermano trabaja como empleado del Servicio Penitenciario y su hermana es dueña de una reconocida empresa de seguridad privada para la que él también prestaba servicios. Se llama Juan Manuel Ruffino, tiene 25 años, y está acusado como coautor del homicidio y robo de Hugo Oldani, consumado el martes de la semana pasada en su local del microcentro santafesino. Su rol: trasladó y permitió la fuga de los asesinos, dos de los cuales están siendo buscados por la policía y un tercero -que hizo de campana- se encuentra detenido. Este miércoles, el juez penal Jorge Patrizi, dictó la prisión preventiva para Ruffino y para Brian Nahuel Damiani (22), en una audiencia que comenzó pasado el mediodía y se prolongó hasta casi las cuatro de la tarde. Antes, en una pormenorizada exposición, la fiscal de la Unidad Especial de Homicidios del MPA, Cristina Ferraro, fue enfática en cuanto que el hecho “tuvo que ser planeado. No fue casual”. Además, explicó que “hubo una selección previa del horario, una logística y división de roles” lo cual convierte a cada uno de los cuatro implicados en “coautores”, “en función del cumplimiento de un plan”. También sostuvo que “mataron a Oldani para consumar un robo”, porque aunque “no está establecido qué le sustrajeron”, está acreditado que “el morral era de Oldani” y se presume que “lo que tenía era de su propiedad y tenía valor”.
Para la fiscalía, en su afán de presentarse como inocente y víctima de un engaño, con sus declaraciones -primero se presentó como víctima a hacer una denuncia policial- Ruffino fue dejando cabos sueltos que la Agencia de Investigación Criminal (AIC) fue desandando hasta desbaratar su coartada. Pero sin dudas, de toda la evidencia colectada fue lapidaria la declaración de un amigo, a donde el dueño del Corolla fue a buscar resguardo apenas minutos después de consumado el atraco.
El misterio del auto negro
Éste dijo a los investigadores que Ruffino no había llegado solo a su casa, sitio cuya única referencia geográfica es su cercanía “al mercado”, en referencia al Mercado de Productores de Frutas y Verduras del noroeste de la ciudad. Acorralado por la policía, el amigo confesó que Ruffino llegó a las 18.15 junto a otros dos muchachos y una mujer, de los cuales uno se mostraba visiblemente asustado y hablaba por teléfono; mientras otro expresó algo así como: “esta noche no duermo en casa”. También dijo que los dos hombres estaban sacando las calcomanías de la luneta trasera del Toyota cuando les abrió la puerta.
El testigo relató que finalmente los tres acompañantes se fueron de su casa en un auto negro de vidrios polarizados con dos ocupantes, del cual no brindó más precisiones. En tanto su amigo, que se quedó a tomar unos mates, le pidió que revisara con su celular “si había alguna noticia” en los medios locales porque “hicimos un trabajo y salió mal”, lo que habla a las claras del conocimiento que el conductor tenía de lo que estaba sucediendo.
Para la fiscalía, la principal hipótesis es la del robo planificado, seguido del homicidio y así fue entendido por el juez Patrizi, que ratificó la calificación legal de “homicidio doblemente calificado (por el empleo de arma de fuego y por ser cometido para consumar otro delito criminis causae), en concurso real con robo doblemente calificado (por el empleo de arma de fuego apta para el disparo y por haber sido cometido en poblado y en banda)” en carácter de coautores.
Ruffino y Damiani fueron detenidos el último fin de semana. El primero fue apresado el domingo en su casa del barrio Policial, en calle Arenales al 9200, donde el miércoles pasado se secuestró el auto utilizado para cometer el hecho. En tanto el segundo, cayó el sábado por la noche, en la vía pública, mientras se celebraban los carnavales del barrio Guadalupe Oeste. Ambos fueron imputados el lunes por la tarde en una audiencia pública, en la que Ruffino asistió con su abogado defensor Raúl Berizo y Damiani fue representado por la Dra. Virginia Segado, del Servicio Público de la Defensa Penal.
