Se llama Orlando Miguel Leiva, pero nadie lo llama así. Para todo el mundo es “Nano”, el que desde hace tiempo lidera la barrabrava del Club Colón.
“Nano” fue atacado en la puerta de su casa, en barrio Centenario. Recibió dos tiros. Está fuera de peligro.
Se llama Orlando Miguel Leiva, pero nadie lo llama así. Para todo el mundo es “Nano”, el que desde hace tiempo lidera la barrabrava del Club Colón.
En la noche del sábado volvió a protagonizar un nuevo hecho de violencia (otro más) que por poco le cuesta la vida.
Eran las 22,30 y “Nano” estaba en la puerta de su domicilio, en Tarragona al 600 de barrio Centenario, cuando de entre las sombras apareció un individuo armado. Tras un fuerte cruce de palabras, el recién llegado descargo una andanada de disparos.
Además de su bravura, el agresor hizo gala de su mala puntería. Testigos aseguran que hizo entre 5 a 7 tiros, y solo dos dieron en su objetivo.
Uno de los balazos impactó a Leiva en su pierna izquierda, a la altura del muslo, con orificio de entrada y salida. El restante ingresó a la altura del abdomen.
Consumado el ataque su agresor escapó a la carrera. Mientras, Leiva era trasladado con urgencia hasta el hospital Cullen donde ingresó a las 22,50 en condición delicada.
Los médicos que lo asistieron ordenaron una intervención quirúrgica, trámite tras el cual quedó alojado en sala 6.
Un tal “Chuki”
Como autor de este ataque a tiros se señala a un tal “Chuki”, otro antiguo miembro de la barrabrava sabalera, pero que en este último tiempo se sublevó.
“Chuki” había sido uno de los “soldados” más fieles de la tropa de los Leiva, sin embargo ahora esa leatad está quebrada.
¿Qué fue lo que llevó a “Chuki” a plantarse frente a su antiguo jefe ? Los manejos internos de la barra y diferencias con el dinero. “Nano” no reparte”, se le escuchó decir varias veces.
El fin del amor remite al año pasado cuando Colón fue a jugar de visitante la final de la Copa Santa Fe, frente a Unión de Sunchales.
Ese día “Chuki” tenía pensado dar la batalla final y tomar el liderazgo de la barra a sangre y fuego.
Sin embargo un sensato mensaje hizo blanco en el espíritu de los violentos y los hizo recapacitar. “Acá esta lleno de gente que no tiene nada que ver. Si nos agarramos esto va a ser una masacre”, dijo.
La guerra sigue...
A partir de entonces quedó planteada la división, que se tradujo en nuevos encontronazos callejeros, amenazas y tiroteos.
“Todo el mundo sabía que esto iba a pasar”, comentó hoy un viejo zorro que conoce al detalle las cuestiones internas de la barra de Colón.
“La situación es más que complicada. Los dirigentes no pueden hacer nada. La policía no se mete. Y en muchos ámbitos sobrevuela una idea macabra: “dejálos... que se maten entre ellos”