Joaquín Fidalgo
En la zona noroeste de la ciudad la policía encontró a dos sujetos que eran buscados por los investigadores. Ambos fueron identificados y puestos a disposición de los fiscales, pero no quedaron tras las rejas.
Joaquín Fidalgo
La investigación por el conmocionante crimen del policía Pablo Cejas avanza en el camino del hermetismo más absoluto. En las últimas horas, trascendió que dos sujetos que eran buscados por pedido del Ministerio Público de la Acusación fueron hallados en la zona noroeste de la ciudad. Si bien en un primer momento se habló de arrestados por el caso, los propios fiscales rápidamente se encargaron de aclarar que por el momento no hay aprehendidos ni detenidos por el homicidio.
Los dos hombres fueron localizados en inmediaciones de donde se cruzan las calles Troncoso y Berutti, por una patrulla de la Unidad Regional I, a raíz de un pedido de paradero. Fuentes oficiales señalaron que uno de ellos presentaba una herida de arma de fuego en una de sus piernas, pero no trascendieron mayores detalles al respecto.
Por lo tanto, si bien hay varias hipótesis, todavía sigue siendo un misterio la identidad del autor -y sus motivos- del homicidio del policía, que cobró notoriedad a mediados de 2015, cuando trataron de matarlo. En esa oportunidad, fue atacado cuando se dirigía a su lugar de trabajo. Fue alcanzado por dos proyectiles, pero no murió porque uno de ellos quedó en el chaleco balístico y el otro fue desviado por el casco que llevaba puesto.
Esa tarde, él aseguró que sus propios jefes habían enviado al sicario, por denuncias que él había presentado en la Justicia tiempo atrás y que hoy siguen su rumbo. Cejas marcó con nombres y apellidos a uniformados, a los que acusó de complicidad con narcotraficantes y manejos oscuros de “horas extras”, entre otros delitos.
Medallas
“Soy policía circunstancialmente y estoy podrido de toda esta corrupción, de ver a la juventud destrozada por la ‘falopa’ que nosotros tenemos que combatir... Y no nos dejan. Estoy cansado de ver cómo algunos jefes cambian autos, casas. Yo heredé la vivienda de mi viejo, tengo tres hijos, el mes que viene voy a ser abuelo de una nena. Vivo de mi sueldo y no tengo ningún tipo de contención. No se acercó nadie a darme una mano. Sólo mis compañeros que estuvieron conmigo en la calle me apoyan”, dijo al día siguiente.
Luego, totalmente quebrado y con lágrimas en sus ojos, el policía tomó una cajita pequeña y arrojó con bronca sobre la mesa su contenido: un manojo de medallas. “Mirá. A esto me lo gané en la calle. A éstas me las dieron por hacer mi trabajo”, se lamentó.
“No me van a callar. Yo voy a mantener todo lo que dije, porque no sé retroceder. Ni mi viejo, ni las fuerzas armadas, ni los buenos policías me enseñaron a retroceder. No lo voy a hacer, por mi familia, por mis hijos, por mi nieta y por el futuro de todos ellos”, enfatizó.
Sospecha
Pablo Cejas fue visto con vida por última vez muy cerca de donde fue asesinado, en barrio Yapeyú, adonde llegó manejando su moto a buscar a su hijastro, pero finalmente no dejó que se suba. Esa noche, momentos antes, había notado que lo seguía un auto en el que vio un rostro conocido. Eso le hizo desconfiar.
Su cuerpo acribillado a balazos fue hallado en inmediaciones de la cuadra de calle Neuquén al 6400. Se presume que el homicida le disparó por primera vez a traición, por la espalda.
Luego, malherido, el policía habría sido arrastrado por casi treinta metros de calle de tierra. En un descampado, el criminal no tuvo piedad. El cuerpo sin vida de Cejas fue hallado poco después. Había sido alcanzado por al menos 10 disparos de arma de fuego.
Aparentemente, la hipótesis más firme apunta a un conflicto interpersonal que tiene como protagonista a un familiar de la víctima. No obstante, seguramente va a ser muy difícil demostrar con contundencia que el asesinato no tiene ningún tipo de relación con las graves denuncias formuladas por el policía.