Pistas falsas
Hugo Oldani fue asesinado de un balazo calibre 9mm que le ingresó a la altura del abdomen y lo atravesó ocasionando daños irreversibles en tejidos y órganos. El hecho ocurrió la tarde del martes 11 de febrero, dentro de los locales 29 y 30 de la galería Rivadavia, que tiene uno de sus ingresos por calle La Rioja 2441, en el microcentro santafesino. El asalto a la empresa Oldani Turismo se extendió hasta el hall de la galería y quedó registrado por las cámaras de seguridad, cuya difusión tuvo amplia repercusión pública, puesto que se ve el momento en que el hombre de 66 años ya herido, intenta retener en vano a los asaltantes.
El primer llamado al 911 está registrado a las 17.51 de ese martes y lo hicieron desde un comercio vecino, donde además vieron salir corriendo a los delincuentes, que subieron a un Toyota Corolla blanco con vidrios polarizados que estaba estacionado frente a las oficinas de Aguas Santafesinas -por La Rioja- y doblaron hacia el sur por 25 de Mayo, cuando el semáforo estaba todavía en rojo.
Fue el propio Ruffino quien al día siguiente y al enterarse que la policía había localizado su auto, se presentó junto a su hermana y su cuñado en la Comisaría 16 de Recreo para denunciar que había sido amenazado para colaborar en la huida.
Allí relató que esa tarde iba a visitar una amiga, cuando a la altura de la avenida Peñaloza al 6300, le hicieron señas unos viejos conocidos a los que identificó como “Negro”, Gringo” y una mujer a la que el último le decía “amor”. Dijo que los conocía de haberlos llevado del boliche a cambio de unos pesos y que ese día le pidieron que los llevara al centro. Reconoció que escuchó lo que denominó “la explosión” -por el disparo- y que no sabe por qué no escapó. También dijo que los tres pasajeros volvieron corriendo al auto, se subieron, lo encañonaron y lo obligaron a conducir rumbo a la avenida circunvalación y que antes de liberarlo, detrás del barrio Los Troncos, le robaron documentación personal y lo amenazaron con buscarlo en la casa si contaba algo. Una vez detectada la falsedad de la denuncia, la fiscalía ordenó su detención.
Las cámaras
De los relojes de las cámaras de seguridad que forman parte de la investigación -al menos 5 diferentes- se deduce que la pareja que ingresó a la oficina de Hugo Oldani descendió del auto Toyota Corolla en la esquina de Rivadavia y La Rioja y que un tercer miembro de la banda iba detrás para hacer de campana. Entraron a la galería alrededor de las 17.40 del 11 de febrero y según diferentes cálculos, estuvieron unos 5 o 6 minutos en el local. Una cámara muestra el forcejeo por el bolso, lo que acredita la hipótesis del robo.
Además, durante la audiencia de prisión preventiva, se ventiló que el informe de médico forense determinó que el “disparo fue del tipo ‘muy cercano al cuerpo’” de arriba hacia abajo, de izquierda a derecha y de adelante hacia atrás; y se secuestró un plomo y una vaina servida de calibre 9 mm en el lugar.
También se dijo que en la requisa del auto, se secuestraron varios teléfonos celulares, un sobre con chips, dos pendrive, handys y que la prueba de luminol determinó la presencia de sangre en el asiento del acompañante y el trasero, que será cotejado con las muestras de ADN de la víctima. En la casa de Ruffino, también fueron hallados cartuchos de 9 mm y de Winchester, dentro de un zapato que estaba en una caja arriba de un ropero. Del procedimiento surgió un dato llamativo y fue dicho al pasar por la madre del sospechoso, quien aseguró a los policías que el Corolla no tenía nafta y no se había movido de allí en todo el día martes, lo cual “es un dato llamativo y mendaz”, dijo la fiscal Ferraro.
Tatuaje e Instagram
Brian Nahuel fue identificado por las cámaras de seguridad, una de las cuales logró captar un llamativo tatuaje en su mano y antebrazo izquierdo, donde tiene la imagen de un rosario. Además, tras difundirse las cámaras de seguridad, una persona se acercó a las oficinas de la Agencia de Investigación Criminal para aportar su nombre y ofreció fotos de la cuenta de Instagram del sospechoso. La fiscalía ordenó el cotejo, que arrojó un reconocimiento positivo de entre el 60 y 90 %, labor que fue realizada por la Sección Reconstrucción Integral de la AIC.