El crimen de Toffolini: un triste aniversario, un cumpleaños con una sombra y la luz de esperanza
"Antes aguardaba al 29 de abril porque era mi cumpleaños y una excusa para festejar con mi familia. Hoy me recuerda más que nunca el asesinato de mi hijo... esa noche que iba a estar riéndome con él y terminé esperando que me dieran su cuerpo, luego de que le practicaran la autopsia", dijo Jorge Toffolini, quien este mes cumplirá 71 años.
Pablo Aguirre Cada vez que escucho un ´hola viejo´ o un ´chau papá´ me acuerdo de esa despedida , se lamenta emocionado Jorge.
Esteban tenía 29 años y manejaba su moto para llegar a la casa de su papá, en Las Flores. Era el cumpleaños de Jorge y toda la familia lo esperaba para comenzar los festejos. Nunca llegó. Estaba a menos de diez cuadras cuando un delincuente le disparó en el pecho y lo mató para robarle su flamante Corben. "Me acuerdo de ese atardecer del 29 de abril de 2014. Mi hijo se preparaba para cursar archivística (era su tercer carrera) en el Instituto Superior Nº 12. Me dijo: 'Chau papá. Feliz cumple. Después nos vemos'. Y así se fue", contó Jorge Toffolini a pocos días del octavo aniversario del crimen. "Esa noche, habían pasado algunos minutos de las 22 cuando escuché el timbre. Fui corriendo a abrirle a Esteban, pero me encontré con un policía y un muchachito del barrio que me venían a dar la noticia de que lo habían asesinado", añadió el hombre en la redacción de El Litoral.
"Cada vez que escucho un 'hola viejo' o un 'chau papá' me acuerdo de esa despedida. Es terrible", aseguró.
Se acerca un nuevo cumpleaños de Jorge, el número 71. "Es difícil celebrar algo. Lo intento, porque trato de salir de esta situación. Termino reuniéndome con mi hijo. Todos hacemos como que estamos felices, pero está la sombra de Esteban que falta y me voy a dormir con cierta cosa de ahogo… y bueno, Dios ha marcado eso… y es así", se resignó.
Piensa cada palabra y se emociona al rememorar situaciones. "Por mucho tiempo el crimen de mi hijo no se investigó. Yo hice mis propias averiguaciones en el barrio. Conseguí muchos datos y se los pasé a la policía, la Justicia, al Ministerio Público de la Acusación, pero pasaron los años y nadie hizo nada. Hoy tengo una luz de esperanza, porque tomó el caso un fiscal que está trabajando bastante bien, el doctor Omar De Pedro. Vino hasta mi casa y hablamos. Eso nunca había pasado. Creo que lo está haciendo bien. El tiempo será testigo", afirmó.
Archivo Esteban tenía 29 años. Fue ejecutado de un balazo en el pecho por delincuentes que le robaron la moto en barrio San Martín.
Esteban tenía 29 años. Fue ejecutado de un balazo en el pecho por delincuentes que le robaron la moto en barrio San Martín.Foto: Archivo
Jorge o "Toffo", como lo conocen los vecinos, se adentró en las calles de barrio Las Flores y también en San Martín, donde su hijo fue ejecutado sin piedad. "Personas conocidas me dijeron que los autores del asesinato habían sido un par de personajes oscuros del barrio. Me dieron nombres y apodos. Me contaron situaciones. Siempre le pasé esa información a los investigadores, pero nadie se ocupó de ver si era cierto o no. Se trata de gente que vive a pocas cuadras de donde nosotros nos domiciliábamos", relató.
Por ese tiempo, a raíz de las incursiones por el barrio, Jorge fue amenazado. Él hacía compras en un local cercano a su casa cuando alguien se acercó por detrás y le susurró al oído: "Te vamos a matar". Quedó perplejo y cuando se dio vuelta, el desconocido ya se había perdido entre la gente.
"Una vez estaba hablando yo con vecinos cuando se desató una balacera. 'Ahí va', dijo uno, montaron las motos y empezaron a los tiros… Los otros respondieron de la misma forma. Yo pensé que eso sólo pasaba en las películas. Es el reflejo de la sociedad en la que vivimos, donde predomina la violencia, el narcotráfico, la injusticia, el mercado negro que hace millonarios a algunos y que se nutre de lo robado. Así, se consigue una moto por chirolas y también una pistola que es un cañón. A Esteban lo mataron con un arma usada antiguamente por la policía, con mucho poder de fuego (calibre 11.25) y que ya se dejó de utilizar. Qué raro que estaba en manos de esta gente", ironizó.
Esteban Rafael Toffolini era alto (medía casi dos metros) y buen futbolista, pero lo que más le gustaba era nadar. Había estudiado dos carreras y estaba cursando la tercera en el Instituto Nacional N° 12: Archivística.
La mañana del 29 de abril de 2014 fue a trabajar -como habitualmente hacía- hasta la oficina de Extensión Universitaria. Luego, ya por la tarde, fue a su casa de barrio Las Flores II, donde vivía con su familia. Juntó sus útiles, saludó a su padre por su cumpleaños a la pasada y se fue a cursar. Jorge le respondió con un "gracias" y un "hasta luego", mientras seguía escribiendo en la computadora. Él esperaba un mejor saludo y tal vez un regalo más tarde. Nunca imaginó que iba a ser la última conversación con su hijo.
Esteban terminó las clases cerca de las 22, se colocó la mochila al revés, colgada sobre su pecho, y puso rumbo a su hogar, donde lo esperaban Jorge, su madre Nilda, su hermano menor Miguel y el mayor Leonardo, que estaba con su mujer embarazada.
Manejaba su flamante moto Corben. Hacía meses que la tenía, pero había comenzado a usarla unos días atrás, recién cuando logró tener todos los "papeles" en regla.
Tal vez porque era la más iluminada de barrio San Martín, tomó por calle Espora. En casa, la "picada" ya había comenzado, mientras su familia lo esperaba.
Esteban llegó hasta la cuadra del 4200 y allí fue emboscado. Dos sujetos le salieron al cruce. "Pará, pará", le gritaron. "Danos la moto o te matamos", le advirtieron.
Él alcanzó a decir: "Salí, salí ¿qué hacés?", según escuchó un vecino. Inmediatamente, dos explosiones retumbaron en el barrio. No fueron tiros, fueron cañonazos. Uno de los delincuentes tenía una pistola de muy grueso calibre, una vieja 11.25. Le disparó. Uno de los proyectiles destrozó el brazo de Esteban, con el que probablemente intentó cubrirse, en un acto reflejo. El otro perforó sus carpetas y libros, antes de impactar en su pecho y cortarle la arteria aorta.
Malherido, el joven alcanzó a caminar unos pasos antes de caer muerto. Los ladrones escaparon con la moto, que nunca más apareció.