Una insólita secuencia se dio este domingo en Ramos Mejía, en el marco del episodio que terminó con un kiosquero asesinado a sangre fría en pleno centro de esa localidad, situada en el partido de La Matanza, en el oeste del conurbano bonaerense.
Un patrullero que se encontraba en el lugar donde mataron a Roberto Sabo tuvo que ser empujado por efectivos policiales porque, al parecer, se quedó sin combustible.
Una insólita secuencia se dio este domingo en Ramos Mejía, en el marco del episodio que terminó con un kiosquero asesinado a sangre fría en pleno centro de esa localidad, situada en el partido de La Matanza, en el oeste del conurbano bonaerense.
Un patrullero que se encontraba en el lugar donde mataron a Roberto Sabo tuvo que ser empujado por efectivos policiales porque, al parecer, se quedó sin combustible.
Las imágenes se viralizaron en redes sociales. Primero se ve a una persona intentado encender el vehículo. Como no pudo llevar a cabo esa tarea, un grupo de policías se encargó de traccionar el móvil a pie y acomodarlo a un costado de la calle.
Mientras realizaban esa maniobra, los oficiales recibían gritos de todo tipo. “No andan ni los patrulleros”, manifestó una persona en uno de los videos. Una mujer, indignada, consideró que la situación era “una vergüenza”.
Este domingo al mediodía, Roberto Sabo, de 48 años y padre de mellizos, atendía su kiosco "Drugstore Pato", ubicado en Avenida de Mayo al 800, cuando un hombre, de 29 años, y una adolescente, de 15, ingresaron armados al local y le pidieron la plata de la caja.
Luego, lo asesinaron con, al menos, un disparo en la cabeza, aunque la esposa de la víctima, en declaraciones televisivas, reveló que a su marido “le pegaron seis tiros”.
Según un testigo, la pareja acusada del asesinato se escapó en un Ford Focus negro que previamente le habían robado a un remisero, aunque no llegaron muy lejos porque a tres cuadras del kiosco, en el cruce de las calles Saavedra y Alvear, chocaron contra un árbol.
Para esconderse, los delincuentes entraron a un supermercado chino, donde hicieron unas compras y cambiaron su ropa. Al salir, volvieron a robar: esta vez una moto Yamaha, que le sacaron a un hombre que hacía delivery.
El robo de la moto marcó el final. Policías de la Comisaría 2° de Ramos Mejía recibieron un alerta e iniciaron un operativo cerrojo, que terminó con el hombre y la adolescente detenidos en Avenida de Mayo y Rivadavia, a ocho cuadras del kiosco.
Uno de los sospechosos fue identificado como Leonardo Daniel Suárez. De la adolescente, por ser menor de edad, se reserva su identidad. Les encontraron cinco teléfonos celulares, plata en efectivo y un revólver calibre .22, con cuatro vainas intactas y una servida.
La causa quedó a cargo del fiscal Federico Medone, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) Temática de Homicidios del Departamento Judicial La Matanza, quien caratuló el hecho como "homicidio en ocasión de robo".
Bronca e indignación
Vecinos se autoconvocaron para pedir justicia por el kiosquero. Frente a la comisaría donde se encuentran detenidos los acusados, se realizó el corte de la calle y la quema de conos policiales, con el objetivo de que no liberen a los delincuentes.
Hasta allí llegó el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, quien fue recibido con insultos, al grito de "asesino", por una turba que se enardeció.
Algunas personas se treparon a las columnas de la sede policial, mientras los agentes policiales formaron un cordón en la entrada de la comisaría, de manera preventiva.
Entre los carteles que se destacaban en la protesta, habían frases como "Basta de Zaraza" o "Matanza zona liberada". En otra pancarta se leía: "Algo peor que un político corrupto es un ciudadano que los defienda". El reclamo por el crimen ya impactaba en la política.
El dolor de la familia
Pedro, el padre del comerciante asesinado, dijo entre lágrimas: "Nunca pensé que me iba a pasar esto. Me arruinaron la familia. Nunca más puedo vivir tranquilo".
"Quiero agradecer a Alberto y a Cristina, que albergan a los chorros, a todos los asesinos, a los matones. Y a Guillermo Moreno", agregó, con una ironía desencajada por el dolor.
Por su parte, Patricia, la esposa del hombre asesinado remarcó que al kiosquero lo mataron “por nada”. “Hace años que tiene el negocio acá y hoy, por dos mangos, porque no se llevaron nada, le pegaron seis tiros. Por nada, literalmente, porque las bolsas quedaron ahí con las cosas”, contó.