Miguel Antonio Ferreira Vera, un ciudadano paraguayo de 34 años, fue condenado a seis años prisión como autor penalmente responsable de los delitos de robo agravado por el uso de arma, compelimiento y evasión cometidos en enero de 2017. Todos los ilícitos fueron realizados en concurso real entre sí.
La sentencia fue dictada por el juez Gustavo Gon, en un juicio en el que se abreviaron los procedimientos. Por su parte, el fiscal a cargo de la investigación fue Gustavo Latorre.
“El condenado aceptó su responsabilidad criminal en los ilícitos”, subrayó el funcionario del Ministerio Público de la Acusación. Por otra parte, informó que “la víctima a través de sus representantes manifestó su conformidad con la pena impuesta y con la modalidad de juicio abreviado”.
Ferreira Vera se hizo “famoso en la zona”, a raíz de un increíble incidente.
Este hombre fue detenido el 20 de octubre de 2016 sobre la ruta nacional 11, a la altura del peaje de Reconquista.
Viajaba a bordo de una VW Amarok junto a su pareja, Silvina Britez Pérez (de 25 años) y la beba de ambos, de pocos meses de vida.
En un control de rutina, personal de Gendarmería Nacional detectó que a bordo de la camioneta llevaban ocultos 320 paquetes que contenían 204 kilogramos de marihuana.
El hombre quedó alojado en la Alcaidía de Vera, mientras que su mujer recibió la prisión domiciliaria, por tener una hija menor de edad.
Esta causa está actualmente en trámite en la Justicia Federal.
El nombre de Ferreira Vera fue conocido por todos los santafesinos meses después de su arresto, cuando logró escapar de su lugar de encierro.
La fuga se produjo en horas de la tarde del 30 de enero de este año, cuando un fuerte temporal se abatía sobre las calles de la importante ciudad norteña. Ferreira Vera estaba en el patio del presidio, desde el cual sorteó una alambrada con púas del lado sur, ayudándose de mesas y sillas que apiló para ganar altura en uno de los rincones, fuera del alcance de las cámaras de vigilancia.
No se conoce la hora exacta de la evasión, pero se deduce que para las 19.15 el prófugo tomó un remís en la estación de servicios Shell que está dentro de la ciudad.
Una hora después, cuando la policía advirtió la fuga, se dispuso un operativo cerrojo.
A las 20.15 el chofer Cristian René Capello reportó a su empresa que estaba en Reconquista con un pasajero. Ese fue el último contacto, y con el correr de las horas sus compañeros y patrón comenzaron a impacientarse, por lo que denunciaron el hecho.
Entre tanto, la noticia de que un narco paraguayo se había fugado tomaba fuerza en las calles y los medios locales. Momentos de angustia se vivieron en la remisería Franco, cuando en vano su propietario intentaba comunicarse con el celular de su empleado.
A esa altura, todos allí se habían convencido de que Capello estaba en problemas.
Fueron casi cinco horas de tensión las que se vivieron en la empresa de coches de alquiler, hasta que a la una de la madrugada, desde el perfil de Facebook “Remises Franco Vera” confirmaron la aparición de su compañero sano y salvo.
El chofer había sido obligado a conducir a punta de arma blanca en dirección sur por la ruta 11, hasta que el auto se quedó sin combustible. Entonces fue liberado en las afueras de Santo Tomé.
También su mujer desapareció de su casa, en Buenos Aires, donde gozaba del régimen de prisión domiciliaria.
Ella se entregó pocas horas más tarde. Él fue recapturado el viernes 17 de febrero sobre la ruta nacional 19, a la altura del peaje de Frank, cuando circulaba a bordo de un automóvil junto a otras tres personas.
El procedimiento comenzó pasadas las nueve de la noche, cuando los dos agentes comenzaron a chequear las identidades de los cuatro ocupantes de un auto Volkswagen Polo color blanco, con vidrios polarizados.
El conductor y dueño del auto suministró sus datos personales, lo mismo que dos de sus acompañantes. El cuarto en cambio dijo que había extraviado sus documentos y pidió que los dejaran seguir viaje, ya que volvían de San Francisco, de visitar a unos parientes.
La situación se fue tensando con el correr de los minutos, hasta que el indocumentado ofreció entregarles mil pesos a cambio de que lo dejaran seguir. Sorprendidos por la oferta, los uniformados extremaron los recaudos, separaron a los pasajeros y comenzaron a entrevistarlos uno por uno, hasta que el sospechoso reveló su identidad y reconoció que estaba siendo buscado por la fuga de un presidio del norte provincial.
Nuevamente hubo un ofrecimiento de dinero que involucró a otro de sus acompañantes, en este caso la suma ascendía a cinco mil pesos. Pero los policías cumplieron con su deber.