Jueves 24.9.2020
/Última actualización 17:13
Dos vecinas fueron acusadas por el homicidio de Gisela Aguirre, ocurrido el 1° de noviembre de 2018 en el barrio Coronel Dorrego. Más de dos años pasaron hasta que María Celeste Benítez (30) y su suegra, Gladys Amarilla (56), fueron enjuiciadas. La primera fue condenada por unanimidad a 13 años de prisión como “coautora” del crimen, mientras que la otra fue absuelta de culpa y cargo por el beneficio de la duda.
La fiscalía llegó a juicio el mes pasado con una teoría del caso que se basaba, principalmente, en el testimonio de dos mujeres que aseguraban haber visto el ataque desde sus casas, ubicadas en frente de donde ocurrió el crimen. Describieron como, tras una discusión en la vereda que compartían las viviendas de víctima y victimaria, Benítez arremetió contra Gisela con una cuchilla mientras Amarilla la inmovilizaban, sosteniéndole los brazos por la espalda.
Esos dos testimonios generaron controversia entre los fundamentos del tribunal de juicio, compuesto por los jueces Gustavo Urdiales -presidente-, Rodolfo Mingarini y Rosana Carrara, y llevaron a que su resolución distara de lo solicitado por la parte acusadora, que pidió 25 años de prisión para las dos imputadas.
“Espectador privilegiado”
Para Urdiales la “coautoría” de Amarilla se encontraba “probada en este caso, si tenemos en cuenta que hubo un acuerdo previo, que fue momentos antes al hecho y tal cual lo relatan las testigos”, por lo que “no existen dudas entonces, a mi parecer, que la decisión de matar Amarilla también la tenía, y quería la obra delictiva que materializó en una parte Benítez, como suya, como propia, aportando una acción imprescindible para que la víctima no tenga oportunidad de evitar la muerte”.
Sus colegas no hicieron la misma valoración sobre las declaraciones de las vecinas, ya que “consideramos que ambas testigos han incurrido en contradicciones que se excluyen”. Si bien Mingarini y Carrara dieron por “acreditado el dolo homicida”, manifestaron que “no podemos afirmar definitivamente la participación de Amarilla”.
Hubo una voz que tuvo un rol fundamental en la decisión de los magistrados, la de uno de los hijos de Gisela, que estaba a pocos metros de su madre cuando fue brutalmente atacada y declaró en cámara Gesell lo que presenció. “El niño fue un espectador privilegiado, casi un protagonista, de los hechos” y describió lo que vio con una mecánica diferente a la expuesta por las otras testigos.
Si bien relató que Gladys Amarilla inició la discusión con su mamá, visiblemente alcoholizada y acompañada por su hijo “Tortuga” Rodríguez, esta cayó al suelo cuando Gisela la empujó durante el acalorado intercambio. Entonces, el hombre “agarró” a Gisela mientras María Celeste Benítez la apuñalaba. “A esto lo aseveró tres veces durante su declaración en Cámara Gesell”.
Flavio Raina María Celeste Benítez fue condenada como coautora del homicidio de Gisela Aguirre, a 13 años de prisión.María Celeste Benítez fue condenada como "coautora del homicidio" de Gisela Aguirre, a 13 años de prisión.Foto: Flavio Raina
“No podemos lograr la convicción que exige esta instancia para tener a Gladys Amarilla como coautora del homicidio de Gisela Aguirre, razones suficientes para decidirnos por absolver de culpa y cargo a la nombrada” destacaron los jueces. Por ende, el tribunal resolvió de manera unánime condenar a Benítez como “coautora de homicidio” a la pena de 13 años de prisión -un monto considerablemente inferior a los 25 años solicitados por la acusación-, y absolver por mayoría a Amarilla.
Los abogados Matías Pautasso y Martín Risso Patrón representaron a esta última durante el debate, y sostuvieron desde el primer momento la inocencia de su clienta, que fue arrojada al suelo, se golpeó la cabeza y permaneció tirada mientras Gisela era herida de muerte. La defensora pública Andrea Alberto, por Benítez, señaló a “Tortuga” -quien al momento del crimen estaba en pareja con su pupila- como el verdadero responsable.
La defensora tuvo en cuenta que en el arma homicida sólo había dos rastros de material genético, el de la víctima y el de un hombre, sumado a la declaración de Benítez que admitió haber apuñalado a Gisela “una vez” (cuando su cuerpo presentaba 13 heridas) y dijo que después de eso no recordaba nada más, excepto que minutos más tarde era su marido quien tenía la cuchilla en sus manos. La mujer también aseguró que desde entonces no sabe nada de él: “Desapareció del mapa”.
El tribunal consideró que el hallazgo de ADN masculino en el arma “no necesariamente implica que esa tercera persona haya intervenido en el hecho”, ya que podría deberse a la manipulación -anterior o posterior al crimen- de la cuchilla. Sin embargo, el juez Urdiales dejó en claro que “hubiera sido necesario que la fiscalía ahonde la investigación respecto a Rodríguez, ya sea como testigo o como imputado”, así como “su comparecencia al debate hubiera sido fundamental”.
Las fiscales de Homicidios Cristina Ferraro y Ana Laura Gioria apelaron la decisión del tribunal tanto respecto a la absolución de Amarilla como al monto de la pena impuesta a Benítez. La querellante María Lucrecia Fernández del Centro de Asistencia Judicial (CAJ) hizo lo propio, ya que compartía la teoría del caso con la otra parte acusatoria.
La resolución de los jueces podría ser confirmada, o modificada. En cualquiera de los dos casos, hay dos interrogantes que permanecen sin respuesta: ¿Qué participación tuvo “Tortuga” Rodríguez en el homicidio de Gisela Aguirre? Y... ¿se lo juzgará por ello?