Miércoles 13.11.2019
/Última actualización 20:25
Un hombre que en 2018 asesinó a su cuñado, se lo confesó a su hermana y quedó filmado cuando descartaba el cuerpo en un contenedor de basura del barrio porteño de Palermo, fue condenado a 9 años de prisión por el homicidio pese a que nunca apareció el cadáver, informaron hoy fuentes judiciales.
El fallo fue dictado por el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional 10, que consideró a Del Pilar González Aranda (39), de nacionalidad paraguaya, autor del “homicidio simple” de su cuñado Pablino Martínez (24).
En su alegato, el fiscal de juicio, Oscar Ciruzzi, había solicitado 14 años de prisión para González Aranda, pero el TOC 10 lo condenó a 9 años de prisión y unificó la pena en 11 años porque tenía una condena en suspenso previa por violencia de género.
Pese a que el cadáver de Martínez, también paraguayo, nunca fue encontrado, el caso pudo ser esclarecido a partir de tres elementos claves: una confesión telefónica, las cámaras que captaron el momento en el que se descarta el cadáver y un análisis de ADN que confirmó que la sangre hallada en un contenedor de basura, pertenecía a la víctima.
Según lo que se pudo reconstruir en el juicio oral, el hecho ocurrió en una casa de tres plantas de la calle Fray Justo Santa María de Oro 2338, entre el 26 de enero de 2018 a las 23.12 -momento en el cual la víctima utilizó su celular por última vez-, y el día siguiente a las 3.21 de la madrugada, cuando el imputado quedó filmado arrojando un bulto de grandes proporciones en un contenedor de la cuadra.
En esa vivienda vivían González Aranda, con su hermana y la pareja de ella, Martínez, pero la pareja se separó, la mujer se volvió a su país natal, Paraguay, y en la casa quedaron conviviendo el imputado y la víctima.
La investigación por homicidio se inició el 30 de enero de ese año cuando la ex pareja de Martínez llamó desde Paraguay para denunciar que su hermano, el ahora condenado, se había comunicado con ella para confesarle que había asesinado a su ex novio y lo había tirado a la basura.
“Lo mandé con su papá. Cerrá la boca hasta morir”, le dijo González Aranda a su hermana, mientras que a un sobrino le confesó: “Me mandé una macana”, según lo que reconstruyeron en la etapa de instrucción el fiscal Carlos Vasser y el juez en lo Criminal y Correccional 63, Ángel Nardiello.
Los pesquisas determinaron luego que el imputado había asesinado a su víctima en el lugar donde convivían, posiblemente golpeándola con una masa o un martillo.
La propiedad de Oro 2338 fue allanada y allí no se encontró ningún rastro del cadáver, pero al revisar los videos de la cuadra los detectives de la Policía de la Ciudad encontraron una serie de videos claves que fueron exhibidas en el juicio, en los cuales se observa que entre las 3.21 y las 3.24 del 27 de enero de 2018, González Aranda arrastra una bolsa y la deja dentro del contenedor ubicado frente a la vivienda.
La planta de la Ceamse de José León Suárez fue revisada con perros adiestrados para buscar cadáveres, pero todos los rastrillajes que se hicieron allí dieron resultado negativo y el cuerpo de Martínez nunca apareció.
Otro elemento que, según el fiscal Ciruzzi, complicó al imputado fue el allanamiento en la casa donde se secuestraron ropas del imputado similares a las que se observaron en los videos.
Pero la evidencia científica clave para esta condena fue un cotejo de ADN que se hizo entre la hermana de la víctima y las muestras de sangre que los peritos de Policía Científica lograron recolectar tras analizar el contenedor de basura donde se observó al sospechoso arrojar el bulto.
Ese análisis genético determinó que había un vínculo familiar superior al 99,99 por ciento, según contaron las fuentes.
Durante el juicio, la querella que representa a la familia de la víctima había solicitado una pena de prisión perpetua, al considerar que el homicidio se cometió con alevosía, mientras que la defensa requirió que al acusado se lo declare inimputable.
El caso, por la zona donde ocurrió y el método empleado por el asesino para deshacerse del cadáver, hizo recordar al crimen de Ángeles “Mumi” Rawson, la adolescente de 16 años que el 10 de junio de 2013 fue asesinada por el portero Jorge Néstor Mangeri durante un ataque sexual que no llegó a consumar.
Las diferencias son que mientras que en este crimen el cadáver nunca apareció pero el asesino quedó filmado desechándolo, en el de Ángeles el cuerpo fue descubierto al día siguiente por un empleado de la planta recicladora de la Ceamse de José León Suárez pero siempre fue un misterio cómo Mangeri sacó el cadáver del edificio de Ravignani 2360 y en qué contenedor lo arrojó.