Sábado 22.5.2021
/Última actualización 18:29
Abusó de su hijastra aprovechándose de que padece un retraso madurativo, hasta que ella logró contarle a su hermana y juntas llevaron su reclamo a la Justicia. Él tiene 61 años, 40 más que ella, y perpetró sus crímenes entre 2018 y mayo de 2020 en la casa en la que convivían en Coronda. Desde entonces permanece tras las rejas. Un año más tarde fue condenado a 10 años de prisión.
Este jueves, Félix Ramón Aguirre firmó un acuerdo de juicio abreviado con el fiscal de Coronda, Marcelo Nessier, donde se declaró culpable de los delitos de "abuso sexual con acceso carnal reiterado, agravado por el carácter de guardador y por la situación de convivencia preexistente" y "amenazas coactivas". Ambos delitos enmarcados en la ley de violencia de género.
El juez penal Octavio Silva resolvió en audiencia, luego de que la fiscalía y el abogado defensor Agustín Tallarico presentaran el escrito, imponiéndole a Aguirre la pena de 10 años de prisión. Al adquirir firmeza el fallo, se identificará genéticamente al condenado para su posterior inscripción en el Registro Nacional de Datos Genéticos vinculados a Delitos contra la Integridad Sexual, que funciona en el ámbito del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.
Aguirre, nacido en Corrientes, residía en Coronda junto a su esposa, el hijo que tienen en común y una de las hijas de la mujer. La chica padece un retraso mental moderado, y su padrastro se aprovechó de su especial estado de vulnerabilidad, abusando sexualmente de ella durante dos años.
Comenzó en 2018 y se detuvo recién en mayo de 2020, cuando la joven logró contarle a su hermana mayor y, juntas, acudieron a la Justicia. Aguirre fue imputado, y quedó en prisión preventiva ese mismo mes. A través de una entrevista en cámara Gesell, la joven narró los múltiples hechos vividos, brindando detalles que fueron corroborados por los profesionales de la salud que tuvieron intervención en la causa.
Las conductas de Aguirre "se realizaron en un marco de violencia de género y familiar, en la que el imputado impuso su superioridad física sobre la víctima". Este comportamiento fue reiterado, constituyendo acciones "humillantes y degradantes" a las que sometió tanto a la víctima como a su hermana, quien fue objeto de episodios marcados por la violencia física y psicológica.
"Los hechos son de los más aberrantes que se pueden cometer contra niñas, niños y adolescentes", señaló el fiscal Nessier a la hora de motivar la elección de la pena de 10 años de prisión. Además, se consideró "la violencia desplegada -no solo sobre la víctima de abuso sino también sobre el grupo familiar-, la manipulación ejercida sobre la joven y el daño ocasionado a la misma, quien cargará con el padecimiento producto del sometimiento a lo largo de su vida".