Audaces, intrépidas, arrojadas y sigilosas. En la primera impresión, éstas parecerían las cualidades propias de una heroína, pero en realidad son las capacidades que caracterizan a las delincuentes "de moda" en Santo Tomé: las mecheras. Desde hace meses se detectan casos en diversos locales comerciales de la ciudad, casi todos dedicados a la venta de indumentaria en sus múltiples variedades. En la mayoría de los hechos, la modalidad delictiva es ejecutada por mujeres que mediante distintos ardides persuasivos, distraen al vendedor de turno y sustraen ágilmente las prendas que estén al alcance. En las últimas semanas los episodios fueron creciendo y trascendiendo por redes sociales, a través de videos que captan los momentos en los que las rufianes depredan los mostradores. En muchas ocasiones son dos mujeres, aunque en otras están acompañadas por hombres. Una realiza inagotables consultas al comerciante, mientras que la otra vacía los estantes.
Lo más llamativo sucedió algunos días atrás, más precisamente el sábado 17 de abril en horas del mediodía en el local Mineral de Avenida 7 de Marzo al 2000, en la arteria comercial más importante de la localidad. Una mujer con carteras y bolsas ingresó con tapabocas y gafas junto a una menor de edad, de entre 8 y 10 años. En ese instante comenzó a hacer un sinfín de preguntas, saca y se prueba ropa y revuelve el local entero. Finalmente aduce no tener dinero y que pasará por el banco para luego volver a comprar. Por la tarde, cuando la dueña abrió el negocio, se percató que faltaban varias pilas de sweaters. 11 prendas en total. Al revisar las cámaras, de inmediato se da cuenta que la supuesta clienta, en realidad, arrasó con lo exhibido. En ocasiones ayudada por la niña.
"Lo hizo con una velocidad impresionante. En menos de un minuto y medio me robó todo. Quiso llevarse más, pero no pudo. Es realmente indignante", dijo María Carolina, la propietaria del local. "Incluso la misma nena intentó robar cosas pero no pudo, y eso es muy doloroso", acotó. La dueña también remarcó que el accionar de mecheras es frecuente en Santo Tomé porque los comerciantes del rubro no están acostumbrados a utilizar alarmas en la ropa, principalmente por los costos que tiene esa herramienta de seguridad. "Hace poco que abrimos y me costó mucho trasladar mi emprendimiento a esta avenida. Todo subió mucho y por la pandemia, las ventas no son suficientes. Y para colmo tenemos este problema", señaló la comerciante.
Entre los negocios de la ciudad, armaron grupos de WhatsApp para comunicarse entre ellos cuando detectan mecheras en determinados sectores. Es más, algunas caras ya son conocidas en la zona y cuando son vistas, los propietarios se avisan entre ellos para estar atentos. "Hace más o menos 20 días agarraron a una persona que suele robar así. La tuvieron que golpear para poder sacarle las cosas. Parece que hay que hacer eso porque cuando realizas la denuncia, la Policía te dice que no pude hacer nada", planteó ofuscada María Carolina.
Malibú es otro local de ropa de Avenida 7 de Marzo que padeció la voracidad de las mecheras, y en dos oportunidades. A las dos semanas de haber inaugurado, sufrió el primero de los hechos. "Entraron una chica y un varón. El muchacho me preguntaba cosas todo el tiempo, mientras ella se iba escabullendo. Me daba cuenta que algo raro pasaba, porque era muy extraño", contó Valeria, propietaria del comercio de indumentaria. En esa ocasión, la pareja extrajo artículos que estaban colgados. La segunda "visita" se produjo hace unos 15 días. Dos mujeres adultas, simulando ser madre e hija, comenzaron a probarse distintas prendas, las esparcieron por todo el negocio, yendo y viniendo, hasta que finalmente se retiraron. "Eran como muy exageradas, muy llamativo todo pero bien disimulado. Son especialistas, profesionales que no aparentan que van a robar. En esa otra oportunidad sustrajeron cuatro remeras", recordó la emprendedora, quien confesó sentirse "vulnerada y muy angustiada" tras percatarse de los delitos sufridos a tan solo dos meses de haber inaugurado.
Otra víctima fue Jimena, del comercio Mida Kids, también dedicado a la venta de indumentaria. El local está en Rivadavia al 2000, llegando a la intersección de avenidas conocida como Las 5 Esquinas. "Las mecheras entraron 20 días después de haber abierto las puertas. Yo estaba atrás del negocio y mi compañera atendiendo. Entraron dos mujeres y comenzar a preguntar por todo lo que veían. Pilusos, remeras, jeans, todo. No nos cerraba nada porque en realidad no sabían lo que querían. En un momento aparezco porque una chica vino a traerme un pedido, y ahí se fueron", contó. Luego del momento, las chicas hablaron entre ellas y sospecharon que algo extraño había pasado. "Cuando reviso las cámaras veo que en un momento determinado, una de las mujeres intenta manotear algo pero no llega a hacerlo. Con el tiempo hablamos con otros comerciantes y nos dimos cuenta que son las mismas, por eso ya las conocemos y estamos alerta", indicó Jimena.
Sobre los ataques de mecheras a comercios santotomesinos, el Centro Comercial de la ciudad manifestó su preocupación por la situación y el malestar que genera este presente delictivo. Al respecto, desde la institución informaron a El Litoral que han mantenido reuniones con autoridades del Ministerio de Seguridad de Santa Fe para plantearles este contexto. El pedido en concreto fue mayor presencia de caminantes en las avenidas comerciales del distrito, más patrullaje y control policial en general. "Pedimos más policías en las calles pero nos dicen que eso no reduce el delito. Nosotros creemos que al menos lo previene, pero los funcionarios no piensan igual", reprocharon.